- No me castigues por esto amo...- pidió aún lloroso y restregando su cara por la camiseta del otro, como un gatito refregándose contra su amo y pidiendo caricias- e-es solo que siempre me haces daño y-y ahora me has...tu...- dijo pensando en la manera gentil en que ese vampiro le había acariciado la cabeza como a una mascota mientras él lloraba- y yo... y...- no podía apenas hablar, solo sollozaba contra el enorme cuerpo que no lo recibía pero tampoco lo rechazaba- dos años ...ahí afuera- logró balbucear recordando como anhelaba que su padre le arropase y su madre le diese un beso de buenas noches, que sus amigos chocasen los cinco y lo golpeasen amistosamente, que sus amigas lo abrazasen y le diesen besos en las mejillas, que su abuela le tomase por las mejillas y las estirase, que su perro le lamiese toda la cara y le ensuciase la ropa de barro... anhelaba el contacto, el amor de alguien y aquello había sido lo más parecido en todo ese tiempo, una caricia que incluso podía interpretarse como algo despectivo.- y-y yo ya no se qué hacer...-dijo implorando mientras se apretaba más contra el vampiro, buscando un calor que jamás sentiría en ese cuerpo tan frío como el de un muerto.
Pero entonces Samuel rodeó al chico con sus brazos, con bastante facilidad y apoyando su babilla en su el hombro del más bajo, respirando su dulce olor mientras le susurraba al oído.
- Ya está, ya está- le dijo mientras se recostaba más cómodamente en la cama, notando como el sol saldría en solo unos minutos y él no podría evitar quedarse dormido. Mientras su cuerpo enorme se acomodaba, notaba al pequeño tensarse entre sus brazos mientras intentaba no separarse de él, llorando y agarrándolo con fuerza, como si fuese lo único que tenía- No te voy a pegar- dijo notando como el chico se contraía y asustaba al ver a Samuel alzar la mano, pensando que golpearía hasta la saciedad por aquello, pero aquella mano solo trató de alcanzar el interruptor, y una vez lo hizo apagó la luz de la habitación, dejándolo todo a oscuras.
- Venga, intenta dormir- dijo Samuel intentando parecer paciente, aunque realmente el ataque de ansiedad del niño lo estaba desquiciando, no sabía qué hacer y tenía miedo de que mientras él durmiese el chico intentase quitarse la vida de nuevo.- Oye- dijo, pero nadie respondió porque Aaron estaba demasiado ocupado llorando y manchándole la camiseta de lágrimas, aunque extrañamente el olor varonil de ese hombre y el contacto con su cuerpo lo habían calmado un poco- ¿Sigues pensando que quieres morir?- notó como el chico escondía la cara en su pecho y hablaba aún con la boca pegada a su cuerpo, amortiguando el sonido.
-No...- dijo mientras seguía arrugando la camiseta entre sus manos, pensó que Samuel le haría pagar a la noche siguiente por dejar su ropa en ese estado.
- Bien- dijo el vampiro sonriendo ligeramente ante esa afirmación- Ahora intenta no hacer mucho y ruido y duérmete- dijo, quizás sonó un poco agresivo, pero nada más lejos de su intención.
Mientras la mente de Aaron se aclaraba, relajándose entre esos brazos que lo tomaban con firmeza, la de Samuel se convertía en un nudo de ideas sin sentido, sabía que después de aquella noche todo sería diferente, no podría negarle a ese pequeño su preocupación, aunque seguiría siendo severo. Quizás Samuel fuese un poco cariñoso, pero lo sería a su manera.
Ambos se quedaron dormidos y ninguno despertó durante el día, Aaron porque estaba agotado y Samuel porque habría sido imposible, pero a la noche fue el vampiro el primero en despertar.
Miró un poco a su alrededor notando un ligero peso contra él y entonces recordó todo viendo al pequeño chico abrazado a su cuerpo, acarició su pelo un poco, notándolo tan relajado que aún era más bonito que de costumbre y después se incorporó un poco notando que el pequeño se desprendía de él, despertándose, miró a su alrededor aturdido y tragó saliva mientras se ponía rojo. Estaba sumamente avergonzado por su ataque de ansiedad de la noche anterior y estaba preocupado por haber buscado refugio en su amo, pero aún así supo que no podía haber hecho nada más en esa situación, por muy estúpido que se sintiese ahora.
-Joder...- dijo el vampiro en un tono molesto mirándose la camiseta arrugada por donde Aaron la había apretado en sus puños y mojada por donde la había usado para secar sus lagrimas- Como me has puesto la ropa- dijo mirándolo un poco acusadoramente.
