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—León —la voz de Harry atraviesa al nombrado cual puñal, matándolo en su sueño, clavándolo en un despertar brusco. El alfa está sentado en la orilla de la cama, lo mira con el ceño fruncido y en la puerta está Hermalias asomada, que asiente y se va sin cerrar. —, cariño, despierta. Han convocado una reunión urgente del consejo.

León asiente, tiene la cabeza en blanco y se le drena el color del rostro por el susto. Con prisas, se pone una blusa blanca y simple que le permite ir más tapado y sigue a Harry por los pasillos. León sabe que las reuniones periódicas del consejo son rutinarias, pero las reuniones urgentes ya son otro asunto. Uno preocupante. El alfa nota un tirón en su cuello y se voltea, sabiendo que la incomodidad es su vínculo avisándole de que León está nervioso a más no poder, así que desacelera un poco, poniéndose a la altura del chico que le sigue con pasitos descalzos y sonoros, y le toma de la mano. Hermalias anda delante de ellos, rápida, seria, pero no les da prisa cuando ve por el rabillo del ojo a Harry retrasarse para calmar al pequeño.

León le coge con mucha fuerza de la mano, dejándola blanca, y aunque Harry está sorprendido por lo que le duele el agarre del menor, no dice nada. Al entrar en la sala están todos sentados alrededor de la imponente mesa, en esas sillas que León sabe muy bien que le hacen ver como un cachorro estúpido que no llega ni al suelo con los pies ni a la mesa con los brazos. Es humillante, pero debe morderse la lengua y seguir, demostrarles que el vale como para llenar un trono y no armar un maldito berrinche por una pequeñez como esa, por muy mal que le siente. Harry, por su lado, siente un deja vu y se le revuelve el estómago. Recuerda la reunión en que le dijeron que debía casarse con Lady María.

Ambos notan el sabor amargo de los pensamientos ajenos en el final de la boca, se miran, León mordisqueándose el labio, Harry cubriendo su preocupación con una sonrisa con hoyuelos, y ambos se sienten mejor. El alfa se sienta en la silla capital que encabeza toda la larga sala y le recorre un escalofrío al ocupar el lugar de su padre. León se pone a su lado, en el lateral izquierdo, encarando a Gerard, que no deja de mirarlo.

—Bien, estamos todos —dice pasando la vista por los presentes; la familia real está, a excepción del antiguo rey, todavía echado en falta por todos, también se hallan ahí Kajat y Aura. —Hermalias, comunícame el problema.

—Un mensajero oficial del reino de Vento se ha presentado en el cuartel esta mañana, estaba desesperado, ha corrido durante un día y medio sin descansar para poder llegar tan rápido aquí. Su majestad, los lobos de Kez están atacando salvajemente el reino de Vento y como nosotros les pedimos tantos refuerzos ellos se hallan en minoría militar frente a los atacantes, están usando a los guardias de las ciudades para defenderse, pero apenas tienen soldados experimentados. Están masacrando a sus tropas y pueblerinos, están tomando a niños de rehenes y violando a sus omegas. Vento no puede defenderse sin nuestra ayuda y si los lobos pardos toman Vento nos quedaremos sin poder en el otro lado de las montañas, sería sumamente peligroso.

Harry traga saliva y aprieta el puño. Ante todos aparece como un hombre tranquilo que piensa fríamente las cosas antes de tomar la decisión más savia, pero León puede sentir como se le hunde el estómago por la impresión. Harry está cayendo ahora mismo en un abismo, está asustado, preocupado, con el cachorro dentro suyo aullando para que su padre venga a sacarlo de ese enorme lío y solo León puede sentir esa desesperación. Él también está increíblemente angustiado, conoce de sobras la brutalidad de los lobos pardos y no puede imaginar a un pueblo lleno de hermosos seres como Paola sufriendo un destino tan horrible como el que sufrió el suyo. León pasa una mano por debajo de la gran mesa y busca la pierna de Harry. Le aprieta la rodilla, se le acaricia y lo oye respirar por primera vez en el último minuto y la pesadez con la que su corazón se hunde pierde un poco de laste. El nudo de afloja, oprimiendo menos el pecho de León, indicándole que Harry está un poco más calmado.

