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Harry flanquea el bosque virgen, viendo desde la distancia una nube de humo negro que se levanta sobre la capital de Vento. El símbolo de las casas quemadas por invasores violentos. Ruge con la furia de un dios y el sol es tapado por bandadas de pájaros que huyen de su grito de guerra; sus soldados le responden con aullidos belicosos llenos de honor, un sonido vibrante, animal, que cualquiera calificaría de irracional, pero en el que Harry es capaz de leer una promesa de lealtad eterna de sus soldados, un <<Confiamos en ti, nuestro rey, guíanos a la victoria>>.
Su corazón se acelera un poco más de lo normal y su ritmo se ralentiza cuando nota que una fuerza lo empuja hacia atrás, se voltea ¿Alguien le ha tirado de la cola? Imposible, no ha sentido el agarre en ella y tampoco tiene a ningún lobo pisándole los talones. Ha sido una fuerza invisible, como un soplido de viento furioso. Harry tarda unos segundos en percatarse de que es el nudo, algo sucede con León, algo le inquieta, pero no sabe qué. El omega lo reclama, arrastrándolo, pesándole en las espaldas. La preocupación crece en su interior, pero debe mantener su mente aquí, en Vento, él no puede salvar a León de sus angustias estando tan lejos, pero sí puede salvar a sus soldados y los lobos rojos si se centra y lucha con todo su ser.
De reojo ve los bosques frondosos de la tierra virgen de los Vento, las plantitas oscuras, el denso follaje. Siempre le ha resultado un lugar inquietante, siempre se ha sentido acechado cuando pasaba por delante, como si cada hoja de los matorrales fuese un ojo de dios viéndolo con una atención que no permite ni un parpadeo, siguiéndolo con la mirada, callado. Pero no puede pensar en eso ahora, debe correr más rápido, más furioso, dejar ese bosque atrás y entrar de lleno en la batalla.
Desde ahí puede verlo: lobos rojos peleando con lobos pardos; los rojos son más fieros, más grandes, parecen crecer como llamas cuanto más se enfurian, pero también son más escasos y grupos de lobos pardos acorralan a los otros, sofocando su llama hasta reducirlos a hombres tirados sobre el suelo, inmovilizados. El rojo pasa de ser fuego a ser sangre. Sin embargo, los lobos pardos no son ni la mitad de los necesarios para hacerles frente al ejército que Harry carga a sus espaldas.
El lobo sonríe, confianzudo, y muerde el cuello del primer lobo pardo que halla, el animal da un chillido patético y Harry lo corta de un chasquido: el sonido del cuello partiéndose bajo sus mandíbulas. Lo escupe como si fuese un pedazo de carne podrida, después se destransforma, volviéndose hombre y dejándose tapar por la tela raída que traía al cuello como lobo. En su espalda cuelga la gran espada que toma con una mano y la alza hacia el sol, viéndola brillar antes de cubrirla en sangre.
Los lobos rojos corren hacia su ejército de canes negros, buscando esconderse tras sus filas para obtener un respiro y volver a la batalla, y los vigorosos soldados oscuros atacan, convertidos en hombres y mujeres, con espadas en mano, impidiendo a los pardos alcanzar a los pobres soldados y pueblerinos que buscan refugio.
—¡Venid a mí! —Harry ordena con la poderosa voz de mando. Por un segundo la guerra parece detenerse: la voz lo arrasa todo creando un silencio donde no sopla el aire, después la tormenta estalla.
Los ciudadanos de Vento corren en estampida hacia Harry y su feroz ejército, sorteando a los soldados, escondiéndose tras sus filas. Después los lobos pardos acuden al llamado como una avalancha, buscando vencer a los hombres y mujeres de Harry y hacerse con las indefensas presas. Los omegas bajan de los lomos de los alfas, cargando sus grandes bolsas llenas útiles: estiran mantos limpios en el suelo, ponen a los enfermos y heridos sobre las telas y se arrodillan a su lado vaciando botas de agua en sus heridas y rasgándose las ropas para parar el sangrado con torniquetes hechos de harapos. Los betas los rodean, tensando sus arcos hasta formar una rueda de flechas a su alrededor y varios alfas los resguardan también, permitiendo que las líneas ofensivas estén bien separadas de la sección de médicos.