- Lo-lo limpiaré, amo- dijo el chiquillo asustado al ver que Samuel se comportaba del mismo modo en que siempre lo hacía, tan temible y autoritario.
Sin reparo alguno Samuel se sacó la camiseta y una vez hecho esto se la dio al menor, cuya vista estaba perdida en el escandaloso cuerpo del vampiro.
- Más te vale- le replicó, pero por suerte no le hizo en un tono demasiado rudo- Esta noche iremos a una fiesta, hazlo rápido y después acicálate un poco- le avisó mientras él se disponía a tomar una ducha de agua helada, no podía ser de otro modo pues notar el agua caliente sobre su fría piel le resultaba un contraste ciertamente desagradable, aunque Charlotte amaba eso, seguramente porque anhelaba la calidez humana que una vez tuvo.
El chico puso una lavadora con la camiseta de Samuel y con su ropa, menos la interior, ya que tampoco iba a ir desnudo por la casa.
Quiso ir al baño para tomar una ducha un rato después, pero la última toalla que quedaba estaba atada a la cintura de Samuel, quien con su cuerpo semidesnudo y deslumbrantemente fuerte recibió al chiquillo en el baño.
- ¿Qué pasa?- preguntó rascándose la cabeza por culpa de su ahora enredado y mojado pelo rubio.
- Q-Quería tomar una ducha, amo- dijo el chiquillo una vez dentro del baño mientras miraba a sus pies para no toparse con la visión del torso desnudo de ese hombre cuyo cuerpo mojado goteaba mojando el suelo.- P-Pero no quedan toallas- dijo con vergüenza sabiendo que mientras su amo llevaba solo una toalla, él no se quedaba corto: tan solo llevaba puestos unos bóxers bastante apretados.
- ¿Quieres la mía?- preguntó comenzando a desprenderla de su cintura, intentando ser amable, pero cuando apenas había puesto su magno cuerpo en una completa exhibición a ojos del chiquillo este lo interrumpió.
- ¡N-NO HACE FALTA, AMO!- dijo mientras giraba la cara y se tapaba los ojos. Samuel anudó de nuevo la toalla a su cintura y el chiquillo lo agradeció.
-Ni que nunca hubieses visto a un hombre desnudo- dijo riendo, pero su ligera sonrisa se convirtió en una grave carcajada al darse cuenta de que Aaron realmente no habría visto a otros hombres desnudos, a parte de él claro.- Humano, tráeme mis cigarros y un mechero- le ordenó y el chico, incapaz de rebatirle nada, cumplió la orden.
Para cuando volvió se quedó bastante sorprendido al ver que Samuel ya vestía unos tejanos rotos, unas botas militares y una camisa negra de manga corta ¿Cómo podía haberse vestido tan rápido? Y la toalla que previamente había usado estaba sobre la repisa del baño.
- T-Toma, amo- dijo dándole al vampiro los objetos que había pedido. Samuel solo tomó la caja de cigarros y la guardó en su bolsillo, pero antes sacó un cigarro y lo puso entre sus labios mientras Aaron seguía sosteniendo el encendedor.
- Enciéndelo- dijo moviendo con sus labios el cigarro apagado que tenía en la boca. El chico lo miró algo extrañado y tomó el mechero, acercándolo hasta su destino, tan cerca de esos labios y colmillos, de esa sonrisa ladeada que se burlaba y esos ojos que lo miraban arriba abajo.
Intentó encenderlo unas cuantas veces, pero sus manos temblaban y necesitó cinco intentos hasta que por fin el cigarro de Samuel prendió, haciendo que a los pocos segundos una nube de humo hiciese toser al chiquillo.
- Muy bien- dijo Samuel tomando unas caladas más, estando tan cerca del chiquillo que este apenas podía moverse, tomó el mechero de sus pequeñas manos y el chiquillo se sobresaltó- Escúchame- dijo sentándose en la cama y peinándose el cabello para atrás con su mano en un gesto muy sensual- En la fiesta de hoy no quiero que hables con nadie, y esta vez voy en serio- dijo, si esa vez iba en serio ¿Significaba eso que la paliza que le dio en la anterior fiesta no era seria? Porque en ese caso no se podía ni imaginar lo que pasaría si le enfadaba desobedeciéndolo esa noche- tampoco quiero que te separes de mí, ni un segundo, el tipo que la organiza no es alguien que me infunda mucha confianza- El chico asentía cabizbajo, con su típica miradita triste- Puedes hablar con Jason y Charlotte si quieres, de ellos si me fío, y , bueno, puedes hablar conmigo- dijo temiendo que no fuese tan obvio como creía.
