Y las cosas no mejoran

 Se acercó un poco, frunciendo su boca delante de la cabeza de ese falo.

Sin saber muy bien qué hacer dio una rápida lamida a la punta y escuchó al vampiro exhalar con gusto. Al ver el buen resultado dio otra y otra más, el sabor era extraño, pero muy leve en verdad, así que lo pasó y comenzó a lamer la longitud de ese miembro con los ojos cerrados imaginando que era un helado, tratando de distraer su mente de lo que estaba haciendo. Pero Samuel parecía aburrirse con aquello.

- Métetelo en la boca- ordenó con un voz dura mientras su mano agarraba el pelo del chiquillo, asustándolo, pero el agarre era bastante relajado.

Aaron metió la punta de ese miembro en su húmeda cavidad, sintiéndose usado. Y aunque solo tenía la cabeza dentro, sintió que no podría tomar más adentro ese falo.

Samuel lo tomó más fuerte del pelo y comenzó a adentrarse, el chico gemía en protesta sin atreverse a morder, sintiéndose cada vez más ahogado con esa enormidad llegando al final de la lengua, se dio cuenta de que solo tenía la mitad en su boca y entonces se asustó pensando que Samuel le haría devorar toda su virilidad. Lo miró suplicante, y el vampiro se endureció más en su boca escuchando un gemido de miedo, pero al ver esos ojos sintió el dolor de nuevo.

Le recordaban a los ojos que él tenía cuando era un débil humano, le daba pena y le hacía sentir compasión, lo odiaba porque él solo quería sentir placer cuando golpeaba y no culpa, pero a la vez era tan adictivo, esos ojos le hacían sentir humano, esa humanidad que había perdido, esa humanidad que le decía que eso estaba mal, se aferraba a ella porque solo esa humanidad le podía hacer sentir bien, mejor aún que el placer de forzar y maltratar, pero a la vez le daba miedo, porque la humanidad era debilidad. Y cada vez que se sentía débil por ese niño se enfadaba, y solo había una forma de desquitar su rabia, en esa ocasión fue tomar con fuerza su cabello y empujar el miembro hasta el fondo de la garganta del chico que intentaba gritar. Dio pequeñas embestidas durante un buen rato, hiriendo la garganta del chiquillo mientras este, desesperado, golpeaba el miembro de Samuel con la lengua para que parase, brindándole más placer, no podía golpear con sus manos, porque con solo pensarlo, Samuel ya le tenía por las muñecas mientras se follaba su boca sin dejarlo respirar.

Y tratando de echarlo de su pequeña boca, y tratando de gritar, apretó su garganta tocando la sensible cabeza del miembro, excitando a Samuel porque hacía mucho que un muchacho no le hacía sentir así. Y se corrió, dentro suyo y obligando a que se lo tragase todo.

Salió de su boca y vio al chico, apenas podía respirar y tenía arcadas, sollozaba sin parar tirado en el suelo.

- Buen chico- se burló un poco Samuel guardando su virilidad de vuelta en los ahora abrochados pantalones. Samuel iba a decir algo, pero de pronto alguien llamó a la puerta y por la esencia de aquella persona supo de inmediato quién era, puso los ojos en blanco y habló- Pasa - a los pocos segundos se escuchó la puerta y la pelirroja estaba allí delante, esa noche se podían ver sus ojos verdes y dientes normales, sin colmillos.

Iba con una camiseta de un koala y unos shorts verde pastel, sus pies descansaban en unas sandalias planas.

- ¿Que quieres, Charlotte?- Preguntó mencionando por primera vez el nombre de la alta señorita.

- Ya sabes, el otro día te fuistes muy enfadado, quería comprobar que no lo hubieses matado- dijo señalando al chico en el suelo que apenas respiraba dificultosamente tratando de recuperarse- ¿Que le pasa?- preguntó preocupada.

- Está recobrando el aliento- le explicó el otro- acaba de hacerme un pequeño favor- ver como explicaba eso sin ningún pudor aún ofendió más al chiquillo.

- ¿De verdad le has forzado a que haga eso?- Samuel asintió sin ningún tipo de arrepentimiento aparente, pero por dentro esos ojos lo miraban con pena- Deberías ser más considerado si quieres que te dure- A Aaron se le rompió el corazón al escuchar a esa chica hablar también de él como si fuese un objeto que podía estropearse- ¿Estas mejor, cariño?- preguntó con un tono maternal, pensó que esa chica era muy jóven para ser madre, pero seguro que había sido hermana mayor en su vida humana.

Aaron asintió.

- Entonces largo - dijo Samuel mirándolo con desdén, el chico obedeció saliendo de la habitación.

- Te he visto con otras mascotas, Samu, y conozco bien cómo te comportas, qué ocultas- comenzó Charlotte a hablar seriamente- El chico te da pena, y eso te da rabia, y la rabia la descargas contra él y al hacerlo sientes pena de nuevo, y más rabia por ello y vuelve a pagarlo él... Es un círculo vicioso- lo miró con angustia, sabía que Samuel podría soportar cualquier cosa, pero ese niño no, acabaría destrozado.

