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Las puertas son de cristal revestido de madera ornamentada, el interior, que se ve a través del gran escaparate de la pared delantera, está lleno de vestidos ostentosos, desde prendas pegadas al cuerpo hasta bajos con volantes que podrían ocultar a dos alfas enteritos. La chica abre la puerta, lanzándose al interior, y una campanita suena cuando los cuatro pasan. El sonido atrae a otro beta, uno bajito y rechoncho, con el pelo tan negro como la barba y el bigote y pequeños anteojos.
—¡Ha vuelto la muñeca! —exclama con jolgorio, frotándose las manos. —¿Quiere ver los vestidos nuevos que nos han llegado, mi señorita? ¡Ay, mis ojos! —chilla el hombre quitándose las gafas tan deprisa que casi se le escurren de las manos para luego frotarlas contra la solapa de su chaqueta y volvérselas a poner, achicando los ojos —¿Es usted el lobo blanco superviviente de los Kez?
León se sobresalta y asiente, algo aturdido.
—¿Me.. me conoce?
—¡Te conoce todo el imperio, niño! —le responde jocosamente el hombrecillo —¿Tú también vienes a por un hermoso atuendo que vuelva loco a su excelentísimo príncipe? —pregunta en tono insinuante, guiñándole un ojo. León niega, después señala a la beta, pero ella enarca una ceja y le dice:
—¿Cómo qué no? Harry te tiene con esas ropas sosas... como se nota que este hombre va siempre medio desnudo, no tiene gusto por la moda. Venga, te compraré algo bonito para que le enseñes a ese patán. Julius, enséñame esos vestidos de los que hablas.
El hombre se frota las manos de dedos gordos y nudillos rojos y hace una pequeña reverencia antes de irse. León toca el hombro de la esbelta joven.
—Lady Chenli ¿Estás segura de que es... apropiado que me compres ropa? Tan siquiera soy tu siervo. —advierte el omega, apabullado al pensar en lo costosas que deben ser las prendas del lugar. Incluso los pañuelos en el expositor de al fondo parecen caros y él no quiere ser oneroso.
—No pasa nada, además siempre me ha gustas jugar a vestir muñecas. —dice con una pequeña risilla, mirando a León de pies a cabeza. —No te ofende que llame muñeco ¿No? Eres tan pequeño y blanco que pareces uno.
León ríe con nerviosismo. No quiere seguir rechazando el regalo que la chica le ofrece, pero a la vez se siente mal, si tan solo pudiese tomar todo el dinero que esas ropas valen y comprar pan y agua a los vagabundos de Kez con los que convivió y peleó por comida durante tres años. Eso le hace venir algo a la mente.
—Chenli, aquí en Seth, no veo mendigos ¿Por qué?
—Los mendigos solo existen en reinos tiránicos e injustos, los pobres son hijos de una mala distribución del dinero, aquí en Seth el rey cuida de su pueblo como si fuesen sus cachorros. Somos un reino próspero ¿Nunca lo has oído? Tenemos riqueza suficiente para dar a cada cual lo necesario, aunque unos tengan más y otros menos —menciona encogiéndose de hombros y sin demasiado reparo en sus palabras, pasando distraídamente la mano por las faldas de los vestidos del expositor. —¿Había muchos pobres en Kez?
León traga saliva. Que una beta tan joven vea con tanta obviedad por qué en su reino no hay desigualdad le hace sentir reconfortado, no querría ser rey y supiese que bajo su mandato otros mueren de hambre.
—Muchísimos, incluso los ciudadanos normales vivían en malas condiciones a veces.
—Dem me da asco —responde Chenli sin pelos en la lengua, lo cual le sorprende viniendo de una dama a la que han educado para ser respetuosa en la corte, pero le alegra notar como la chica se suelta con él. — y la princesa Lady María... Ugh, pisa este reino para pedir la mano de cualquier de los alfas de la casa real y hasta yo me convierto en lobo y le muerdo el culo.
León ríe a carcajadas, sosteniéndose el vientre. Mira a los lados, el sastre no ha regresado y está a solas con Chenli.
—Si esa loba parda pusiese un pie cerca de Harry tendría suerte si la dejase de una sola pieza después de verla. —murmura León con voz ronca y la mirada perdida en el suelo. Acto seguido se da cuenta de la posesividad en sus palabras y espera que Chenli le reprenda por no comportarse de forma propia de un omega blanco, pero ella saca la lengua en una expresión rebelde y responde:
—¡Bien dicho!
—Mi señora —dice la voz tenue y melosa del sastre, que trae dobladas en sus brazos voluminosas capas de tono pastel. —, aquí los traigo, por favor, pase.
