Una noche para regocijarse

 -Primero pensemos en cómo serán nuestras presas y luego será la hora de buscarlas- Propuso Alex lamiéndose sus generosos labios, excitado ya por el olor incesante de  la sangre que lo hipnotizaba haciéndole sentir en un maravilloso sueño- Será mejor que matemos a nuestras presas de una en una, así es más divertido, se asustan más- añadió mirando de un lado a otro de la calle, aunque parecía desierta aquella ciudad estaba plagada de gente que no escapaba a los sentidos sobrenaturales de la pareja de inmortales insaciables.

-Sí, buena idea- se regocijo Aidan frotándose las manos- Vayamos a por algún jovencito y juguemos un rato con él- dijo con una sonrisa maquiavélica, mezquina y enorme que mostraba los gigantescos colmillos- ¿Lo hueles? Parece que nuestro primer plato se acerca- añadió inhalando profundamente de nuevo mientras cerraba los ojos.

-Sí, sangre joven, no debe tener más de 17 años-dijo Alex como si estuviese delirando, con una voz raspada pero que salía sola de su boca hambrienta- ¿Cómo quieres que empezamos?- preguntó Alex sabiendo que su compañero tenía una creativa iniciativa en el momento de matar humanos.

-Ves tú primero y asústalo, pero no lo atrapes, deja que huya y después yo haré lo mismo, una y otra vez- Aidan ya estaba deseoso de ver como el mortal corría por toda la ciudad tratando de librarse de su muerte segura- Y después, cuando nos aburramos, nos lo comemos- dijo sonriendo de nuevo.

-Me gusta tu idea- respondió Alex desapareciendo de la escena pero dejando que su voz perdurara- manos a la obra- y los vampiros desaparecieron dejando la calle desierta.

A tan solo unos metros del lugar se escuchaban los pasos de un chico que, siguiendo el ritmo de la música que escuchaba, andaba tranquilo hacia su casa después de una quedada con sus amigos.

Sus ojos eran verdes, parecidos a los de Alex pero sin su típico destello marino que a veces los hacían parecer azules. El cabello desaliñado y medio largo del chico caía, pelirrojo, por sus hombros estrechos. Un cuerpo delgado y con quizás demasiadas curvas de contoneaba con su risueña alegría sin percibir a los predadores de la zona. Su estatura era totalmente normal pero parecía bajo al lado de Alex y Aidan.

El chico paró su música y se sacó un auricular cuando creyó haber oído pasos tras él, pero el sonido que intencionadamente hacía Alex, se detuvo. Volviendo a colocarse sus auriculares empezó a caminar con mas prisas hasta que sintió como algo tiraba de los cables de sus auriculares haciendo que estos, junto a su móvil, cayeran al suelo. Desconcertado, se giró topándose con una calle vacía; recogió sus cosas y las puso en su bolsillo. Estaba empezando a preocuparse y a creerse un paranoico hasta que sintió una risa malvada y sensual a sus espaldas, pero de nuevo allí no vio a nadie.

-¡No hace gracia!- gritó el chico comenzando a enfadarse y a asustarse- Deja de molestar o ten los cojones suficientes para salir de donde estés- no se escuchó ni una leve brisa como respuesta a su desafío, pero cuando giró sobre si mismo para reprender su camino a casa chocó con algo duro que le hizo caer al suelo y para cuando alzó la vista pudo ver a Alex plantado delante suyo.

- ¿De qué vas? – preguntó el chico una vez se levantó del suelo- No me gustan este tipo de bromas así que ves a molestar a otro- Intimidado por la presencia de aquel hombre que era tan fuerte y alto decidió seguir su camino, esquivándolo.

Al llegar a la siguiente calle lo encontró justo al final de esta, allí estaba Alex plantado.

- ¿Pero como...?- dijo el chico en alto desconcertado ¿Cómo había llegado aquel hombre allí antes que él sin hacer ruido y sin ser visto?- ¿Se puede saber que quieres?- preguntó el pelirrojo aproximándose más aún pues ese era el único camino por el que sabía volver a casa. Empezó a ponerse nervioso al ver que el hombre no le respondía pero casi tuvo un paro cardíaco al verlo desaparecer delante de sus narices.

Una mano se posó en su hombro y ni se atrevió a moverse mientras veía al hombre de antes caminar des de su espalda hasta tenerlo cara a cara.

