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Harry cede la tentación de llevar sus manos al hermoso y elegante vestido de su siervo. La tela negra brillante sobre las piernas lechosas, el revelador encaje sobre el pecho... el alfa se muerde el labio, siente que se perderá en su amante, quizá entre los hilos de su ropa, entre el vaho de los besos, el azul de su mirada ¡En lo que sea! Solo sabe que con León se hunde más y más profundo en un lugar cálido, agradable, que lo agarra y le amarra el corazón, que le nubla los sentidos y la razón. El alfa estruja uno de sus muslos a sabiendas de que dejará su mano marcada.
—¿Y qué pretendes hacer, omega travieso? Te recuerdo que no le hemos pedido a Aura el brebaje para evitar embarazos... aún. —añade en un lento susurro, subiendo su mano y apretando una de las nalgas del omega. Sus dedos no rozan la entrada, pero se acercan un poco y notan ya la humedad.
—No pretendía tener sexo aún, príncipe bobo —le responde el otro con una sonrisa pícara que se pierde cuando se incorpora, sentado sobre el alfa y mirando con detención el camino de vellos oscuros que desciende por su bajo vientre. —, pero tu cuerpo... quiero probarlo, quiero hacer cosas que tan siquiera sé cómo.
—¿Hablas tan jodidamente caliente a propósito o me estás haciendo impacientarme por accidente?
León se encoge de hombros y un escalofrío lo recorre. Baja al cuello del alfa y lo besa, ama lo ancho que es, lo marcada que tiene la nuez y la forma en que sus venas son siempre notorias y la barba raspa un poco. Lame la piel dorada de su amante y ama su sabor a sal, baja con besos pequeños a su pecho, ignorando su pregunta, olvidándola por completo, y le acaricia el enorme cuerpo mientras le sobra el espacio donde posar sus labios. El omega se envalentona, toma su vestido por abajo y se lo saca con rapidez, terminando con el cabello alborotado y las mejillas arreboladas. Desnudo, sobre el príncipe alfa y con el dulce aroma de la excitación flotando alrededor suyo, León toma la decisión atrevida de ser él quien le quite la ropa al otro.
Toma el pequeño cordel de oro con el que Harry se ajusta la ropa a la cadera y trata de deshacer el nudo con las uñas. Se estresa al ver que no le es tan fácil y al cuarto intento lo logra, terminando con las manos temblorosas y una gota de sudor escurriéndole por la frente. El alfa le sonríe con calidez y vuelve a tener las manos tras la cabeza, totalmente cómodo y dejándose hacer por el primerizo omega. Al tener el cordón desanudado León duda, puede bajarle los pantalones a Harry en este mismo instante, pero sus manos se quedan trabadas en el camino. Respira hondo, tratando de sosegarse.
Baja los pantalones del alfa. Despacio. La tela destapa el vello bajo su ombligo, la línea que se ensancha llegando al pubis, las marcas con forma de uve que se pierden en zonas prohibidas. León jadea cuando la erección del alfa es liberada, recuerda que lo vio desnudo, en la bañera, y que era grande, pero ahora que lo tiene delante apenas puede respirar. Le gusta saber que su futuro alfa tiene un tamaño envidiable, pero le asusta a la par. Harry mueve sus piernas para ayudarlo a librarse de la molesta prenda y ambos quedan desnudos, el omega sobre el alfa y este esperando a que León cumpla esos deseos que le ha confesado.
—¿Necesitas ayuda, novato? —le pregunta burlonamente, alcanzando con su mano su excitación y masturbándose muy despacio mientras lo mira con ojos brillantes y entrecerrados.
—No me subestimes. —responde León con media sonrisa, Harry aparta su mano y dice:
—Entonces soy todo tuyo.