Chenli le quita los vestidos de las manos, emocionada, y corre a la derecha de la tienda. León la sigue, descubriendo que va a una pequeña sección del lugar con un cómodo sofá, una plataforma de madera vacía y un amplio espejo enfrente. Chenli deja los vestidos en el sofá y los separa y desdobla, decidiendo cual probarse primero.
—¡León! Ven, ayúdame a decidir. —chilla emocionada.
El omega escapa de la aduladora mirada del comerciante y corre al lado de Chenli. Se agacha con ella, repasando con ojos y manos las distintas telas. De entre todas ellas advierte un vestido de leve tono morado y las mangas y bajos pomposos como si se tratase de una nube.
—Me gusta este.
Chenli arruga la nariz.
—Muy tapado, pero me lo probaré por si lo quiero para el invierno ¡Espera aquí! —dice corriendo a uno de los probadores de madera de al fondo, tapados con tela verde.
Uno de los guardias reales se halla al lado del probador, el otro frente a la puerta del local, ahuyentado a cualquier persona que quiera entrar. Al propietario del negocio no parece importarle y a León no le extraña, Chenli debe ser su clienta más recurrente.
—¿Y para ti?
—¿Eh? —pregunta León confundido cuando el hombre le llama la atención.
—Digo que qué clase de vestimenta te gusta, para que vaya a buscarlo al almacén.
León titubea. Él usa la ropa que Harry le da sin reparar en si le gusta o no. Por lo que a él respecta, cualquier cosa que no sean harapos hediondos como los que visitó durante tres años es lo mejor del mundo. Recuerda cuando en su pueblo los alfas despellejaban a los animales que cazaban para hacer de pieles y pelajes las ropas de todo el poblado. En sus tierras cuando se mataban animales jamás se desperdiciaba ni una pequeña parte, los honraban dándole a cada trozo una nueva vida y con la piel, las plumas y el pelo se hacían toda la ropa que llevaban, así que León jamás tuvo mucho donde elegir. Ahora que tiene que hacerlo se siente confuso, jamás ha pensado en vestirse para lucir bien, aunque le agrada la idea.
—Quiero esperar a Chenli, seguro que ella me aconseja bien.
—Por supuesto —responde el hombrecillo mientras sigue frotándose las manos y lo mira con los ojillos de ratón reluciendo. —, es tono un honor tenerte en mi tienda.
—Disculpa, ¿Cómo... cómo es que sabes de mí? —pregunta León con cierta incomodidad, apretando la boca y frunciendo un poco el ceño.
—Supongo que no debes salir demasiado de palacio, pero debes entender que todo lo que sucede en la casa real es de gran interés para el pueblo, así que la llegada de un lobo blanco ¡Un lobo blanco real! Es algo sorprendente. Cuando viniste en los carruajes del comandante hubo rumores en el pueblo, por tu olor. Algunos decían que tu existencia era imposible, pero en la danza del fuego el mismísimo príncipe Harry te pidió bailar. Así que eso fue de boca en boca y déjame decirte que eres la última sensación del reino, todos hablan sobre si Harry y tú sois amantes, se cuentan leyendas de que sobreviviste en Kez siendo el más grande ladrón y se dice incluso que Harry te tiene que cortar el cabello cada día. No sabes la de cosas que he oído ¡Mi pequeño dios en la tierra! Y estos días el pueblo toma su súplica mensual a los dioses para hablarles de ti. Yo pedí a la diosa de la suerte que me dejase verte con mis propios ojos y aquí estás. —el hombre parlotea sin pausa, moviendo rápido sus brillantes labios y gesticulando mucho.
León se siente halagado, aunque también algo abrumado.
—Oh, no sabía q-que se hablaba tanto de mí. Hay cosas que definitivamente están exageradas, pero me alegro de que a la gente le parezca un buen augurio mi presencia.
León se sobresalta al escuchar una cortina correrse violentamente y ve a Chenli sonriéndole como una diabla al otro lado de la sala, camina hasta la plataforma de madera con unos andares elegantes y que derrochan opulencia, luciendo casi adulta, y posa para León con una mano en su cabello y la otra a su espalda, el peso en una de sus piernas y una mirada fiera.
—¿Qué te parece? —pregunta a León antes de romper su postura para taparse la cara por la vergüenza y dejar ir una risilla infantil.
—Las mangas y la falda abultan mucho y el corsé púrpura hace que se te vea la cintura diminuta, es muy sorprendente, aunque quizá para cuando seas un poco más mayor.
La chica hace un puchero, pero se alza la falda para no tropezarse mientras anda hacia la pila de vestidos y le muestra a León el próximo que quiere probarse. Es de color celeste, un blusón simple con los tirantes, el cuello y al final de la falda ribeteadas con rosas de puntillo blancas.