El chico solo asintió.
Mientras Samuel prácticamente devoraba la caja de cigarros, tomando caladas tan largas que consumían la mitad del cigarro, Aaron se estaba dando una ducha en el baño de la habitación y Samuel podía escuchar a la perfección como las gotas de agua chocaban con ese cuerpo que tanto deseaba, incluso sonrió un poco al escuchar al pequeñín tararear (ya que creía que no era escuchado) la canción ''Sweet dreams''. Cuando el sonido del grifo paró, Samuel ya se había acabado todos los cigarrillos, claro que esa era su idea pues sabía bien que en la fiesta no podría fumar, debía respetar a Charlotte, quien odiaba que hiciese eso.
Escuchó cómo el muchachito fregaba la toalla contra su cuerpo y como la ropa hacía fricción en su piel mientras se la ponía, hasta que salió del baño. El chico iba vestido con unos pantalones cortos de estampado militar y una camiseta grisácea de tirantes, y aunque no pensó en ello mientras escogía la ropa, Aaron se veía tremendamente sexy y sumiso con esas ropas y esa mirada de ''Por favor, no me comas'' que ponía cuando veía que Samuel lo miraba.
- Estás precioso- dijo Samuel con una enorme sonrisa en el rostro. El chico solo se ruborizó sobresaltándose ¿Desde cuándo ese hombre le hablaba de esa forma tan aduladora?- tan follable- añadió en un tono demasiado bajo como para que el menor lo escuchase.
- G-Gracias - respondió con timidez a ese primer cumplido, Samuel curvó sus labios en una sonrisa al escuchar aquello.- Sami- dijo el chiquillo por error, sin saber en lo que estaba pensando y queriendo llamarlo ''amo'' esa palabra salió por error de su boquita recordando como su amo era llamado ''Samu'' por Charlotte- Y-Yo no...- pero Samuel lo interrumpió, aunque antes dejó ir una risa por la confusión del niño.
- Ven, quiero decirte algo- remarcó tomándolo de la muñeca y sentándolo en la cama a su lado. El chico comenzó a tiritar con miedo mientras sentía a ese hombre mirarle directo a los ojos demasiado profundamente- Lo siento – su tono era extraño, como si no denotase ningún sentimiento y a la vez como si hubiese escupido esas palabras porque estaban en su garganta, oprimiéndola, en forma de nudo. Y antes de que el chiquillo pudiese reaccionar lo tomó por el cuello con una sola mano, como si quisiera estrangularlo, y sin delicadeza lo aproximó a su rostro- Y, maldito humano, entérate bien de que esto, Samuel Hass, no lo dice jamás- Aunque solo consiguió asustar al chico más por su agarre y por la manera dura en que hablaba, su intención era disculparse por lo que le había hecho, pero Samuel Hass no era precisamente el maestro de la delicadeza: El no compraba flores para pedirte que te quedes, el compraba grilletes y te ataba a la cama, él no te preguntaba si estabas bien, él te golpeaba hasta asegurarse de que no estabas bien, él no daba besos y mimos a los demás, él te follaba hasta dejarte sin conocimientos. Pero ese él no era Samuel, ese él era la coraza en la que Samu había estado ocultándose todos esos años.
- N-No entiendo lo qu- el chico fue cortado por Samuel, quien apretó su cuello sin delicadeza para impedir que siguiese hablando. Sus pequeñas manos se dirigieron a la que aprisionaba su garganta.
- Ambos sabemos de lo que estoy hablando- pero al ver esa mirada desconcertada de ojos azules, suspiró incrédulo- No sé si eres tonto o demasiado inocente- como no, los insultos no se hacían esperar- Siento haberte violado ¿vale? y también siento haberte dado unas cuantas palizas cuando no lo merecías... joder...- se quejó por lo que estaba diciendo- Yo quería que tratases de quitarte la vida, ni que te diesen ataques de ansiedad- Creyó que estaba sonando estúpido- No quiero verte como te vi anoche, sentí tanta pena. Siempre trato a los demás como a ti, pero tú me gustaste de esa forma diferente, y lo que te hice a ti... hacía mucho que no se lo hacía a nadie, no sabía que reaccionarías así.- Se intentó excusar, aquello era aún más difícil si el chiquillo se limitaba a quedarse callado, pero habló.