Harry agita su espada en el aire y tres cabezas ruedan a sus pies, después corta la trayectoria, la proyecta hacia el suelo, atravesando el tobillo de un cuarto hombre. El lobo pardo grita, Harry lo toma el pelo y le empuja la cabeza tan fuerte contra el filo de la espada, incrustada en su tobillo, que le atraviesa medio rostro, matándolo en el acto. Otro hombre lo ataca por la derecha, el alfa no tiene tiempo a desencajar la espada del cadáver, así que no lo hace. Da una patada alta, bajando su torso hasta que la melena le roza el suelo, subiendo su pie hasta que da en el codo del enemigo, volviéndolo hacia dentro. El hombre chilla sosteniéndose el brazo roto y la espada se le cae de las manos en el acto, Harry se acerca con la mano agarrotada y lo toma del rostro: clava el meñique y el pulgar en las mejillas, apoya el dedo medio en la frente y con el índice y el anular presiona bajo los párpados del hombre hasta que le salta los ojos. El soldado se retuerce en el suelo, pidiendo la muerte y Harry no tiene ni tiempo ni compasión para dársela.
Arranca la espada del suelo y corre hacia dos hombres que gritan mientras se dirigen a él, pretenden atacarlo cada uno por un lado, sin dejar que Harry pueda flanquearlos, pero no cuentan con que el brazo del hombre es largo debido a su altura y con que su espada mide más de un metro. Con esa extensión el rey no tiene problema con alargar la espada a la derecha y segar horizontalmente, partiendo a ambos atacantes a la mitad antes de que tengan la opción de alcanzarlo. Huele la anticipación de un alfa detrás y no necesita mira para llevar la mano a su espalda, agarrar la muñeca que dirige el arma a su espada, retorcérsela y empujar hasta lograr que el asesino se atraviese el propio corazón con ella.
En menos de cinco minutos los lobos rojos están todos protegidos y los lobos negros avanzan, matando a tantos pardos que Harry tiene la certeza de que la batalla durará solo unos minutos más antes de que aplastante victoria. Harry se permite retirarse del frente unos instantes, volteándose a comprobar el estado de sus hombres: dos de los miles de lobos parecen heridos, pero no hay ni una sola baja. Analiza con su mirada los fondos de su ejército y ve, junto a los médicos, a Hermalias dando fuertes órdenes, diciendo por dónde atacar, por dónde cubrir, por dónde engañar. Sus brazos golpeaban el aire como brozas furiosas pintando una victoria. Harry le sonríe con orgullo, aunque Hermalias no puede verlo debido a la distancia y su ojo perdido.
Entonces Harry ve algo que Hermalias no habría podido ver siquiera con cuatro ojos, algo que él mismo duda cuando los dos suyos lo captan. El rey aúlla, tratando de advertirla, y el mundo parece moverse a cámara lenta hacia lo inevitable. El rostro de Hermalias buscándolo con confusión, sus cabeza torciéndose, su ceño frunciéndose, cuando halla los ojos llenos de terror del príncipe, como preguntándole por qué. Hermalias no puede entender qué ha asustado así a Harry, la guerra estaba yendo fenomenal, pero entonces los gritos de los médicos a sus espaldas le indican que Harry sí tiene algo que temer, algo que se acerca desde detrás, algo que huele a sangre y que morirá sin ver. Es como moverse bajo el agua, ambos Harry y Hermalias saben que la mujer no logrará voltearse antes de morir y que Harry no llegaría a tiempo para impedirlo, aun así, Hermalias intenta girarse y Harry intenta alcanzarla. Es imposible evitarlo, pero Harry grita de horror y Hermalias de sorpresa cuando unas enormes mandíbulas la parten desde la cintura, desparramando sus entrañas como trozos de carne expuestos en el mercado.
Harry se lleva la mano al pecho, tratando de detener el latigazo de dolor que la cuerda que amarra su corazón va a enviarle a León. No puede detenerlo, sus esfuerzos están demasiado centrados en responder a la pregunta de por qué un lobo dorado ha salido del bosque virgen.
Harry aprieta más fuerte su espada y su corazón, no le puede temblar el pulso ahora, tampoco puede dejar que el temblor de su corazón llegue a León o sabe que lo matará de dolor. Y mientras trata de controlar su lazo, su mundo se desmorona: del bosque virgen brotan cientos y cientos de soldados de pelaje rubio que asesinan a los pelirrojos protegidos, a los alfas, a los betas arqueros y a los médicos. Y todos ellos clavan su mirada en Harry, como si el enorme ejército que tiene delante fuese invisible.
Fin del cap owo ¿Qué os ha parecido?
¿Os gusta leer la perspectiva de Harry?
¿Pensáis que saldrá victorioso en esta batalla?
¿Cómo creéis que será el desenlace de todo esto?
Gracias por leerme <3
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