40

 Ángel se despierta con los ojos un poco rojos y lagrimillas en las comisuras. Se las retira frotándose los ojos furiosamente y de repente dice:

—¿Quieres ir a dar un paseo? No es un bueno que pasemos todo el día en la cama. Comeremos y luego saldremos.

Las palabras me chocan sobremanera ¿Dar un paseo? Hace dos días ni suplicando lograba que me sacase del sótano y ahora quiere sacarme de la casa ¿Qué es esto? ¿Otra trampa? ¿Me pone a prueba? Lo miro con emoción y desconfianza, temiendo decir algo incorrecto.

—Uh ¿Qué te pasa? ¿Te he comido la lengua? —bromea agarrándome de la barbilla y acercándose peligrosamente a mí para decir esas cosas.

Sus dedos en mi mentón y su respiración en mi boca hacen que cierre los ojos inconscientemente, pero él no me besa. Se separa de mí saliendo de la cama rápidamente y luego me tira de la mano para arrancarme a mí también del lecho.

—Espera ¿Vamos a salir... de verdad? ¡No es que no quiera! Realmente agradezco mucho la idea, Ángel, en serio, quiero salir, es solo... no me lo esperaba, después...

—¿Después de lo de esta mañana? —me congelo, aunque no parece enfadado, sino divertido. Yo trago saliva y asiento. —Bueno, precisamente por eso digo de salir. —me quedo totalmente descolocado al oír eso, pero él no me da tiempo a replicar. Me agarra de la cintura por detrás y me conduce hacia la cocina mientras habla —No quiero que escapes, Tyler, así que quiero hacerte lo más feliz posible, al fin y al cabo —llegamos a la cocina, pero con sus palabras roncas en mi oído me siento flotar. Me flaquean las piernas, así que me apoyo en la mesa mientras él me sigue agarrando por detrás y hablándome —¿Cómo vas a cumplir tu parte del trato si no cumplo la mía? Te quedarás conmigo siempre y yo te cuidaré; y aparentemente una parte de cuidarte implica dejarte salir un poco. Lo entiendo, lo horrible que es sentirte encerrado, yo saltaba de alegría cuando mis padres me sacaban a comer en vez de quedarse en casa siempre, así que supongo que debe ser similar. Aunque iremos despacio ¿Si? No queremos ningún desliz como el de esta mañana.

—No lo volverá a haber —corro a responder, sus dedos se afirman más en mi cintura y da un ligero beso en mi cuello, como queriendo calmar el tono histérico de mi voz. —, lo prometo, no habrá otro incidente. —añado intentando sonar más compuesto.

—Claro que no —susurra dulcemente en mi oído. Ángel muerde mi lóbulo y yo me tropiezo un poco, incapaz de sostenerme en mis piernas que parecen de gelatina. Por suerte él hinca los dedos en mi piel, haciéndome un poco de daño, pero manteniéndome firme. —, voy a asegurarme de que no lo haya, Ty, tú no debes preocuparte por eso. Hoy empezaremos paseando por el bosque que rodea esta casa y así no habrá posibilidad de que vayas a ningún lado, te perderías seguro y aunque corrieses en línea recta desfallecerías de cansando antes de poder llegar a ningún sitio.

Yo asiento, todavía temblando un poco por la forma endulzada en que me amenaza. Ángel me ayuda a tomar asiento para que espere mientras él cocina.

Sus palabras me asustan a la vez que me tranquilizan. Por un lado, sé que no hay peligro si vamos por el bosque desierto de los alrededores: él no puede malinterpretar ninguna de mis acciones como un grito por ayuda o un intento de delatarlo si estamos solos. Pero por otro lado la idea de salir de esta casa tan cómoda y llena de luz para adentrarme en un extenso bosque donde, de perderme, moriría sin poder encontrar el camino de vuelta me hiela los huesos.

Ángel empieza a tararear mientras cocina y yo oigo la letra en mi cabeza:

<<Oh, gavina voladora...>>

La dulce voz logra alejar un poco mi miedo. Desorientarme en un bosque a kilómetros de la civilización es aterrador, pero tengo a Ángel conmigo. Él no dejará que pase nada.

Pero ¿Y qué pasará cuando avancemos? ¿Cuándo ya no sea el bosque, sino la ciudad? Cuando salgamos a la calle tomados de la mano como una joven pareja en su luna de miel ¿Voy a quedarme callado? Quiero, debería querer huir, pero no me imagino haciéndolo. Pienso en el aceite caliente, en como prácticamente pude sentirlo en mis mejillas, en mis manos y las plantas de mis pies, en cómo tendré pesadillas en que la piel se me cae, deshecha, como castigo por intentar huir.

Ahora, cuando pienso en escapar, no me siento emocionado, sino enfermo, porque escapar no significa ser libre, sino fallar y ser castigado por Ángel. E incluso si lo consiguiese siento que la culpa me persigue. Él está tan perturbado que cree que hace algo bueno, cree amarme y si le dejo creerá que le he roto el corazón de nuevo. Y no quiero dañarle, pero no puedo relajarme solo porque él es de repente amable, en cualquier momento el interruptor chasqueará y el daño que me haga será irreversible, si no lo es ya.

Pero ¿Cómo lo haré? ¿Y si me está mintiendo y no me llevará nunca más allá del bosque? Por ahora mi mejor opción es la que ha sido siempre ha estado en el cuenco de la entrada: las llaves del coche. Pero piensa en ellas y un escalofrío me recorre. Le he prometido a Ángel que no lo volvería a hacer.