- Fuiste un monstruo- se atrevió a decir con las lagrimas asomando por los ojos mientras su pulso temblaba.
- Y lo sigo siendo, así que mide tus palabras- Suspiró apenado por el tono que había usado- Lo que quiero decir es que no voy a ser tan hijo de puta, porque lo siento y no quiero que prefieras morir a estar aquí, pero tampoco te esperes un camino de rosas, sigo siendo tu amo. No te pegaré cuando me venga en gana, por ejemplo, pero si te lo ganas te moleré a golpes.- El chiquillo seguía llorando por aquello, no podía soportar más esa tortura, y ese hombre no le prometía el cielo, solo estaba diciéndolo que las llamas del infierno que vivía quemarían un poco menos.- ¿Entiendes?- El chico se limitó a asentir cerrando los puños y temblando, no quería eso, no quería ser ''Propiedad de Samuel Hass''- Sin mentir ¿Me odias?- giró la cabeza hasta el chico y este se mordió el labio.
- Sí- dijo firme aunque sus lagrimas habían comenzado a bajar lentamente por sus mejillas.- amo- añadió con todo el amargo sarcasmo pudriéndole la boca. Y era normal que lo hiciese, Samuel lo había humillado, insultado, pegado y violado; y eso no se olvida en dos días, necesitaría mucho tiempo para poder sentir algo que no fuese odio y miedo hacía Samuel.
- Venga- dijo el vampiro, más dolido que nunca. Todo ese puto escudo de arrogancia y crueldad cubriéndole todos esos años para evitar ser herido y ahora ese niño humano lo había herido tanto que apenas podía soportar el peso de su alma, lo había herido con una palabra tan simple- no llores pequeñín- le sonrió limpiado una de sus mejillas- Tenemos que ir a una fiesta.
- Pero a-aunque te odio, eres la única persona q-que me ha abrazado en dos años, por eso, amo, ¿P-Puedes volver a hacerlo?- preguntó ya que las lagrimas y el llano no hacían más que intensificarse.
Y el chiquillo acabó fundiéndose en esos dos enormes brazos que creía odiar.
Una parte de Aaron, la parte de había sufrido todo ese dolor inhumano odiaba a Samuel, pero en realidad lo que odiaba era a la parte de Samuel que razonaba con el instinto que lo había herido, a la parte que funcionaba de coraza, una coraza que sus ojos rompían. Y la otra parte de Aaron, la que lloraba en soledad hasta que fue abrazada, necesitaba a Samuel, al Samuel de verdad, al que se escondía tras la coraza cruel que ese niño había roto, pero esa coraza había, literalmente, roto al niño.
Porque Aaron debía deshacerse de la parte que odiaba y maldecía, de la parte que le decía que se rajase las venas porque se pudriría con ese miedo y odio dentro y Samuel debía deshacerse de esa parte que le rugía diciéndole que destrozase al chico, que lo dejase sin poder siquiera andar, porque el miedo es respeto y sin él la gente te traiciona, te hiere.
Pero ahora esas partes no estaban en escena, esas partes negativas de ambos estaban aisladas mientras las otras, las positivas, se abrazaban cálidamente.
- Yo no merezco toda esta mierda...- sollozó el menor para si ocultando su cara en el pecho del vampiro que lo abrazaba. Sin saberlo del todo los dos se necesitaban, pero a la vez se repelían porque había algo del otro que les asustaba, en Aaron era la crueldad de su amo, y en Samuel esa capacidad de hacerle sentir del chiquillo.
- Venga, venga, no llores más- dijo Samuel algo incómodo y sin saber bien como consolar al chiquillo, el no era una de esas personas que te dan un hombro sobre el que llorar, él es quien hace llorar.
Tomó al pequeño de la cintura y mientras él se sentaba en la cama obligó a Aaron a sentarse en su regazo, como hacía casi cada noche, solo para sentirle cerca y, ¿Por qué no? Para molestarlo un poco, asustar a su presa.
- Y una cosa más- añadió mirando al chiquillo que aunque aún seguía triste había dejado de llorar por completo, pero una parte de él le decía que siguiese lloriqueando como la víctima que era- Como se te ocurra decirle a alguien todo lo que te acabo de decir te moleré los labios a mordiscos, y sabes que lo haré- Advirtió claro y contundente cargándose todo lo bueno que pudo crear por el momento.
- T-Tampoco tengo a nadie a quien decírselo, a-amo- se sinceró el chico suspirando, se sentía cansado y mareado.