El omega traga saliva, está viviendo el sueño de cualquiera omega, casi todos los betas y apostaría a que hasta el de algún alfa, pero no sabe muy bien qué hacer. No es idiota, no desconoce la forma en que funciona el sexo, ha visto a lo largo de tres años perversiones que antes no habría sido capaz de imaginar, pero vistas, las cosas parecen más fáciles. Se humedece la lengua con los labios y lleva ambas manos a la excitación del alfa, desatendiendo la suya. Rodea el eje con sus dedos y no sin dificultad, y empieza a moler sus manos a un ritmo lento y delicioso que hace a Harry cerrar los ojos con tranquilidad y tomar aire por la nariz. León imagina el momento en que él y Harry tengan sexo y un gemido escapa de sus labios, los muerde, tratando de contenerse, pero todo su cuerpo reacciona ante la imagen mental. Harry encima suyo, con las enormes manos llenas de anillos sosteniéndolo quieto y haciéndole sentir escalofríos mientras él lo posee poco a poco, abriéndolo, mostrándole sensaciones que su cuerpo desconocía y lugares profundos donde jamás pensó que nadie iba a martillearlo hasta volverlo loco de placer. Puede imaginar el chispazo de dolor que lo recorrerá, la excitación tremendísima, la suavidad de Harry y a la vez su pícara malicia. León lubrica más todavía, llenando todo de su aroma, y lleva una de sus manos a su trasero, tocando la húmeda apertura. El alfa lo ve mordiéndose el labio, sorprendido por lo erótico de la imagen. León trae sus dedos al frente, cubiertos por una sustancia cristalina y densa y los usa para embarrar el ancho eje de Harry con su lubricante, logrando masturbarlo de forma que este suelta un gemido. Sorprendido por la procacidad del hombre, el príncipe hecha su cabeza hacia atrás y se lleva la mano a la cabeza, peinando sus cabellos fuera de su frente.
León se agacha, los labios entreabiertos, rojos y sumamente atractivos, mostrando sus anchas paletas, los dientes inferiores, solo un poco torcidos, pero perfectos sea como sea, y la lengua rosada saliéndose, dispuesta a probar al alfa. Da una lamida tímida al a cabeza del miembro del otro, su sabor allí es más salado todavía, con un aroma a almizcle y limón que le parece agradable. Se da unos segundos para disfrutar de los sabores que Harry tiene que ofrecerle y le encantan, siempre pensó que si alguna vez debía hacerle un oral a un alfa tendría arcadas nada más se acercase a su entrepierna, pero el miembro de Harry es realmente apetecible. Largo, ancho, levemente curvado hacia la derecha, pero firmemente apuntando al cielo, con una cabeza rosada y suave, perlada por el líquido preseminal, un cuerpo imponente y venoso, que se ensancha hacia su final, allá donde nace de una frondosa selva de cabellos que se rizan y huelen a cítricos.
León prensa sus labios contra la punta de la erección, pero no se retira, sino que abre más su boca y abarca la cabeza con forma de hongo en ella, notando su tamaño invadirle la cavidad y su calor tenerlo salivando por más. Mueve su lengua contra la piel sensible de Harry y succiona sin saber del todo qué hacer y nota la mano de Harry tomándolo de la barbilla y retirándolo.
—¿No te gusta? —pregunta entre la sorpresa y la decepción.
—Cariño, me encanta, pero relájate ¿Si? Si tensas un poco más la mandíbula vas a dejarme los dientes marcados ahí —dice el alfa tratando de no reírse.
León se pone tan rojo que no puede siquiera responderle con algo atrevido y simplemente hace un segundo intento, abriendo un poco más la boca y vigilando que sus dientes no rocen en demasía la excitación de Harry. Su cuerpo se empuja un poco y trata de llegar más hondo, sus ojos cerrados, sus manos sosteniendo el eje de Harry, la boca subiendo y bajando, cubriendo apenas una porción del alfa. Este gime de placer, empuja su pelvis hacia arriba, adentrándose más en la boca del omega y haciendo que este se aleje de golpe por una repentina arcada. Pero León reanuda rápidamente su tarea, disfrutando inmensamente de los estremecimientos del cuerpo de Harry, su forma de tratar de frenar sus caderas cuando ansía embestir la boca del omega y su leve temblor cuando León chupa más fuerte.
