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León cree que se desmayará por la intensidad del momento. En menos de veinticuatro horas ha pasado de sufrir un ataque por culpa de que su alfa se iba a casar con el enemigo a portar la marca de su amor en el cuello. Incluso cuando ambos se paran frente a Gandel en el escenario de arena y lobos y se toman de las manos, escuchando las palabras ancestrales del sabio, León tiene una sensación de irrealidad que le hace parecer que flote. Es del mismo tipo de sensación que cuando uno se hace consciente de que está en un sueño, pero no sabe cómo salir de él; en este caso él tampoco querría.

Gandel pronuncia unas oraciones en una lengua que no entiende, pero que suena llena de sabiduría. El tono ronco, monótono, el calor, el mareo y la gran emoción del momento hacen que León se siente débil y disperso, pero cuando sus ojillos se cierran, Harry le aprieta un poco la mano y lo mira con esa sonrisa de hoyuelos que le asegura que nada puede salir mal. Y León vuelve a creerle, porque Harry parece un ángel y no puede dudar de alguien que le hace sentir se esa forma con solo un gesto.

El hombre termina sus palabras con un grito al cielo, después señala con el dedo índice a la pareja. Su dedo huesudo está coronado por una larga uña que parece cristal. Harry extiende su mano derecha y León lo imita, sin entender muy bien qué sucede. El anciano coloca su dedo sobre la enorme palma de Harry, siguiendo las líneas de la vida en ellas.

—Unidos —dice el hombre —en carne, alma y en el líquido que los dioses nos regalan para que podamos vivir: sangre.

La uña se clava en la palma de Harry, la atraviesa de punta a punta, formando una gruesa línea de sangre oscura. El omega retira su mano con miedo cuando el anciano se acerca a él con el índice manchado de sangre y repite las mismas palabras:

—Unidos en carne, alma y en el líquido que los dioses nos regalan para que podamos vivir: sangre.

—Cariño —le dice al omega en un susurro, el anciano busca su mano sin hallarla y ahí León ve que tiene los ojos cerrados. —, no pasa nada, dame la otra mano y aprieta si duele ¿Si?

La pequeña manita de León rodea solo el índice de Harry y lo aprieta con un agarre doloroso ya antes siquiera de que el anciano le corte. León lo ve acariciarle la palma con la yema suave, espera con horror a que lo corte y cuando llega el momento cierra los ojos. Siente un pinchado que provoca un amago de esconder la mano, luego una línea ardiente que le atraviesa la mano y le hace apretar los dientes. Duele y es angustioso notar como la piel se separa y la sangre se acumula en la mano como gotas de lluvia en una hoja, pero puede soportarlo. Abre los ojos, reconociendo el aroma de la sangre de su alfa y la propia, pero confundido por un tercer hedor. Una sangre con extraño tufo a librería y cenizas. Ve al anciano exponer su palma, tan llena de cicatrices que sus líneas del destino se han borrado y reescrito en mil direcciones enlazándolo con la de muchos otros matrimonios. El anciano opera el mismo corte preciso y lento en su mano también, después aprieta el puño, exprimiéndose la herida con un rostro lleno de serenidad y deja caer sus gotas en los charcos de sangre de Harry y León.

—Es su bendición, su sangre es el permiso de los dioses. —explica amablemente el alfa y León se siente más tranquilo, aunque sigue sin saber qué viene después. Por suerte, Harry parece poder leerle el pensamiento y le dice: —Ahora, tocamos nuestros corazones, les recordamos por qué laten.

Harry lleva su palma ensangrentada al pecho del omega y este hace lo mismo, buscando los latidos de Harry. La sangre caliente, las heridas pulsantes y los corazones latientes se conectan como si no hubiese carne de por medio. Los latidos de la mano abierta y del corazón tocado se confunden entre ellos, formando una continuidad hermosa entre el corazón de Harry y el de León, como si fuesen el mismo ser. Líneas de sangre bajan por el pecho de ambos lobos, por el de Harry, entre las enredaderas y las flores, como si fuese un rosal que se pincha con sus mismas espinas, por el de León, entre el cuero y las cadenas, como una herida de guerra.

—Te amo, Harry.

El hombre le sonríe con dulzura, Gandel se aleja, su trabajo ahí ya está hecho. El público cierra los ojos, como si fuese impuro ver la sangre de ambos consortes, como si el alma de les escurriese de las manos, derramándose en el otro, bañándolo. El omega respira una extraña calma metálica, mira a su alfa que tiene lágrimas de alegría amenazando con caer, mezclándose con las motitas brillantes que trae en los lagrimales, haciendo que luzca como un dios que llora oro. León llora también, finas gotas color noche manchan sus mejillas y se acerca para besar a Harry. Cuando sus bocas se rozan el mayor para y murmura:

—Te amo, León.

Fin del cap hehe ¿Os ha gustado?

¿Qué os ha parecido la ceremonia?

Sería precioso si todo acabase aquí, peeeeero no lo hace, así que ¿Qué creéis que pasará a continuación?

¿Tenéis esperanzas de un final feliz o creéis que habrá uno triste?

Gracias por leer <3


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