Por mucho que Samuel le dijese que lo sentía y que no lo castigaría sin motivos ni con tanta dureza, aquello no era mejor. Aaron tampoco pedía el paraíso, pero al menos quería ser una persona libre de hacer lo que quisiese sin tener miedo a recibir una paliza, sin actuar como el sirviente de un caprichoso y sin tener que llevar un estúpido collar de perro que lo dejase en ridículo.
Samuel tomó al chico por la cintura de nuevo y lo recostó en la cama, mientras se tumbaba a su lado lentamente, como si algún movimiento brusco fuese capaz de asustar al pequeño hasta hacerlo huir. Comenzó a jugar con el pelo del menor, aprovechándose de que notó que el chiquillo tenía demasiado miedo como para pedirle que parase.
- ¿Y qué crees que debería hacer para que me dejases de odiar?- preguntó sin atreverse a mirar a esos dos ojos azules que lo atravesaban como cuchillos- Solo por curiosidad- aclaró antes de carraspear un poco, como si su voz se hubiese vuelto turbia y tratase de remediarlo.
- No sé, amo... yo, supongo que los pequeños gestos son lo importa a la hora de p-perdonar a alguien- explicó, tímido y con los ojos cerrados, sintiendo que los dedos que jugaban con su cabello iban a su rostro y delineaban todos sus contornos, pasando y incluso por los párpados para más tarde ir al cuello.
- Mhm.- Samuel hizo un ruido de asentimiento que intentaba parecer desinteresado mientras las palabras del chiquillo resonaban en su mente, claramente no había hecho aquella pregunta por simple curiosidad, no quería que el chiquillo le odiase, solo que le tuviese miedo ¿Tan raro y contradictorio era eso? Y si no quería que el chico lo odiase, quería aún menos que el pobre Aaron odiase su vida hasta el punto de suicidarse, realmente a Samuel le entraban ganas de gritar y quizás llorar solo de pensar en Aaron muerto- Del uno al diez- comenzó a decir, con un tono más alegre y cambiando drásticamente de tema- ¿Cuándo miedo me tienes? No exageres, humano- dijo con un tono severo, el chico seguía con los ojos cerrados y ahora eran dos manos las que acariciaban su cuello, aunque una solo sostenía su nuca impidiendo que se alejara.
- N-Nueve- suspiró, habría dicho ''diez'', pero pensó que quizás Samuel se enfadaría por haber desobedecido la orden de ''no exagerar''- amo- añadió, como siempre con retardo y miedo, esa palabras se le hacía incómoda en la lengua.
- ¿Y cuanto me odias?- preguntó, y eso si que era comprometido parar el pequeño, aunque no estaba seguro de si mentía o si decía la verdad, porque a veces lo odiaba más y a veces menos, todo dependía de cosas como la proximidad de los recuerdos de cuando lo violó, la situación de sus manos en el pequeño cuerpo, el tono que ese vampiro usase, los golpes que le hubiese dado ese día.
- Cinco- se aventuró a decir el chico, sabiendo que quizás por culpa de su buen corazón había mentido para no parecer un blandengue, porque Aaron, incapaz de odiar a alguien con todo su corazón, en su mente no era capaz de pensar una respuesta que superase el número tres, pero si lo decía ese hombre quizás se tomase demasiadas libertades.
Samuel curvó sus labios en una sonrisa que Aaron fue incapaz de ver pues sus ojos seguían cerrados.
- ¿Y cuanto me quieres?- Entonces el pequeño si que abrió los ojos de par en par, comenzando a pensar inconscientemente una respuesta a esa pregunta, pero antes de que sus ojos, abiertos como platos en una divertida mueca de sorpresa, se pudiesen cerrar, escuchó al vampiro carcajear con fuerza, riéndose a más no poder. De nuevo se burlaba de él, aunque al menos ahora no lo hacía de forma tan cruel- Se nos va a hacer tarde- dijo levantándose de la cama y tomando al pequeño por el brazo para incorporarlo junto a él.
Sin previo aviso y con gran velocidad Samuel ya se encontraba en las calles caminando con el chico agarrado de la muñeca y tirando con fuerza ya que los pies del pobre no daban abasto y no podía alcanzar el ritmo de Samuel.
Apretando su muñeca y caminando deprisa, estirando del pequeño brazo como si fuese la correa de un perro se dio cuenta de los pequeños quejiditos del menor tras él y entonces aflojó el agarre y ligeramente disminuyó la velocidad, haciendo que el chico pudiese seguirle, no sin un poco de esfuerzo.
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