-Disculpa las molestias- Dijo Alex burlándose pero usando una voz suave- pero me apetecía tomar algo y tú tienes buena pinta- Tras sus palabras maléficas abrió la boca en una amplia sonrisa que mostraba al máximo exponente sus enormes y afilados colmillos. El adolescente abrió la boca en shock mientras sus pupilas se dilataban para darle una mejor imagen de aquel ser aterrador.

Sin darse tiempo a pensar, el pelirrojo, comenzó a correr sin saber si quiera a donde iba, sin ver más allá de sus narices pues la oscuridad opacaba su visión. De nuevo se chocó con un hombre fornido y de aspecto chulesco y se sintió aliviado al ver que aunque hubiese cierto parecido, aquel hombre no era el vampiro que lo asaltó unos minutos atrás.

-¡Tienes que ayudarme! – Le gritó al hombre sin percibir que este no cambiaba en lo más mínimo su expresión- Hay un vampiro cerca y no es seguro que estemos aquí ¡Ayúdame a buscar un sitio para escondernos!- gritó, sudando y nervioso, mientras cogía a Aidan de la manga de su chaqueta.

-Te equivocas- le dijo al chico con un tono divertido y mirándolo con sus ojos casi negros de una manera terrorífica- Hay dos vampiros cerca, y no puedes esconderte- le afirmó agachándose un poco para que el chico pudiese contemplar de cerca sus filosos colmillos.

De nuevo el pelirrojo empezó a correr y sintió sus fuerzas desfallecer demasiado rápido. Se paró en medio de una calle bien iluminada mirando a sus lados y esperando poder recobrar pronto sus fuerzas pero no tuvo ni un segundo para pensar pues fue tomado con fuerza y arrojado al suelo por Alex, quien lo miró con superioridad mientras el chico, que no pudo levantarse, trataba de gatear lejos del alcance del vampiro, topándose así con Aidan.

El menos fuerte de los vampiros se agachó apoyándose en su rodilla para observar al chico (que estaba en el suelo) como si se tratase de un animal herido.

-¿A dónde intentabas ir pequeño?- preguntó Aidan con burla y sarcasmo mientras miraba a sus alrededores y después al chico, acercándose demasiado a él- Ya te he dicho que no puedes huir- susurró haciéndolo sollozar.

-¿Nunca te han dicho que no se juega con la comida?- preguntó Alexander cogiendo al chico por el cuello de la camisa y elevándolo a su altura mientras esta ya no tocaba el suelo con los pies- Aunque podríamos hacer una excepción- prosiguió viendo como el humano cerraba con fuerza sus ojos y seguía llorando. De nuevo Alex lanzó al chico contra el suelo de duro asfalto sin miramientos.

El chico aún en el suelo logró levantarse, queriendo huir, pero una vez sus pies estuvieron estables sobre el asfalto Aidan se adelantó empujándolo de nuevo, haciendo que cayera de bruces, raspándose las rodillas.

-¿Pero qué intentas?- preguntó Aidan al borde de la risa- No te levantes humano- le ordenó caminando en círculos alrededor suyo para observarlo mejor, como un tiburón nadando en círculos, en medio del vasto océano una vez ha encontrado su presa.

-¿Qué pasa?- preguntó Alexander acercándose un poco al chico que lloraba en el  suelo, desvalido- ¿Acaso te ha comido la lengua el gato?- bromeó riendo junto a su compinche.

Tras eso Alexander jaló al muchacho del pelo hasta hacerlo quedar de pie delante de él y después lo cargó sobre su hombro como si fuese un saco de patatas. El chico no cesaba de patalear e intentar resistirse mientras los vampiros andaban en busca de una zona más apropiada para comerse a su presa.

-¡Por favor! ¡Por favor! ¡Soltadme! No quiero morir...- repetía una y otra vez en su llanto desesperado a mano de Alex.

-¿Es que no sabes cerrar la boca?- preguntó Alexander dándole un par de golpes suaves al muchacho con el hombro en que lo cargaba, cosa que sobresaltó al chico haciéndolo llorar aún más.

- M-Me estaré callado pero no me  hagáis daño- dijo el chico llorando sonoramente y golpeando a Alex para llamar su atención aunque este ni se inmutó.