—Sospechamos que es una forma de venganza por haber rechazado a Lady María, mi señor. Los lobos de Kez jamás se arriesgarían a atacarnos a nosotros, pero si atacan y vencen a uno de nuestros aliados, especialmente a los Vento, puede que crean que eso nos presionará lo suficiente como para que usted rompa su matrimonio y despose a Lady María. —explica Kajat.

Harry aprieta sus dientes.

—Es una falta de respeto a mi reinado. Si dejamos que ahora que el rey ha muerto unos lobos tan patéticos como los Kez acorralen a uno de nuestros aliados más fuertes será como decir que soy un rey inepto, una excelente invitación a que cualquier reino de poca monta nos declare la guerra. Si ellos pretenden insultar mi nuevo reinado así solo tenemos una opción: aplastarlos. Debemos demostrar nuestro poder, responder desmesuradamente y dejar claro que con la muerte del rey Towen no ha muerto el poder nuestro imperio. Debemos demostrar que siguen teniendo razones para temblar de terror ante la idea de una guerra con nosotros.

—Mi rey —León dice, apretando los puños con rabia y frustración, con su lobito aullando de tristeza al comprender que Harry no estará ahí dentro de poco. —, si debes marchar a la guerra contra los Kez... no tengas compasión igual que ellos no la tuvieron con mis gentes, igual que no las tendrán con las gentes de Vento. Mi rey, sé que debes partir y me rompe el corazón, pero, por favor, quiero que confíes en que dejas la corona en buenas manos. Quiero que no te preocupes por lo que sucede aquí, porque daré todo de mí para mantener Seth seguro, y quiero que allí solo pienses en cuidar de ti y de tus soldados, en proteger a los lobos de fuego y en quemar hasta las cenizas a todos y cada uno de los Kez.

Harry le sonríe orgulloso, radiante, y aunque León tiene lágrimas en los ojos al hablar, sabe que ha demostrando ante todos una entereza que no esperaban de él. Sabe que todos tenían en mente que León lloraría para que su alfa no se fuese, se escondería en su habitación durante las reuniones como un cachorrillo y bajaría la cabecita con la sola mención de la guerra, pero le llena de honor ver a su lobito blanco enseñando sus garras.

—Bien, así será. —declara el alfa con tono duro. Una parte de él le suplica que se quede, advirtiéndole de los peligros de dejar a su omega recién marcado solo, pero sabe que esconderse tras los muros de palacio mientras el enemigo gana terreno es muchísimo más arriesgado. —¿Alguien se opone a esta guerra? —pregunta Harry, mirando a todos los presentes.

—Mi señor —interrumpe Gandel con su voz silbante —, los dioses auguran un escenario aterrador. Un escenario que no parece propio de lobos pardos, la guerra será, mi señor, pero será peor de lo que imagina.

—Llevaré más soldados entonces —le responde firmemente, a lo que Gandel asiente con profunda aprobación.

—Mi señor —dice ahora Aura, alzando su voz pueril y aguda. —, los heridos de guerra no podrán ser tratados en Vento, pero si he podido salvar al mensajero yo y mi equipo podremos salvar a más soldados. Al llegar debe ordenar que los heridos que puedan ser transportados sean traídos a Seth, si no, en medio de una guerra, morirán.

—No puedo llevarme a demasiados hombres para esa tarea, pero entiendo tu preocupación. Aura, tú debes quedarte para atender a los miembros de palacio por si pasa algo, pero prepárame un escuadrón de tus mejores médicos; no pueden ser más omegas ni betas que alfas, porque no iremos en carruaje, sería demasiado peligroso ralentizar el viaje. Kajat, Hermalias, vosotros debéis ir preparando al ejército que me acompañará. Yo no tomaría a más de tres mil hombres, pero si los dioses auguran una batalla realmente dura... que sean cinco mil. Es peligroso que yo deje el palacio tras la reciente pérdida del rey porque eso, Kajat, tú te quedarás aquí. Te asigno como guardia personal de mi consorte, protégelo con tu vida. Tú, Hermalias, no puedes luchar a menos que aprendas a hacerlo con solo la mitad de la vista, pero si te quedas aquí no servirás de nada. Vendrás conmigo, pero no estarás en las filas de batalla, sino dirigiendo a los guerreros tácticamente. Kajat, asígnale tus mejores guardianes para que no tenga que luchar, manda con ella cinco alfas y cinco betas arqueros que sepan montar en alfa.