- Es mi problema - dijo con rabia- y también el suyo- se compadeció de nuevo, decidiendo sincerarse con su amigo de confianza- Cada vez que le miro a los ojos y veo esa debilidad tan humana, me recuerda a cuando yo era mortal, pero no lo odio como me odiaba a mi, me hace sentir humano, porque la compasión es solo para humanos... No puedo sentirme así, no me gusta sentirme humano, yo no necesito cariño, amor o compresión, solo necesito el miedo y el sufrimientos de los demás para ser feliz- dijo, a medida que hablaba, una rabia desmesurada surgía de su interior tratando de destrozar la posible aceptación de todo aquello- Y aunque tenga que arrancarle al humano esos hermosos ojos azules, lo haré, porque no pienso sentirme humano ni una sola vez más- Charlotte lo miró con decepción, su amigo era un testarudo, pero temía por Aaron.

- Samu... tienes miedo de sentirte humano, es normal. Desde que eres lo que eres te has sentido poderoso, superior al humano que eras hace mucho, y tienes miedo porque sientes que caerás y volverás a ser al mismo debilucho, pero la compasión, el cariño... eso no te hace débil, eso no te quitará tu fuerza, tu superioridad, solo te ayudará a ser mejor, sé que no quieres, pero si de verdad quieres seguir siendo así, simplemente ignora esa pena que sientes por él, pero no se lo hagas pagar. Es solo un niño- musitó la chica sabiendo que siempre que había algo que escapaba a la comprensión de Samuel este decidía que debía acabar con ello, y que esa pena y humanidad que sentía por Aaron, le resultaban incomprensibles.

- Será mejor que te vayas, no quiero hablar de esto- La chica solo lo miró y le dio un beso en la frente, como si se tratase de su madre.

- Piensa lo que te he dicho- se esfumó, dejando a Samuel peor que antes, pero no pensaba ceder ante los hermosos ojos azules de Aaron.

Aunque realmente no eran solo sus ojos, todo Aaron lo hacía sentir así, pero su mirada era la parte más expresiva del inocente chiquillo.

Se queda ahí, sentado, pensando sin parar hasta que decide dejar al chiquillo tranquilo esa noche, y también lo hace la siguiente, solo se cruzan un par de veces por la enorme mansión, cuyas plantas superiores no han sido exploradas por el humano, no hay palabras, ni nada más allá de un par de veces en que Samuel se acercó al muchacho por detrás para oler y lamer su cuello, sintiéndolo asustado y delicioso, pero a parte de eso, nada.

Pensó que había sido demasiado bueno esas dos noches en que el chico había podido estar tranquilo así que al despertar de la tercera lo busca por la casa, y al encontrarlo recostado contra una pared lo aprisiona contra esta, haciendo que se asustó.

Aaron había estado tan tranquilo esas dos noche, casi feliz podría decirse, pero ahora el miedo lo desmoronaba de nuevo, la humillación volvía a su mente.

- Adivina quien tiene hambre - susurró en su oído tras ese acercamiento. Sus ojos rojo escrutaban su cuello sin miramientos y lamía sus colmillos con malicia- No grites, o te arrancaré la lengua- advirtió pasando la suya entorno a sus labios, ese chico era tan bajo que incluso debía inclinar su cuerpo para oler bien el aroma de ese sangre exquisita.

- No... otra vez no, p-por favor. No he hecho n-nada para que me castigues, no lo hagas, amo- dijo con la voz algo ronca, estaba aún un poco afónico por lo que había hecho dos noches atrás, tan humillante que aún dejaba marcas en su garganta impidiéndole hablar correctamente.

- Cierra la boca o te la partiré.- amenazó de nuevo, poniendo su cara ante la del chiquillo, a solo un par de centímetros, su lengua se aventuró a lamer, sin ser esperada, el labio inferior del chico. Se sentía tan humillado y usado, impotente por no poder hacer nada mientras esa lengua carnosa humedecía su labio, una vez se separó de este notó los colmillos allí, presionando más y más fuerte, haciéndolo gemir de dolor.

Mordió con cuidado y lentitud hasta que bajo cada colmillos quedó el labio herido de Aaron, quien sangraba por las dos heridas de su labio inferior, llorando de nuevo por todo, jamás tendría un descanso de aquello.

El vampiro contempló la sangre gotear y se llevó a la boca y sin pensarlo ese pequeño y fino labio, lo chupó y lo lamió dentro de sus fauces, hiriéndolo todavía más con los colmillos tan cortantes que poseía.

Lo lamió hasta dejarlo sin sangre para gotear en un buen rato y entonces lo dejó.

- Yo hago lo que quiero- siseó en su oreja, lamiéndole un poco y haciendo al otro sentir un escalofrío- Y ahora quiero comer- explicó, apartó la cabeza del chico con rapidez y puso su boca en el cuello, dejando que el collar de perro se apoyase en su nariz mientras sus dientes se hundían con rapidez. El chico gritó tan fuerte que le dolió la cabeza, y por suerte no duró consciente más que unos horribles segundos.

Despertó en el suelo a la noche siguiente, por suerte Samuel lo había curado, cada vez pasaba más tiempo inconsciente ya fuese por mordiscos o palizas y Samuel había comenzado a preocuparse, por ello y sin que el menor de diese cuenta, mientras estaba desmayado, fue a comprar alimentos más sanos y nutritivos, energéticos, como algunas bebidas, para ver si eso ayudaba un poco.

Pero la verdad es que esa noche, como las anteriores, el chico no tenía mucho apetito, así que decidió intervenir.


Comentarios