El alfa lleva su mano hacia los cabellos del muchacho, que busca con su cabeza el contacto de los dedos. Lo acaricia agradablemente y el frío de los anillos le hace sentir un chispazo emocionante. León se empuja más, queriendo saborear más esa deliciosa sensación de tener la virilidad de un alfa en la boca, queriendo quedarse sin aire y arrancárselo a su amante a base de suspiros y jadeos. Quiere impresionar a Harry, ser el mejor amante, que se borren los recuerdos y no pueda recordar más momentos placenteros que los que él le ha otorgado, que cada orgasmo lleve su nombre, su cara, su... León se retira de golpe, tosiendo con violencia. Tan pronto ha llegado a la mitad de la longitud de su amante su estómago se ha contraído y una arcada le ha hecho arruinar el momento. Ahora, sin aire, León trata de recobrarse. Harry se yergue y le da un par de palmadas en la espalda, intentando calmarlo.
—Tómalo con calma, tonto, es la primera vez que estás con un alfa ¿Acaso esperas ser un maestro del sexo y no un torpe?
—¡Pero no te burles! —le rechista León, rojo de ira y vergüenza y aporreando el pecho del alfa con un puño. Harry se tiene que tapar la boca para no reír. —Eres malo... yo me reiré de ti también la próxima vez que vayas a c-
Harry lo hace enfadar más aún interrumpiéndolo, pero al hacerlo con un beso León prefiere no replicar, así que solo sigue con el ritmo del príncipe. Un ritmo tranquilo, pero erótico, un baile lento en que su lengua se mueve indecentemente en la boca contraria y sus dos manos no pierden el tiempo: la derecha le estruja el trasero, la izquierda acaricia su pecho y termina por pinzar su pezón. León agarra la erección de Harry y lo masturba mientras se besan, sonriendo cuando nota que le tiemblan los labios.
—No parece que sea tan torpe ¿No? —pregunta León en un susurro entre beso y beso, haciendo que Harry le sonría retadoramente y lo muerda.
León se queja, ambos se separan y Harry vuelve a tumbarse mientras la boca de su amante se cierra sobre su pene. León no se presiona esta vez, se deja llevar por sus deseos, no por sus expectativas, y hace a Harry gozar todavía más que antes. Su cuerpo prende mientras aprieta los labios contra la ancha circunferencia, mientras sus pequeñas manos suben y bajan en la base de la erección y su lengua recoge el salado néctar que lubrica los movimientos de su cuerpo. León gimotea con Harry en la boca, sintiendo su cuerpo volverle loco cuando se hace consciente de que ese hombre al que ahora está dando placer no es solo un alfa, un lobo negro que podría tomarlo en sus manos y hacerlo pedazos, sino un príncipe, el gran y honorable hombre que un día dirigirá uno de los imperios más respetados, más temidos sobre el gran continente, cuando cae en la cuenta de que el cuerpo que su lengua está haciendo tensarse, temblar y necesitarlo tantísimo es el cuerpo imponente que en batalla no ha hesitado cuando ha tenido que tomar una vida, que esa piel morena, salada, herida, que sus manos tanto aman acariciar, es la misma que en batalla se cubre de sangre y sudor, que avanza entre tropas enemigas desgarrándose bajo el filo de furiosas naciones, que deja paso al temible pelaje de un lobo hecho para perseguir y matar, cazar y dar muerte.