—Mi señor —dice Paola con el ceño fruncido. Lendra le está dando la mano y León puede ver como la omega pelirroja se la aprieta hasta hacerla enrojecer. —¿Cuándo partirá? Estoy preocupada por mi familia.

—Esta tarde se dedicará a los preparativos. Esta noche habré partido antes de la hora de cenar.

Todos asienten silencio, León le aprieta la rodilla, su lobo protesta, pero él se calla. El nudo los aprieta a ambos, un hilo fino que aprieta sus corazones como el filo de una espada. Ambos se sienten sangrar por dentro, entristecidos por la idea de separase.

—Le reunión se levanta.

Dicho esto, todos se alzan de sus sillas y hacen una pequeña reverencia en silencio, se mueven despacio y luego salen de la sala sin comentar una sola palabra.

—Mi amor —Harry se inclina y besa la coronilla del chico— ¿Quieres ir a rezar?

León asiente.

—Por favor. —dice con un hilillo de voz.

El alfa lo guía tomándolo de la mano hacia esa habitación que Kajat le explicó hace tiempo que él tenía prohibida. Ahora él es parte de la familia real, los dioses deberán aceptarlo, aunque sea a la fuerza, y lo mismo con los familiares de Harry, con el pueblo mismo y hasta con los aliados. León puede sentir que tiene el mundo en su contra, pero mientras Harry le sostenga de la mano todo estará bien.

La sala es sorprendente. Él está acostumbrado a contactar con los dioses mirando al sol, notando su calor, su luz a través de los párpados, pero la sala donde la familia real reza es una habitación completamente oscura. El omega no sabría decir si es grande o pequeña o cual es la forma que tiene, ni de qué están hechas las paredes, lo único que ve es un candelabro en medio de la sala, en una alta y delgada tarima de piedra oscura. La luz danzante de la llama apenas logra arrojar claridad sobre el suelo y luce como si estuviese suspendida en el aire. León se acerca en silencio, conteniendo la respiración, las feromonas de Harry son enmascaradas por el olor a humo y polvo y el sonido del fuego chasqueando es suficiente para mantenerlo en tensión.

—Aquí es donde un omega, cuyo nombre por desgracia ya no se recuerda, dio a luz al primer rey de los lobos negros. Es el lugar donde nace nuestro linaje, donde los dioses nos infundieron este enorme poder que tenemos por primera vez. Por eso rezamos aquí —explica el alfa. Su voz parece expandirse por una enorme habitación con forma de huevo y rebotar en todas las direcciones. León se encoge un poco, abrazándose a Harry cuando la voz de su alfa le vuelve, deformada, ininteligible, como los susurros de alguien de otro mundo. —, lo hacemos a oscuras para honrar nuestro pelaje del color del abismo. Aquí, en Seth, la oscuridad no es temida, es apreciada con tanto amor como la luz que nos da la vida e incluso más porque es en la oscuridad de la noche que los amantes se unen y que las vidas de los lobos se siembran, es en la noche que honramos a los muertos para no permitir que nadie caiga en el olvido y es en la noche que atacamos, porque bajo la luz de la luna nosotros nos fundimos con las sombras y lo único que se ve son los ríos de sangre de los enemigos. No es como rezaba tu pueblo, pero es como reza el mío y es el mío quien librará esta guerra, así que, León, me sería un gran orgullo que te arrodillases y rezases como uno de los nuestros por mi éxito en la batalla.

La voz de Harry parece flotar a su alrededor también, ingrávida como el humo que emana del fuego y se disipa en las tinieblas, eterna. Solemne. Harry tiene una elocuencia que siempre lo embruja y un tono de voz viril, pero calmado, que está seguro de que los dioses le han regalado por algo, ahora, en la absoluta oscuridad, seducido por la movimientos tímidos de la llama, León atiende a las palabras del príncipe como si fuesen órdenes.