-Que cena más ruidosa nos ha tocado hoy- dijo Aidan situándose detrás de Alex para hablar con el muchachito- Escúchame chico- dijo levantando su barbilla para que lo mirase con sus tristes ojos enrojecidos por las lagrimas- vas a estarte calladito porque sino creo que decidiremos tomar un pequeño aperitivo ahora mismo- las palabras de Aidan lograron callar al chico que trataba, sin mucho éxito, de reprimir sus sollozos.

Al llegar a una de las zonas más solitarias y problemáticas del lugar los vampiros se miraron sabiendo que deseaban comer ya. Alex bajó al chico de sus hombros  y lo sujetó por la espalda, tomándole los brazos con demasiada fuerza e inmovilizándolo.

-Te cedo el primer mordisco- dijo Alexander observando la belleza irremediable del chico indefenso, resplandeciendo bajo la luz mortecina de la luna casi parecía un ángel caído.

- S-Soy un chico muy delgado, no creo que m-mi sangre os v...vaya a saciar a los dos... ¡Por favor dejad que me vaya!- chilló retorciéndose entre los brazos de su captor.

-No vas a ser nuestra única presa esta noche, ahora será mejor que te quedes quieto, no equivocarme mordiendo la yugular- dijo Aidan aproximándose al muchacho que, estático, lo observaba sin poder cesar de temblar- Shhh- le susurró al oído cuando percibió que el chico estaba por gritar.

Alex colocó una mano sobre la boca del mundano y Aidan le miró agradecido por el gesto antes de hincar, de una sola mordida todos sus dientes y colmillos haciendo al humano aullar de dolor mientras ponía sus ojos en blanco.

Bebiendo con furia del torrente de sangre consiguió dejar al chico medio vacío y semiconsciente, perfecto para que su compañero acabase de devorarlo.

Aidan sujetó al chico que se tambaleaba ente quejiditos lastimeros para que no se cayera de nuevo al suelo y apartó los cabellos de este de su cuello para dejar espacio en este.

Alex vio la piel blanca aún palpitar en el cuello del chico y lo atacó sin pensarlo dos veces, sorbiendo con ímpetu la sangre e imaginando que era la de Liu.

Unos segundos fueron suficientes para dejar seco al chico que minutos antes gozaba de estar en la flor de la vida.

Un transeúnte que extrañamente pasaba por la zona lo vio todo mientras los vampiros se percataban de su presencia y le dejaban observar el espectáculo pues él sería la próxima presa. Era un chico moreno, delgado y de no más de 18 años, tenía el pelo negro azabache y lo llevaba en una pequeña cresta sobre la cabeza. Sus ojos marrones como la madera de roble se agrandaron cuando vio que los dos vampiros dejaban caer al suelo el cadáver del muchacho y giraban, al unísono, sus rostros hacia donde él estaba clavando sus mortíferos ojos sobre su figura.

El hombrecito comenzó a correr mientras sacaba de su bolsillo su móvil de última generación y trataba de marcar, con dedos torpes, el número de la policía.

Rápidamente Aidan se colocó delante de él, robándole el teléfono de las mano y haciendo que el chico se detuviese en su carrera. Como si fuese de papel, Aidan rompió el teléfono entre sus manos, cerrando el puño con el objeto destartalado en este y después lo tiró al suelo.

-Tranquilo- dijo Aidan mirando el aparato inservible- no lo necesitarás más- se burló soltando una carcajada sonora que hizo que al chico se le helase la sangre de las venas.

Sin pensarlo premeditadamente el chico dio media vuelta, dándole la espalda a Aidan y dispuesto a huir de nuevo, pero se encontró con la enorme figura de Alex observándolo.

-¿Ibas a alguna parte?- preguntó Alexander burlón. Los dos vampiros dieron a la vez un paso al frente, acorralando así al humano.

-Hueles bien- dijo Aidan levantando la barbilla del humano y oliendo su cuello, pasando su nariz helada sobre aquella piel. El chico se asustó y se zafó, girándose para no tener a Aidan a sus espaldas y este lo permitió pues le divertía ver como el chico trataba de librarse de su destino.

-Y sabrá mejor- dijo Alex pasando ahora la lengua por el cuello del chico, quien dio un bote asustado y se giró de nuevo, topándose con la mirada cristalina de Aidan, estaba rodeado.

