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—La ceremonia ha sido agotadora. —silva Desmond lanzándose sobre la cama.

Se despereza, estira todo su cuerpo y rueda sobre el lecho mientras Tomás oculta una risa porque, visto desde su posición, su amo luce como un enorme gato refregándose contra las sábanas.

—Y muy intensa. —le sigue el chico, haciendo un pequeño puchero.

Desmond se levanta rápidamente de la cama justo después se quitarse su camisa y empezar a batallar con el cinturón para ponerse frente al chico y tomarlo de la cintura de esa forma que tanto le reconforta. Tom apoya su cabeza en el pecho de su amo, respira su aroma balsámico y lo mira con los ojos entrecerrados por el cansancio.

—Ah, se me comían con la mirada, ha sido demasiado incómodo —suspira Tomás. —, aunque ya debería estar acostumbrado. —una pequeña sonrisa lasciva emerge en su rostro mientras se acerca a su amo y ladea la cabeza de forma sumisa. —Además, después de todo lo que has hecho hoy supongo que estarás... —su voz se apaga, tiene la palabra en la punta de la lengua, pero antes de decirla parece que desea pasarla por sus labios y después morderla mientras mira tímidamente hacia arriba de una forma que enloquece a Desmond. —hambriento.

El vampiro asiente sin hesitación, lo mira directamente mientras mueve su cabeza de arriba abajo y una de sus manos juguetea con el primer botón de su camisa. Parece querer advertirlo de que pronto no va a haber tejido alguno que proteja su piel. Tomás sonríe dulcemente, un poco asustado, pero confiando en su amo. Sube sus manos temblorosas y con torpeza se despoja de la pajarita, la mira como si fuese una flor recién arrancada antes de tirarla a la cama y ladear de nuevo su cabeza.

—¿Va a comerme ahora, mi amo?

El mencionado se muerde el labio y retiene la respiración. Tomás luce tan bien mirándolo desde abajo con esa inmensa reverencia en sus tono inocente, en la formalidad de sus palabras y la sensualidad casi accidental de sus gestos que tiene que contenerse para no saltar sobre él ahora mismo y darle una respuesta demasiado directa.

—Preguntándomelo de esa forma casi parece que quieras que diga que sí. —lo molesta, desabotonando su camisa bruscamente de un tirón.

Tomás toma aire abruptamente por la sorpresa y da un paso atrás, pero el vampiro coloca una mano en su espalda y se lo acerca para bajar a su cuello y lamer la tentación que se le ofrece. Nota como el muchacho tiembla por sus actos, su tono de voz y por la promesa de una mordida inminente y sonríe contra su piel. Tom sigue siendo esa pequeña mascota adorable que lo mira con amabilidad y dulce miedo, pero nunca jamás con desprecio y eso le encanta, prende sus instintos de una forma explosiva que apenas puede contener; pero por otro lado no es ya no es una presa indefensa de la que aprovecharse sino más bien a la que cuidar. Tom tiene la suficiente confianza con él como para bromear y reírse, como para hablar de mil y una cosas y abrirle su corazón con crudas palabras e incluso como para preguntarle cuando será mordido y recordárselo al vampiro si se olvida de hacerlo. Siempre tiembla y llora, respira con dificultad y tiene el corazón galopándole como loco en el pecho, pero siempre se aferra a su amo mientras este clava los colmillos sabiendo que ese hombre al que abraza podría matarle en ese mismo instante y siempre se tranquiliza cuando lo siente cerca.

—¿Acaso no quieres decir que sí? —lo reta el chico, alejándose con desdén un par de pasos.

Desmond le sonríe y en un parpadeo aparece detrás de él, empujándolo hacia la cama y acto seguido agarrándolo del cuello para impedir que se vaya esta vez. Su mano no lo asfixia, pero lo toma lo suficientemente fuerte como para dejarle claro su lugar. El rubio se lame los labios cuando nota la nuez de Tomás subir y bajar contra su palma.

—No creo que cuestiones mis ganas de morderte cuando esté bebiéndome tu sangre mientras te mantengo quieto y obediente para mí. —su voz ronca, la presión creciente en su cuello y la sutil lascivia de la amenaza hacen a Tomás bajar la vista abochornado y gimotear mientras un escalofrío lo recorre entero.

—N-no hace falta que me sostengas, yo ya soy obediente... —le responde afinando la voz y ladeando su cabeza, luciendo a propósito tan tentador e indefenso como puede. Desmond traga sangre, se muerde la lengua tan duro que deja de sentirla y aun así teme que no sea suficiente.

—Pero así es más divertido...

Se precipita hacia su cuello y Tomás cierra los ojos. Su cuello está expuesto y los dedos buscando desesperadamente la muñeca de Desmond no para rogarle que deje de ahogarlo sino para sentirse seguro con su contacto. El pequeño castaño es ahora tan accesible que realmente cree que será mordido en los próximo segundos. Respira entrecortadamente y se rehúsa a mirar los afilados colmillos. Piensa en Desmond dominándolo de ese modo tan aterrador, comiéndoselo a bocados y haciendo de su cuerpo un banquete; su pulso se acelera.

El vampiro se siente drogado por el dulce aura que acompaña a su mascota y temiendo perder el control, se aleja de golpe.

—Date una ducha primero, estás muy tenso y necesitas descansar antes de que te muerda. —Tomás se incorpora con las piernas temblorosas y asiente, totalmente desorientado. —Cuando termines quiero que vuelvas a al cama y me demuestres que tan obediente eres mientras te muerdo.

