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Es ya por la mañana, los refuerzos han salido hace muchísimas horas para ayudar asistir a Harry en la batalla y León no ha podido dormir. No es que el lazo le haya molestado, es que no lo ha hecho en absoluto. Y eso le aterra más que cualquier dolor.

León ha dormido como un bebé. No sabe en qué momento de la noche pasó, pero el dolor cesó de golpe y él, agotado como estaba, no tuvo tiempo a preocuparse mientras caía dormido. Ahora se levanta, con el estómago revuelto y sudores fríos recorriéndole la frente. Al poner un pie en el suelo el mundo parece desestabilizarse y el ácido de una arcada le sube por la garganta. Traga saliva, cierra los ojos y cuando los vuelve a abrir todo está un poco mejor, suficiente como para ponerse de pie e ir corriendo hacia el pasillo.

León no sabe a dónde va, pero su cuerpo le pide locamente moverse, correr, buscar... porque el hilo ya no tira de él indicándole que dirección debería seguir, porque el corazón ya no le duele. El chico se ahoga mientras corre, totalmente exasperado, y se araña la piel deseando más que nada en el mundo sentir en su cuerpo ese dolor horrible que lo azotaba ayer, indicándole que Harry estaba vivo. Ahora no hay nada.

Su angustia es suya y solo suya, su preocupación, sus lágrimas, su desespero... no vienen de ningún sitio más allá de su piel. León se siente hermético y terriblemente solo. Siente que sus lágrimas no se derraman por el tenso hilo, que no fluyen hasta Harry, que nada los conecta ya. Chilla, enloquecido, y Nath lo persigue.

—¡Eh, eh! ¿A dónde vas dando tumbos? —la voz de Nath lo irrita a sobremanera, aunque no sabe por qué, lo ignora, bajando por las escaleras con la mano pegada a la barandilla.

Escucha al soldado mascullar una maldición y luego pisarle los talones. León no entiende como ha ido tan rápido o quizá es él que ha ido lento.

—¿Qué pasa? León ¿Qué pasa? —le pregunta agitadamente, lo sostiene de los hombros cuando parece que va a caerse, pero lo único que cae es una horrible fuente de vómito desde su boca. —Mierda ¡Aura, llamad a Aura!

—¡No! —le interrumpe León, mira a sus pies, siendo consciente del ácido hedor del vómito y de que es suyo solo cuando tiene que apartar los pies para que no lo salpique. Mira a su alrededor, notando los ojos llenos de luz, el cuerpo débil y la respiración superficial. Logra distinguir con dificultad la figura de Lendra, Roger y Gerard, hay algún siervo, pero no le ve la cara, solo un contorno lleno de luz. —No... —murmura de nuevo, Nath tiene que sostenerlo por la cintura para que no se caiga en el vómito y llama Aura de nuevo, pero León apenas lo oye, es como si tuviese los oídos llenos de algodón. —Una reunión, convoca una reunión.

—¿Qué? ¿Estás loco? Necesitas que te vea una médico.

—¡Mierda, cállate de una vez y convoca una reunión, no puedo sentir a Harry!

León siente que sus palabras rebotan dentro de su cabeza, aturdiéndolo. No es hasta que lo dice en alto que la certeza de que el príncipe ha muerto se vuelve tan real, tan tangible. No nota los labios, es como si esa verdad los hubiese adormecido. Tampoco tiene ganas de llorar, no está triste, tampoco feliz, solo frío, frío por dentro y frío por fuera. León no siente nada de nada y de no ser por Nath tendría la nariz rota contra el suelo lleno de vómito y apuesta a que tampoco sentiría eso.

No solo no se siente a él, tampoco siente nada más: el suelo bajo sus pies es aire, Nath es solo luz, las palabras un murmullo que se disuelve bajo el agua. Es como si nada fuese real, un recuerdo muy muy vago, solo que con el presente. Nath abre la boca muy grande, también Lendra, que ahora está a su lado, pero León no cae en la cuenta de que le están gritando, no oye nada, tampoco piensa en sus ojos abiertos, sus bocas grandes... no piensa en nada, como cuando uno sueña y solo observa, dejándose llevar.

