¿Cómo eras?- preguntó Aaron sin mediar ninguna otra palabra que diese a entender el significado de esa frase- Me refiero a cuando eras humano- explicó el chico ciertamente ruborizado por lo ansiosa que había sonado su pregunta, quizás algo cotilla, pensó.
-Mi cuerpo era exactamente igual, solo que algo más moreno- dijo sabiendo que esa no era la respuesta que ese chiquillo precisaba.- Pero aunque tuviese este aspecto yo era alguien muy mediocre e inocente, era como tú eres ahora, pero más estúpido e impertinente. Tú eres como la versión buena de cuando yo era humano- dijo acariciando con cuidado el rostro del pequeño niñito, a quien se le iluminaron los ojos al oír aquello y apartó la vista algo avergonzado por el extraño cumplido.
- ¿Y quién te hizo vampiro?- preguntó Aaron en su arranque de curiosidad, Samuel, como era costumbre desde hacía un tiempo, estaba siendo totalmente amable y receptivo con las peticiones y preguntas del pequeñajo.
- Fue alguien que ya no está aquí- dijo el otro sin querer recordar siquiera el nombre del vampiro al que tanto mitificó por darle su poder, su coraza fría como el hielo que protegía lo que ardía en su interior, aquello que Aaron dejaba al descubierto con solo una mirada. Tanto dolió la pérdida de tal maestro, uno que era bueno enseñándole a usar, desarrollar y controlar sus habilidades, él le enseñó a convertir los miedo y debilidades en su fuerte y además era paciente con sus no tan escasos errores y ataques de rebeldía.
-Oh, lo siento- soltó el chiquillo algo decepcionado por la respuesta obtenida, sentía que estaba hurgando en los temas que no debía y que necesitaba evitar ese tipo de conversación.
Samuel vio las palabras del chico como un tierno e inocente gesto y eso le causó una ligera sonrisa que mantuvo en su rostro antes de besar la naricilla del chico con cuidado, era tan frágil y adorable que parecía que iba romperse en mil pedazos si no lo trataba con ese cuidado.
-Vamos a dormir- impuso el vampiro apoyándose mejor encima del pequeño cuerpo que apenas respiraba por culpa del gran peso que sostenía encima suyo como podía, pero a Samuel le encantaba notar las respiraciones de su humano, era tan tierno y estaba tan vivo que su simple pulso parecía una nana.
El sol salió dejando prácticamente ''K.O.'' al vampiro, totalmente dormido encima del jovencito que después de forcejear mucho con el cuerpo inerte del otro consiguió aflojar la presión del enorme y mastodóntico vampiro sobre su cuerpo, liberando una parte de su torso y pudiendo respirar con normalidad. Aquello fue lo único que necesitó para conciliar el sueño y así lo hizo.
-Buenas noches- dijo Samuel despertando al pequeño una vez se hizo oscuro mientras se apoyaba totalmente sobre el cuerpo del pequeño, sacándole todo el aire de los pulmones con su peso, aunque después se apoyó en los codos para aligerar la presión pero preservar la poca distancia.
-B-Buenas noches- sonrió el chiquillo, tímido ante aquello y con una duda rondándole la cabeza, lo torturaba pensar cuál sería la respuesta a su pregunta y a la vez tenía claro lo que el vampiro respondería -Lo del otro día...¿Lo decías enserio?- preguntó Aaron después de un rato de silencio, apenas fueron unos minutos, pero para él pasaron horas mientras notaba su pecho rebotar con el corazón a mil bajo la cabeza del vampiro que se apoyaba en él.
- ¿El qué?- preguntó Samuel incorporándose un poco y dejando de aplastar al chiquillo mientras este se acomodaba, calmándose, aunque se volvió a poner nervioso cuando Samuel lo tomó de las caderas y lo depositó sobre su cuerpo, haciendo que el pequeño humano quedase estirado sobre él.
- Lo de que soy precioso... como el collar- dijo bajito y sin mirar a los ojos del vampiro, que simplemente lo tomó por las mejillas y lo acercó a él para depositar un tierno beso en sus labios y otro en su frente.
- Pues claro ¿Por qué lo preguntas?- dijo Samuel comenzando a acariciar con sus dedos la espalda menuda del humano, pasando una y otra vez sus yemas sobre el contorno de su columna para relajarlo.
- Por nada- dijo el crío sonriendo como un tonto mientras se mordía el labio y ocultaba su rostro en el pecho del mayor, avergonzado por la sonrisa feliz e inocente que se había pintado en su boquita y que no tenía intenciones de salir de ahí.
Samuel giró sobre si mismo invirtiendo las posiciones y haciendo que el menor quedase bajo él, pero de forma totalmente sumisa y algo terrorífica para el pequeñajo, que se sorprendió al sentir sus muñecas en el puño izquierdo de Samuel.
El chico se revolvió intranquilo y sin entender la situación, pero Samuel era más fuerte y su mirada profunda, aterradora y algo tristona lo dejó parado en el lugar, entre asustado y preocupado.
Sintió que su propio cuerpo comenzaba a temblar y tiritar cuando la mano libre del vampiro pasó por dentro de su camiseta causándole un estremecimiento y un escalofrío allá donde pasaba esa caricia. La mano enorme del predador acarició su tripa y vientre, sus costados con dulzura, pero el chico se sentía aprisionado y se movió buscando liberar sus manos.