Y no sabe qué es lo que le gusta tanto de la idea, pero con solo pensar en Harry rugiendo, peleando, matando, sus manos van más rápido, una en la gran polla de alfa, otra en la propia, y su boca succiona con más fuerza, creando un vaivén con la cabeza con el que simula las embestidas de un polvo frenético. Su boca saliva en anticipación, su interior se siente ardiente y puede notar sus piernas tensarse, su agujero lubricar y pulsar, sus rodillas débiles, mientras nota que Harry está por venirse. El alfa maldice bajito, una de sus manos acompaña el movimiento de León, empujando su cabeza más abajo y más rápido, la otra mano se la lleva a la cara para secarse el sudor. El abdomen del alfa se contrae, sus músculos resaltan espectacularmente y León nota en la tensión de sus muslos, en la presión de la mano contra su nuca y las caderas que se empujan más hondo contra él, que es el momento. Toma aire por la nariz y se presiona para tomar más y más de Harry, aprieta la base de su pene firmemente, manteniéndolo en la dirección que desea, y pronto nota el caliente líquido bajándole por la garganta.
Su cuerpo se sacude, traga la semilla de Harry y se masturba más rápido, prendido como nunca mientras disfruta de las sensaciones de lo que acaba de pasar: la respiración pesada, jadeante del alfa, el aroma fuerte y dominante de sus feromonas posesivas y excitadas, del sudor y de su condensado aliento de menta, el calor llenándole la boca, bajando, denso, por toda su garganta, goteándole por una de las comisuras, el dolor de sus mandíbulas, la forma en que le palpitan los labios, en que la lengua pasa una y otra vez por la húmeda punta de Harry, le sensación dura, pulsante y erótica de tener la virilidad de otro hombre en la boca. Su cuerpo se siente como atravesado por magia, puede oler los rayos del sol, sentir cada una de sus células estremeciéndose, cada pequeño pedazo de él creyendo que morirá de placer. Y se corre con un largo gemido.
Harry lo mira orgulloso, sonriendo ladinamente, con los ojos cansados, el cabello pegado a la frente y los pequeños colmillos a los lados de su boca reluciendo de forma seductora. León lo mira con agotamiento, pero feliz, siente que flota en una nube donde se quedará dormido.
—¿Tenías que hacerlo así de bien? Ahora has dejado el listón tan alto que no podré buscarme a otro —se ríe el alfa, incorporándose para tomarlo entre sus brazos.
—Esa la idea, mi príncipe —responde, poniendo cierta musicalidad al posesivo, como si lo saborease. León bosteza abriendo su boca muchísimo y Harry lo mira con ternura.
—Espérame aquí, iré a por una toalla. —sale de la cama, hablando entre susurros como si León no acabase de ser suficientemente ruidoso como para desvelar a medio palacio.
—No es como si me fuese a fugar, bobo —se burla el omega, quedando bocarriba sobre la cama y cerrando sus ojos con cansancio.
Nunca olvida a su pueblo, ni la forma en que fueron masacrados, pero en momentos como este, por un ínfimo instante, siente que todo ha sido un sueño. Que ser feliz todavía es una opción.
Harry lo frota con una toalla húmeda, limpiando los restos de su pasión y dejando su cuerpo aseado. El omega agradece con un ronroneo y ambos se acurrucan juntos en la cama.
Una pregunta salta en la mente de León mientras abraza a su amante, haciendo que le sea imposible quedarse dormido pese a que ya empieza a ser tarde.
—Harry, tu cortejo no será como el que yo espero tener ¿verdad? —pregunta el chico, con una mezcla de pena y curiosidad.
Fin del cap owo
¿Os ha gustado?
¿Qué os parece la relación actual entre los personajes?
¿Cómo creéis que será el cortejo de los lobos negros?
¿Qué pensáis que pasará más adelante?
Porrrr cierto, tengo una noticia que daros: mi nueva historia ("El niñero") ya está en Amazon y empezaré a publicarla aquí en Wattpad el viernes de esta nueva semana hehe Será una historia larga, unas 200.000 palabras de descenso a la locura, algún que otro misterio y mucha angustia que vais a pasar por nuestro pobre protagonista secuestrado 3:)
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