—Ya está listo todo —dice él con una sonrisa, volteándose hacia mí con dos grandes platos de carne y verdura en las manos.

—Gracias —digo con voz descompuesta viendo como sirve mi ración. La carne está algo sonrosa y luce jugosa, cubierta por la misma salsa que las verduras. — y gracias por dejarme salir hoy. Estoy algo nervioso —confieso dejando ir una pequeña risa.

Él se sienta en frente mío y apoya su mejilla en los nudillos, sonriendo como un adolescente enamorado.

—Será como una cita —dice ampliando más su sonrisa. Sus mejillas se colorean un poco y no puedo evitar sentir calor en las mías —, nunca he tenido una, voy a parecer todo un patán ¿Tú has tenido alguna?

Niego y me abstengo de responder mientras mastico un pedazo de carne. La comida de Ángel es deliciosa, el sabor braseado de la ternera y la dulzura de la salsa hacen una perfecta combinación. Comer bien me hace sentir tan, tan cuidado y querido.

—No soy de citas —le explico, luego me limpio un poco la boca con la servilleta y sigo hablando con naturalidad —, no he tenido parejas nunca, no que recuerde, así que todo lo que he tenido era de una sola noche y con personas que no volvía a ver más.

Ángel me mira muy callado, sosteniendo el tenedor con tanta fuerza que la tiembla el puño. Abre la boca, después la cierra presionando sus labios hasta dejarlos pálidos y aparta la mirada, pensativo.

Debería haberme callado ¿Y si se enfada y me hace daño?

—No soporto pensar en eso —escupe de repente, sonando más cansado que iracundo. Me mira con ojos glaucos, de grandes bolsas y párpados caídos, y sigue con su comida. —, pensar en otras manos sobre ti, en otros ojos contemplándote. No soporto imaginarte dándole placer a otro ni a otro dándote placer a ti. Tyler, los momentos en que estás vulnerable y sonrojado, en que te va rápido el corazón y tienes pequeñas lágrimas en las pestañas, los momentos en que haces toda clase de sonidos bonitos y luces tan adorable como un ángel... esos momentos son míos ¿Lo entiendes? Nadie más puede verlos. Quiero que seas mío.

—Ya soy tuyo —admito en un suspiro. Tan siquiera he tenido tiempo de pensar, de sentir algo respecto a estas palabras. Ahora, tras pronunciarlas, me azora una mezcla de disgusto y miedo. —. Me has encadenado bajo tu casa, me has borrado de mi antigua vida y obedezco todas las órdenes que me das. Mi cuerpo... lo has roto y no creo que pueda usar bien el brazo de nuevo y la pierna, yo... creo que me dolerá andar siempre. Lo has logrado, Ángel, soy tuyo. Ya me has quitado todo ¿Qué más quieres?

Él suelta una pequeña risa sarcástica. Siento escalofríos tan profundos que por un momento no soy de carne y hueso, solo de piel erizada y sudores fríos.

—Estoy solo empezando contigo, Tyler —susurra con ese tono seductor que lo hace lucir como si se deleitase sabiendo que tiene todo el tiempo del mundo para cumplir sus palabras. Me sonríe, llevándose un pedazo de comida a la boca y masticándolo despacio. Yo no puedo ni moverme, mientras, él toma tranquilamente la servilleta, traga y se limpia las comisuras. —. Hay partes de ti que todavía se resisten a mí, no soy tontito, Ty, sé que aún piensas en escapar. No ahora mismo, estás asustado por lo que ha pasado hace poco, pero si te dejase el suficiente tiempo y fuese lo suficiente despistado al final volverías a sentir esa chispita de esperanza de que puedes huir de mí. Quiero apagarla, moldearte a mi gusto.

Me llevo una mano a la boca, intentando no vomitar. ¿Más? ¿Va a hacerme más daño todavía? Y yo ya siento como me resquebrajo.

—¿Y qué harás? —pregunto temeroso —¿Vas a romperme más huesos, vas a cortarme las piernas para que jamás pueda correr lejos?

Siento mi estómago hundiéndose cuando me doy cuenta de que le he alzado la voz. Ángel me mira muy serio desde su indescifrable máscara y yo, por dentro y por fuera, me deshago. Lloro, jadeo, no puedo soportarlo ¿Le he enfadado? ¡No tiene derecho! ¡Estoy siendo bueno! ¡Estoy siendo obediente! No tiene derecho a seguir torturándome, no cuando estoy haciendo todo lo que pide...

Entonces vuelve a reír. No es una risa sarcástica esta vez, sino suave y melosa. Agradable.

—Tonto, no me lo paso bien haciéndote daño, no hables como si estuviese buscando excusas para mutilarte. —dice con el ceño un poco fruncido, pero una sonrisa divertida todavía en sus labios. Vuelve a enfocarse en su comida mientras sigue: —Si quiero hacerte mío... la fuerza bruta solo penetra hasta cierto punto, no va más allá de la carne. —hunde su cuchillo en la tierna carne, cortando un pedazo con lentitud y cuidado, como si estuviese llevando a cabo una operación delicada. Luego pincha el trozo de carne bañado en salsa, lo analiza un poco y luego me mira a mí. Siento escalofríos cuando muerde la carne: —Yo quiero pensar que estoy haciendo un trabajo mucho más profundo contigo.

Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

¿Os ha sorprendido que Ángel proponga un paseo?

¿Creéis que se está ablandando?

¿Cómo pensáis que irá su pequeña "cita"?

¿Creéis que Ty habla en serio cuando dice que no volverá a intentar escapar?

Gracias por leer<3


Comentarios