—Sí —responde él alcanzando la puerta. Cuando gira el pomo y su cuerpo está ya prácticamente fuera de la habitación añade, en un suspiro embelesador: —, mi señor.

Desmond necesita hundir la cabeza en la almohada y gritar después de eso. Tomás siempre le resulta irresistible, pero esta noche está seguro de que el humano está haciendo acopio de todos sus encantos para provocarlo. La forma en que bate los rizos de sus pestañas para mirarlo desde abajo como una pequeña, linda criatura y acto seguido mirar a un lado, morderse el labio y mirar al suelo con gestos colmados de sumisión. Por Drácula, es como si el chico estuviese seduciéndolo con su indefensión, desnudándose poco a poco con sus miradas y voces cada vez más finas, más vaporosas y cercanas al jadeo, como si quisiera despertar la bestia en él y ser cazado.

Nunca a ha visto a Tomás así. Él siempre es torpe y distraído, demasiado sincero como para pretender y demasiado vergonzoso como para coquetear, pero ahora... si no ha orquestado su comportamiento Desmond no se lo explica. Cada paso, cada respiración, todo parece parte de una coreografía que logra mover en él las sensaciones que pretende.

Intenta tranquilizarse mientras el chico está aseándose, aunque todavía puede sentir un rastro de su apetitoso olor y hasta oírlo tararear sobre el sonido del agua. Se tumba en la cama y se quita los zapatos y calcetines. Suspira, no, Tomás todavía no abandona sus sentidos, así que tendrá que esforzarse más. Quizá él tome una ducha también cuando Tomás acabe. Se quita el cinturón, se baja los pantalones y piensa en ir a por un pijama, pero la pereza lo gana y decide que dormirá en ropa interior. Tomás no acostumbra a verlo así, pero el chico sabe que no hay razón para estar nervioso.

Y pensar en eso despierta otros pensamientos que no ayudan a Desmond en ese momento. Tomás se ha dejado tocar más últimamente. No han tenido sexo, pero el humano se ha sentido suficientemente cómodo para desnudarse frente a su amo y ser acariciado entero. Más de una vez las caricias han acabado por hacerlo llegar al orgasmo y Desmond no puede pensar ahora en ninguna otra cosa que no sean las leves curvas de Tom retorciéndose en la cama mientras destroza una funda de almohada con tal de no chillar. La forma en que su cabello terroso cae sobre la cama como las hojas de una flor arrancada, cómo se le pega en la frente por esa capa de sudor que lo hace resplandecer, cómo la piel se le sala cuando llora y cómo suspira después, pareciendo quedarse vacío.

<<Es hermoso...>>

Desmond mira hacia abajo y se lleva las manos a la cara: su problema ha crecido. Ha crecido mucho. Lo mejor sería que se pusiera la parte baja del pijama al menos, no quiere hacer sentir a Tomás presionado. Piensa en levantarse de la cama e ir hacia el armario que tiene a solo unos pasos, pero algo le detiene: el sonido del agua deteniéndose. Debe llevar mucho rato pensando en el castaño si es que a este le ha dado tiempo de terminar su ducha. Por lo usual el chico es lento, le gusta hundirse en el agua caliente, distraerse con las pompas de jabón y probar todos los aceites y cremas que tiene en frente o, al menos, olerlos. Cuando Desmond se ducha con él también suele perder mucho tiempo moldeando la endeble espuma entre sus manos para hacerle una barba ficticia al vampiro y después reírse a carcajadas cuando se la coloca. Otras veces incluso se demora tocándolo, no con lujuria, sino con una adoración que hace temblar sus manos. Las primeras veces fue por orden del vampiro, pero recientemente el muchacho se ha adelantado a ellas, enjabonando con delicadeza y esmero al hombre antes de que este deba pedirlo.

Y el problema de Desmond no hace más que agravarse cuando piensa en eso también. Tomás es tan buen chico y está haciendo tan buenos progresos que le cuesta horrores que su mente no transite por otros escenarios donde el chico sería también muy bueno para él. No quiere pensar demasiado en ello, sabe que posiblemente Tomás le odie o se asquee si lo toca de más y tiene todo el derecho del mundo a hacerlo, por eso no quiere crearse falsas ilusiones de que no sucederá.

Escucha un sonido áspero y rápido, la fricción de la toalla con la piel, debe intuir. Recién bañado y perfumado, tardará apenas un par de minutos si no uno en ponerse un pijama y volver a la habitación. Desmond ya empieza a escuchar los pasos hacia la habitación y cierra los ojos, necesita calmarse antes de que el chico llegue para que no haya ningún riesgo. Respira hondo. La puerta se abre y se cierra.

Abre los ojos.

—¿Por qué estás desnudo?

Fin del cap ¿Os ha gustado?

¿Qué sensación os queda después de haber leído ya casi toda la historia?

¿Qué creéis que pasará a continuación?

Gracias por leer <3

Ya que está historia llega a su fin, os recuerdo que estoy actualmente publicando dos más: un Omegaverse (Garras de Omega) y una historia... turbia sobre "amores" obsesivos y secuestros (El niñero).

También estoy planeando dos historias futuras: una BDSM de vampiros (Contrato con un vampiro se llamará) y otro Omegaverse (Cuidando de un alfa salvaje o Salvaje se llamará). Aún no las tengo ni empezadas apenas, pero podéis ver adelantos en el grupo de FB, mi twitter y el Server de Discord owo




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