Ve que Nath alzar la mano. No piensa en ello. Lendra le grita algo, negando. No piensa en ello. La mano baja, rápida, silbando. Ahí León sí piensa en ello: piensa en el dolor que nace en su mejilla y se extiende hasta la mandíbula, hasta la rigidez de su cuello, piensa en el ardor de la piel en la forma en que su cerebro parece darse contra las paredes de su cráneo y en que siente la velocidad del golpe hasta en los ojos. Nath le ha dado una bofetada y debe decir que lo agradece.

León reacciona, se levanta del suelo.

—Me he quedado... en shock —dice, abriendo y cerrando los dedos, maravillado al sentir el tacto de su propia mano. —¿Cuánto...?

—Una hora. —responde Paola, entonces León alza la vista y se percata de que todo el consejo está ahí, rodeándolo con preocupación y no le extraña, él es quien tiene que sustituir al rey y después de insinuar que está muerto se ha desmayado con los ojos abiertos, sabe que debe haberles dado un buen susto a todos.

—León —dice Nath mordiéndose el labio, con los ojos casi lagrimeando. Todos a su alrededor huelen a nervios, a pavor.

—Harry... —empieza el chico, tratando explicarse, pero Gerard lo interrumpe.

—Mi hermano ¿Qué le ha pasado a mi hermano? —pregunta nervioso, casi echándosele encima.

Gerard tiene el cabello negro desordenado, el rostro rojo, las venas del cuello marcadas y los ojos inyectados en sangre. Lo agarra del cuello de la camisa, como un loco, y Nath debe darle un empujón para se controle, junto a una mirada de advertencia que el príncipe le sostiene varios segundos.

—Yo... lo siento... no puedo sentir nada, no puedo sentir el lazo. —murmura el muchacho sin apenas voz, como si confesase un secreto.

Por la rabia con la que Gerard lo mira, León juraría que lo matará, sin embargo, solo aprieta la mandíbula, se pone de pie y le da la espalda con gestos tan mecánicos y fríos que León duda por un momento si es humano o no.

—Esperaremos... esperaremos a que vuelvan los ejércitos... No creeré que Harry ha sido abatido hasta que no vea con mis propios ojos su cuerpo. Harry jamás se dejaría ganar por simples lobos pardos, ni, aunque le hayan tendido una trampa. No... él no es así. —murmura el hombre con solemnidad, su tono contenido y su postura firme le dan un aire a Harry, a su fuerza y su entereza, pero la forma en la que León nota como tiembla, como juega con los anillos de sus dedos, delatan que es todavía un cachorro nervioso. —Esperaremos, León, es lo único que podemos hacer.

El omega asiente, abatido.

—Mi rey, vaya a su habitación y descanse, las reuniones pueden esperar. —comenta Aura con voz dulce, cabizbajo. León asiente de nuevo, dócil, apenas sin escuchar, y deja que Nath lo levante del suelo. —Creo que todos necesitamos un descanso después de tantas conmociones... —suspira.

León asiente otra vez. Nath lo coge del brazo mientras lo guía de vuelta a la habitación y Aura los sigue, preocupado al ver cómo León arrastra sus pies; tiene la mirada perdida, descentrada y seca, sin una sola lágrima. Sabe que no es porque León no se apene o porque esté tratando de aparentar calma, sino porque está todavía en shock después de caer en la cuenta de que Harry podría haber muerto. Su explosión de histeria inicial ha sido producto de la incomprensión, pero la calma de ahora es solo signo de que León empieza a entender, a asimilar. De que cuando el muchacho realmente comprenda del todo que quizá no vuelve a ver a Harry, se avecinará una enorme tormenta. Esta tranquilidad es solo el flotar de León en el limbo que separa el no saber qué sucede y el aceptarlo. Es esa pequeña tierra de nadie donde el chico empieza a atisbar la tragedia, pero es incapaz de asimilarla.