—Rezaré por usted, mi majestad. —declara León sin vergüenza ni duda alguna. —Me has acogido en tu familia y tus dioses me acogerán en tu linaje, no quiero ofenderles con mi silencio. Rezaré.

Harry asiente con una pequeña sonrisa, ambos caminan hacia la llama y al llegar el alfa le suelta de la mano y con un gesto le indica a León que debe arrodillarse; al hacerlo junta sus manos, preparado para su rezo. Harry sopla la llama antes de hacer lo mismo. Ambos quedan sumidos en una oscuridad estremecedora. La negrura lo envuelve todo, lo devora todo, e incluso parece hacer desaparecer los sonidos de la respiración de ambos lobos en ese eco extraño que suena como susurros. Por un momento, la oscuridad total hace perder a León la conciencia de su propio cuerpo y no es hasta que no mueve un poco sus rodilla, rozándolas contra el duro suelo, que no se asegura de que él sigue ahí.

El silencio le hace sentirse solo, incluso si sabe que el alfa está a su lado; de hecho, duda de ello: la oscuridad, los susurros, y el tenue aroma a vela parecen borrar toda señal de la presencia de Harry. León se tranquiliza, se concentra en la sensación de las palmas de sus manos unidas, en el curioso acto de los dedos de ser tocantes y tocados a la vez. Entonces piensa en Harry, en cómo se siente se tocado por sus callosas manos, en cómo se siente tocar sus hermosas cicatrices. En cómo desea poder acariciarlo de nuevo, que vuelva de la batalla. Se dice que no tiene de qué preocuparse, su pueblo cayó ante los Kez porque los alfas blancos no estaban preparados para la lucha, pero el moreno pueblo de Harry es un pueblo mil veces más guerrero que el más guerrero de los Kez. Sin embargo, las palabras de Gandel...

León pide a los dioses que pase lo que pase, hagan lo que hagan, no permitan que nada malo le suceda a Harry. Les promete que él cuidará a los lobos negros en el imperio si ellos cuidan de los lobos negros en la guerra. Harry reza pidiendo una venganza digna del pueblo de León, quiere poder matar al rey Dem con sus propias manos y llegar a palacio con los dedos manchados de sangre para calmar la sed de su amado.

—Mi rezo ha terminado, León. Avísame cuando estés listo. —la voz de Harry le eriza la piel, sobre todo porque es incapaz de entender de dónde viene. En esa sala la oscuridad parece el refugio de cosas imposibles. Harry parece fragmentado en mil pedazos, todos hablan a la par, unos distantes, otros en cada uno de sus oídos.

—Estoy listo. —murmura León y cuando Harry le coge la mano siente que lo acaba de arrastrar de vuelta al mundo real. Lo ayuda a levantarse tirando de él y rodeándole los hombros luego.

Al llegar a la puerta y abrirla, León siente que se deslumbra, que jamás ha visto tantísima luz en la vida. El palacio, blanco y brillante, le sorprende ahora tanto como la primera vez que lo vio. Se dirigen a su alcoba mientras todos los empleados corren por los pasillos y los soldados desfilan en tono marcial, haciendo los preparativos para irse. Afortunadamente los únicos preparativos que debe hacer Harry por ahora son descansar un poco.

<<Y despedirme de León>>

Traga saliva, odia la idea de despedirse. Odia recordar que cuando se despidió de su padre para aquel viaje rutinario nunca pensó que no habría próxima vez. Odia pensar que ahora no la habrá.

Fin del cap ¿Qué os parece?

¿Os parece un final de capítulo tenso?

¿Qué pensáis del ataque de los lobos pardos?

¿Creéis que Harry podrá con ellos?

¿Y qué tal creéis que se las apañará León sin él?

¿Qué pensáis de lo que ha dicho Gandel?

Ojalá os haya gustado mucho el cap <3 Nos leemos en el próximo y recordad que en mis otras redes voy subiendo adelantos de mis próximas historias (la próxima que haré es una larga historia erótica BDSM de vampiros hehehehe)


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