—Es encantador, pruébatelo. Oh, por cierto ¿Qué ropa debería escoger yo? No quiero decidir algo demasiado costoso o...
Chenli rueda los ojos, se aleja hacia el probador y dice:
—¡Lo que te guste!
—Yo recomendaría algo blanco y traslúcido, para que pegue con tu tono de piel. Te daría esa imagen tan hermosa de ser indefenso y frágil, como un ángel.
León arruga su nariz, mira al hombre pensándose bien sus palabras y responde:
—Quiero algo negro.
El tipo alza sus cejas hasta la mitad de su frente y abre la boca como para replicar, pero sacude la cabeza y dice:
—Como desees.
Mientras el beta se va a buscar una prenda adecuada para él, León y Chenli hablan sobre dos vestidos más. Uno tiene volantes y hace que la muchacha de vueltas y vueltas luciendo como un hada y el otro, pegado a la piel, la hace lucir pequeña como si fuese incluso más joven. Ambos le sientan genial, así que la chica decide que por ahora se quedará los cuatro que se ha probado, así que entra a ponerse el último mientras León disfruta de verla más animada que nunca.
—Creo que he encontrado uno perfecto para ti —dice el hombrecillo con un orgullo que le hace sonreír de oreja a oreja y le entrega a León una pieza de ropa delgada y pequeña, pero de un negro que reluce como si fuesen las aguas del mar por la noche.
León toma la prenda, quedándose embobado por el color brillante y a la par azabache de esta y por su textura ligera y suave, es como si la tela se deshiciese en sus manos. Ropa hecha de sombras. León lo toma por los extremos y lo extiende, queriendo ver qué tipo de vestimenta es y en ese mismo momento Chenli sale del probador y se queda boquiabierta. León está rojo. La prenda luce como una blusa grande, pero es realmente un corto vestido con la parte del torso y las mangas hechas de un hermoso encaje negro ceñido y algo elástico y los bajos son una holgada tela parecida a la seda, opaca, pero corta. León debe admitir que pese a la sensualidad de esa pieza, es sin duda elegante y hermosa. Si León fuese descamisado y con pantalones cortos luciría menos insinuante que llevando esa prenda que cubre sus piernas y deja entrever sus lechosos brazos y su pecho, hay algo en el encaje, en el brillo de las arrugas de la seda y en lo ligera y fácil de quitar que parece la prenda que la hace más sugestiva que la desnudez.
—Que atrevido, póntelo. —insta Chenli con una sonrisilla maligna.
El hombre le entrega la prenda con un asentimiento respetuoso.
—Jamás me atrevería a posar mis ojos sobre un omega vestido específicamente para el grandísimo príncipe, así que me retiraré mientras pruebas esta exquisita pieza. Llámame cuando hayas terminado, por favor, y dame tus sinceras opiniones.
León se muestra dubitativo, al quedarse a solas con la jovencita y con esa descarada ropa en la mano se siente nervioso y avergonzado, así que decide cambiar de tema.
—Tu ropa luce muy bonita, el blanco es simple, pero te favorece, además parece muy fresco.
—Gracias, compraré este conjunto también—dice la chica tirando sus pantaloncitos y su camisa holgada, sin darle demasiadas vueltas al tema. —. Adelante, póntelo, si te gusta también lo compraré para ti. No tienes que preocuparte por que te vea, soy beta y tan siquiera estoy interesada en tener una pareja como para que me atraigas. —León se queda pasmado por la sinceridad de Chenli. Ella es fría, directa y cada cosa que dice con tranquilidad es como un puñetazo en la cara, pero al omega le divierte, así que le da la razón y se dirige al vestidor. —¡Y tú! —le chilla al guardia—, espérate fuera, hombre ¿O quieres ser tú quien le explique después al príncipe que has mirado a su siervo personal ponerse ropa de esa clase?
Fin del cap :D ¿Os ha gustado?
¿Qué os ha parecido esta pequeña salida de León?
¿Os gusta Chenli?
Disculpad que sea tan irregular publicando, hay días que me siento bien y desgraciadamente los tengo que invertir en la uni, el resto estoy con ataques o mareada por culpa de la medicación :/ Se acerca el verano, así que tendré más tiempo libre dentro de poco y espero poder relajarme, mejorar y volver a escribir tanto o más que antes.
Os quiero mucho, nos leemos en el próximo cap :D
Por cierto, estoy pensando en abrir comisiones de dibujo (así quizá me pago el psicólogo y no me sale tan caro xd), así que si a alguien le interesa puede seguir mi insta (Luthera_art) o agregarme a FB (diother Lu) o seguirme en twitter (ArtLuthera), donde subiré ejemplos y precios de comisiones ^^
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