León ha sido que Harry está muerto porque es capaz de pensar eso, porque es capaz de sentirlo. Pero si no reacciona es porque es incapaz de asimilarlo, porque no todavía no ha podido imaginar un futuro sin él. No ha podido pensar en que su marca desaparecerá, en que quizá otro alfa lo muerde, en que próximo celo lo pasará solo o en que jamás podrá tener hijos suyos, una familia.

El cerebro de León le dice a gritos que Harry no volverá, su piel, vacía de caricias, de los tensos tirones y pellizco del lazo chilla lo mismo, pero su corazón no escucha. No quiere escuchar, No puede escuchar.

Su cuerpo está fallando, puede notarlo por la enorme cantidad de veces que vomita y las pocas que come, por la forma en la que parpadea, mirándose las manos como si le sorprendiese su propia piel. León está de nuevo al borde de caer enfermo. Esta vez no sabe si podrá salvarlo. El estrés que su cuerpo está llevando es demasiado: Harry es tan importante en su vida que fue capaz de ocasionar su anterior crisis y de curarlo, pero si ahora no está... Aura tiene un escalofrío, está convencido de que si Harry realmente está muerto a León no le queda demasiado.

El omega entra en la habitación y hasta que Nath no lo empuja gentilmente, no se sienta en su cama. Al hacerlo se queda estático, recto, mirando fijamente al suelo sin siquiera verlo mientras una sensación de irrealidad lo atrapa entero en una burbuja. Ve a Nath arrodillarse delante de él y tomarle la mano, acariciando con cariño los nudillos, y ve a Aura de pie a su lado, tomándole el pulso y luego la temperatura al poner sus labios contra la frente del omega. León puede verlos a la perfección, están ahí, delante suyo, solo que no se sienten ahí. Es como si los viese a través de una ventana, una ventana que se extiende por todo su cuerpo. Cuando lo tocan él siente la presión en la piel, el deslizarse de un dedo sobre la mano, pero, aunque es consciente de la sensación, no la procesa. Sabe que los dedos que le tocan lo tocan y sabe dónde y con cuanta fuerza, pero no sabe si son manos frías o calientes, roces bruscos o suaves, no tiene escalofríos, no se siente bien ni asqueado. Le recuerda a una vez que se quemó la punta del dedo índice al cocinar, le quedó una costa en el lugar de la huella dactilar y cuando tocaba algo con el dedo lo sentía a través de esa dura capa de sangre seca que atenuaba todo contacto. Ahora siente como si estuviese cubierto de costa. Una distancia invisible, pero insalvable lo separa de ese par y de la cama.

Nath y Aura hablan de él entre ellos y también le hablan a él. León los oye con claridad, pero cuando las palabras llegan a sus oídos parece que se trate de otro idioma. Los sonidos se desordenan, el tono es claro, el mensaje incomprensible. Pero eso no le hace sentirse apurado, solo quedarse quieto, frío y sin pensar. Sus pensamientos se sienten alienígenas también y no sabe qué sucede, pero ha perdido la capacidad de asustarse.

—Nath ¿Puedes quedarte con él? Haré una infusión somnífera para él. Me da mucho miedo que pueda colapsar, si su cuerpo duerme recuperará mucha energía y la necesita. —dice el pequeño castaño, mordisqueándose el labio.

El soldado asiente y se acerca más a León, arrodillado frente a la cama y con una de sus manos agarrada con fuerza. Cuando Aura se va Nath mira arriba, hacia el rostro de León. Su inexpresividad y el color blanco de su piel, sus labios, sus cejas e incluso sus pestañas lo hacen tener un escalofrío.