- Quieto- escuchó en su oído, y suplantando esa voz de ultratumba una lengua lamió allí, la sensación fría y húmeda no era desagradable, como Aaron había imaginado, aunque le dio miedo sentirse tan manipulable en las manos de ese vampiro- ¿Cuánto me odias?- el chico se sorprendió ante la pregunta y lo pensó detenidamente.
No lo odiaba, lo había perdonado y eso era cierto, la verdad es que tras ese trato que le daba no podía sentir rencor, pero había una espinita clavada en lo más profundo de su alma que lo obligó a decir la verdad, por más dolorosa que fuese.
- T-Te he perdonado... pero aún no puedo quererte- dijo de repente, las caricias en su cuerpo pararon y por un segundo sintió el aliento del otro en su cuello, estaba suspirando e incluso notó algo húmedo, que por una vez no era la lengua de Samuel, bajando por su cuello, era leve y hacía que su piel cosquillease, pero él no derramó ni una lágrimas más, para Samuel Hass ya era demasiado humillante llorar ante un humano.
- ¿Por qué?- preguntó de golpe, abrazándose como nunca antes al chiquillo con fuerza mientras hipeaba conteniendo un llanto incluso infantil, no podía ser que después de todo Samuel Hass no consiguiese lo que quería.
Y quería el corazón de ese niño, quería estar prendado a su alma hasta el último resquicio, quería que ese humano se entregase a él, en cuerpo y alma, que lo amase más que a su propia vida. Quería que Aaron lo quisiese tanto como él quería a Aaron.
Samuel Hass quería lo único que no podía tomar por la fuerza, lo único que no podía tomar en sus manos y estirar hasta arrancarlo de los brazos de su propietario, quería el amor de Aaron.
- Has sido muy bueno conmigo, Sami, por eso te puedo perdonar... pero quererte, sé que puedo y lo siento, siento que dependo de ti, que te necesito, aunque me tengas muerto de miedo, siento que no me quiero alejar de ti, pero necesito algo... algo más para poder quererte con confianza. N-No sé que es, pero cada vez que pienso que te quiero me asusto tanto que no puedo seguir... necesito que el miedo se vaya Sami, no te enfades conmigo, l-lo siento- musitaba el niño lloriqueando junto a su amo mientras este lo abrazaba con fuerza uniendo sus dos cuerpos temblorosos por la tragedia.
La angustia casi le dejaba sin habla, del mismo modo que Samuel había dejado mudo al chiquillo usando sus amenazas y agresiones, es como si todo el dolor que le había causado al chico volviese, pero de diferente manera pues Samuel no necesitaba curar heridas o huesos rotos, lo que tenía roto ya no se podía curar. Era irónico pues con esas palabras el chico humano había desgarrado el corazón de Samuel como él lo había hecho con su cuello usando sus colmillos, pero el filo de un rechazo duele mil veces más.
Aaron se abrazó a Samuel con más fuerza de la que creía tener y sollozó en su hombro mientras el vampiro lo calmaba.
Al igual que Samuel necesitó el perdón de Aaron para amarlo con plenitud, ahora Aaron necesitaba algo más de Samuel, pero ¿Él qué? Era algo doloroso, y no físicamente para ser exactos, pero algo que le dolería tanto a Samuel
- No me he enfado, mi pequeño humano idiota- decía Samuel con cariño, en un tono meloso que calmó al chiquillo en su llanto, pero hizo que las lágrimas inmortales cayesen por sus mejillas, pero Aaron no se dio cuenta pues la voz de Samuel salía segura y sin vacilar- Con que no me odies estoy contento, me alegro tanto- y no mentía, pero el dolor que ahora se alojaba en su pecho le impedía sentir cualquier tipo de felicidad.
- Sami... no sé lo que me pasa, jamás me he sentido así y se supone que cuando te enamoras es algo bueno... pero tengo tanto miedo, si tan solo se fuese el miedo- Porque ser propiedad de Samuel Hass era terrorífico, porque tener a Samuel de amo era aterrador, porque ser la mascota de Samu era pavoroso. Y Samuel sabía que para que el menor pudiese dejar ese miedo atrás solo podía hacer una única cosa, algo que le dolería más que el rechazo, algo mil veces peor, pero al fin y al cabo, mejor para el humano.- y a-además debería odiarte, pero no puedo- musitó de nuevo, un corazón tan puro prendado de un alma tan oscura y viceversa, aquello no podía acabar bien a menos que uno de los dos sufriese para que el otro se ahorrase el dolor, y Aaron ya había sufrido bastante.
- Aaron, pequeño, cálmate- dijo en su oído besando de forma lenta su cuello y tallando con sus dedos la espalda del chico mientras otra mano acariciaba su muslo, todo el cuerpo de Aaron era de Samuel, total y completamente suyo, y eso era temible, pues no se había entregado a él, pues había sido tomado a la fuerza, pero Samuel cambiaría eso.- Yo sé cómo hacer que todo tu miedo se vaya, y lo haré pero necesito tiempo antes... dentro de una semana ya no tendrás miedo a querer, te lo prometo.- dijo con lágrimas en los ojos ¿Por qué lloraba si iba a quitarle el miedo? Ah, dichosa la pregunta de alguien que no sabe cuál es la única solución.
Ahora Samuel tendría una semana junto a Aaron, pero después, ah... Después le tocaría sufrir a él.
Todo vuelve Sami, todo vuelve.
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