- ¡Esperad!- dijo cuando notó que los inmortales estaban por abalanzarse contra él como carnívoros hambrientos- No le diré a nadie lo que he visto- dijo mirando de reojo el cadáver del otro chico, ya quedaba lejos pero en el blanco suelo nevado se distinguía a la perfección el negro bulto- ¡Lo juro!- Añadió al ver las sádicas sonrisas de sus predadores.

-Pues claro que no lo dirás a nadie- dijo Aidan tomándolo por la cintura y acercándolo más a él, haciendo que su pequeña espalda chocase con el pecho de Aidan- te vamos a matar- añadió hablándole al oído.

-Sujétalo por favor- dijo Alex al ver como el chico comenzaba a llorar entrando en pánico. Aidan obedeció enterrando con demasiada fuerza sus dedos en las caderas del chico y este como respuesta comenzó a golpear y arañar las manos del vampiro sin que este se inmutara- Y tu, estate quieto- dijo Alex al chico, quien ignoró su comentario y continuó tratando de zafarse.

Alex golpeó con la palma de su mano al chico en el rostro, haciendo resonar el sonido del golpe por toda la calle y el humano quedó inmóvil por el miedo mientras un hilo de sangre caía de su nariz.

-Veo que ya nos entendemos- dijo Alex al ver que el chico no se movía, solo temblaba. Alex le mandó una mirada cómplice Aidan y ambos entendieron lo que harían con ese chico.

-Te voy a soltar- dijo Aidan apretando más con sus fuertes dedos la cadera del muchacho- pero si te ocurre salir corriendo o hacer alguna de esas estupideces date por muerto ¿entiendes?- el chico asintió llorando y Aidan separó sus manos de su cuerpo con brusquedad, haciendo que el muchacho cayera al suelo y se levantase costosamente.

-Ahora harás lo que digamos- Impuso Alex con una dura voz y el chico solo asintió llorando- Bien- se frotó las manos, humillarían un poco a ese humano antes de matarlo, sería divertido- Quítate esa chaqueta de cuello alto- ordenó Alex con malicia- y muéstranos tu cuello- añadió mordiéndose el labio impacientemente.

-¿q-que?- preguntó el chico incrédulo, quien había oído a la perfección la orden del vampiro pero fue incapaz de asimilarla. Sin previo aviso Aidan cogió al chico por las ropas y lo lanzó con fuerza haciéndolo chocar con una pared, a tres metro de distancia. El humano jadeo y casi gritó al notar como los fuertes brazos de Aidan lo apresaban contra la pared.

-¿Acaso estas sordo? Date prisa, humano- escupió la última palabra con repugnancia, superioridad y un tanto de burla. El espacio entre los dos era mínimo pero Aidan no pensaba apartarse de ahí así que el chico tubo que sacarse la chaqueta, con sus temblorosas manos, y dejarla en el suelo mientras sentía las respiraciones de Aidan  sobre él, viendo esos enormes colmillos.

-Vamos- dijo Alex acercándose a la escena y mirando como su compañero se divertía casi tanto como él- enséñale tu cuello- prosiguió Alex como si se tratase de algo extremadamente obvio. El chico miró lloroso a Aidan tratando de ablandarlo pero no lo consiguió y, por orden del vampiro, ladeó la cabeza y cerró los ojos dejando su cuello totalmente expuesto y su yugular indefensa a más no poder.

-Dime pequeñín- dijo Alex poniéndose al lado de Aidan, quien estaba tratando de contenerse y no morder al humano para poder prolongar más el juego. Aunque los vampiros no hablasen entre ellos estaban perfectamente coordinados pues tenían la misma manera de divertirse- ¿Estas asustado?- preguntó viendo como Aidan lo miraba orgulloso por su sadismo.

- C-Claro que lo estoy- dijo el chico con un hilillo de voz. Aidan rió y repaso con su larga lengua el dulce cuello del chaval.

-Mmmm- murmuró el vampiro mientras seguía propinando lamidas en el cuello del mortal- pruébalo tu primero Alex, te encantará- dijo notando como la sangre corría rápida hacia un corazón bombeante y asustado.