—Rezaré, León, rezaré porque Harry esté bien y porque Kajat... —el alfa se detiene, muerde su labio e hipea sin querer. Sus ojos brillan con una leve pantalla de lágrimas y traga grueso —porque Kajat vuelva, él me lo prometió... No tengo un lazo para saber cómo está, yo jamás podré tener un lazo, pero tengo esperanza y confío en que él volverá con vida porque me lo prometió antes de irse. Confía tu también en Harry, León. El lazo es engañoso a veces, si Harry está inconsciente, si lo ha cortado por algún motivo, si simplemente no está sintiendo nada ahora... eso podría hacer que tú no lo percibieses, pero Harry podría ser vivo. Tienes que confiar, León, es lo único que tenemos, la confianza en que quienes amamos no se irán de este mundo antes que nosotros.

León lo mira sin mover un solo músculo, como si sus ojos fuesen la única parte de él que no es piedra y susurra:

—Yo ya confíe una vez y me equivoqué.

Nath traga saliva, angustiado, y se acerca para abrazar al chico. León no reacciona, tampoco siente el abrazo con su debida calidez y cuando llega Aura, sosteniendo un baso de madera humeante, León no se resiste a sus órdenes. El chico lo bebe de un par de tragos y suspira, somo si acabase de tomar cicuta y estuviese aceptando su horrible destino. Solo que piensa que quizá morir durmiendo sería mejor que despertar sabiendo que ya nunca más le llamaran <<lobito blanco>>.

<<Suicídate>>

León frunce el ceño y se tumba, empezando a sentir un leve malestar desde su estómago. Las voces en su cabeza ganan fuerza, el peso de la manta sobre sus hombros también y siente que despertará de su shock, pero la medicina de Aura lo aplaca, manteniéndolo tranquilo con una fuerza que le impide levantarse de la cama. Cuanto más se angustia, más se disuelve su consciencia, sumiéndolo en un profundo sueño.

—¿Cuándo durará? —pregunta Nath en voz baja, acariciándole la cabeza a León, que se acurruca contra la almohada como un pequeño niño.

—Quizá hasta media noche o un poco menos... Tengo miedo de qué pueda suceder cuando despierte, él todavía no lo ha asimilado y si el rey Harry realmente ha muerto... oh, pobre cosa...

Nath pone una mano en el hombro del médico, dando un amistoso apretón. Aura lo mira con preocupación, pero parte de esa zozobra se desvanece cuando el alfa le sonríe.

—Has hecho lo que has podido, pequeño. Deberías ir a dormir tú también, debes estar horriblemente agotado. —Aura asiente, bostezando de forma oportuna cuando el otro le recuerda el muchísimo sueño que tiene.

El chico le sonríe con gratitud al joven alfa, sonrojándose un poco al sentir su mirada sobre él tanto rato, y deja solos a León y a su protector. Nath se queda sentado frente a la cama de León, preguntándose por Kajat. Su pecho duele horriblemente cuando imagina que no volverá y no tiene siquiera fuerzas suficientes para enfadarse con el pelinegro si rompe su promesa. Solo lo quiere de vuelta, eso es lo único que pide.

Por suerte para Nath el muchachito duerme como un tronco todo el día, la solución que Aura le ha dado lucía como un inofensivo té, pero cuando el omega vuelve a su habitación para alimentar al muchacho durmiente sin siquiera despertarlo entiende que es mucho más que solo hierbajos. Sea lo que sea, la medicina de Aura es realmente fuerte si logra mantener a León dormido mientras el médico lo recuesta y le hace pasar por la garganta grandes cucharadas de gachas. Le da angustia ver así al omega, pero sabe que es la única forma de que coma y beba.

Al irse Aura lo halaga por cuidar tan bien de León y Nath se siente un poco extrañado, pero no piensa demasiado en ello. El pequeño omega sigue durmiendo incluso cuando cae el sol y su aroma neutro es una prueba de que no está sufriendo pesadillas, así que se alegra.

Fin del cap :D ¿Qué os ha parecido?

¿Vosotros qué pensáis sobre que León no pueda sentir el lazo?

Si Harry ha muerto ¿Qué creéis que será de León?

¿Qué creéis que hará el resto de la familia real?

Como siempre, depositen sus lágrimas aquí uwu

Gracias por leer <3 Nos vemos en una semana!!!


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