- ¡¿Qué?! ¡No! ¡No!- dijo el chico desesperadamente mirando a los vampiros con los ojos perdidos, desando que lo dejaran marchar- ¡he hecho lo que queríais! ¡No me matéis!- pidió mientras Aidan y Alex intercambiaban posiciones demasiado rápidamente como para que el chico lo viese.

Alex rió mientras acorralaba más al humano contra la pared y Aidan cogió al chico por el pelo, haciendo que su cabeza golpeara dolorosamente contra la pared.

-Ahora calladito- ordenó amenazando con golpearle de nuevo mientas Alex agradecía el gesto con la mirada.

Alex comenzó a repartir dulces besos por el cuello del chico, haciendo más larga la espera y prolongando la agonía del condenado. Incapaz de resistirse hincó de una vez los colmillos y el resto de sus dientes en el chico que comenzó a sacudirse mientras Alex gozaba de sus gritos de dolor.

Aidan cogió al inestable chico por la muñeca y mordió justo en sus venas y arterias principales bebiendo de él con la misma intensidad con la que Alex lo hacía y, aunque los gritos se habían callado de golpe, el chico seguía con vida, pero inconsciente.

Los dos inmortales lucharon por ver quién era el más voraz, el que bebería la última gota de aquel chico tan desafortunado, y cuando acabaron con su vida los dos se dirigieron una mirada ardiente que decía ''más'' aunque ninguno dijo ni una palabra.

Aquella noche decenas de bocas más gritaron por ayuda y compasión mientras los vampiros devoraban sus vidas una y otra vez, matando a cualquiera que fuese apetecible para ellos y que guardara un cierto parecido con sus pequeño amantes mortales, Liu y Jeremy.

Aidan se quedó disfrutando de su última presa mientras Alex volvía a casa tras advertir a su amigo de que la salida del sol ya estaba próxima.

Alex ya reposaba en su lecho lejos de los fulgores matutinos mientras Aidan llegaba a su habitación, molesto tras haber soportado los rayos del amanecer sobre su ser. Una sonrisa se iluminó en su rostro al ver a Jeremy en la cama, sentado y esperándolo aunque tuviese mucho sueño.

-Aidan- exclamó feliz antes de levantarse y acercarse a su vampiro y abrazarlo- ¿Por qué has tardado tanto? Incluso se ha hecho de día- dijo preocupado.

-Estaba disfrutando de la comida- respondió abrazándolo mientras lo lanzaba contra el lecho, acorralándolo bajo su fornido cuerpo- ¿Has esperado despierto todo el rato a que volviese?- preguntó cambiando de tema mientras veía a su humano asentir, Jeremy parecía somnoliento- Debes estar cansado- y el mundano afirmó de nuevo.

-¿Cómo es que has estado en la calle si era de día?- preguntó el chico, ingenuo y medio dormido mientras veía a Aidan estando a cuatro sobre él y sin cesar de observarlo con lo que parecía ser cariño.

- Jeremy, no seas tontito- le dijo riendo- no voy a convertirme en polvo porque me dé el sol, solo molesta un poco pero no es letal para mí- dijo el vampiro descendiendo un poco para notar el aliento de su pequeño justo contra sus labios.

-Me olvidaba... Sería irónico que con lo fuerte que eres un poco de luz te matara- dijo el chico abrazándose al cuello del inmortal- Se me hace raro que todo el folclore vampírico sea falso- comenzó a relajarse sintiendo dulces besos de su amante en el cuello, cerca de la yugular que tan tentadora parecía a los ojos de Aidan.

-No todo lo que las leyendas dicen es falso- dijo el vampiro haciendo un pausa para seguir devorando el cuello de su joven presa- bebemos sangre, dormimos durante el día... pero los mitos a veces dicen cosas realmente ridículas- añadió el vampiro recostándose ahora en la cama al lado del chico y abrazándolo por la cintura.

-Lo sé- dijo el chico cerrando sus ojos por el sueño- sería raro verte huyendo de un grupo de gente que te lanza ajos y cruces- Jeremy rió junto a Aidan por la broma.

Poco a poco la pareja se fue quedando dormida, el primero fue Jeremy pues Aidan consiguió dormirlo a base de sus tiernas caricias.

Sábado por la mañana, justo a un día de la entrega de Liu, el pequeño se despertó asustado tras haber tenido una pesadilla, como no una relacionada con ese vampiro que tanto le asustaba y a la vez le seducía.


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