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Solloza emocionado al ver que su alfa sigue vivo, pero no se permite relajarse: Harry está herido y Wurf es grande y peligroso.
León abre la puerta de la habitación de par en par, observando los pasillos, y se tranquiliza al ver lobos negros y rojos reduciendo con facilidad a los invasores rubios. Las mandíbulas chasquean, las espadas chocan y Harry se prepara para hacer él mismo la sinfonía que marcará su triunfo o su muerte. León todavía no entiende nada, pero no hay tiempo para preguntar, solo para pelear. El alfa se abalanza contra la bestia, agitando su espada de derecha a izquierda en un golpe obvio, el lobo retrocede, cayendo en la finta, y Harry da un estoque que Wurf apenas puede evitar. Avivado su odio, el lobo rubio ruge con una potencia que podría desmoronar a cualquiera y lo hace con León, que cae de rodillas, sosteniéndose la cabeza.
Harry lo mira de reojo y lo tapa con su enorme cuerpo, dispuesto a salvarlo o a morir en el intento. Cuando Wurf lo ataca su labilidad poco le sirve, Harry se escurre siempre entre los ataques enemigos, pero con un lobo de semejantes proporciones no hay escapatoria a sus mordiscos y arañados. La habitación es diminuta para un ser como él y cuando más huye Harry, más se acorrala contra la pared. Aprovechando su ventaja, Wurf da un arañazo mortal del que Harry escapa por los pelos, quedando agachado en el suelo, con el pecho surcado por la impronta de sus garras. León sabe que e alfa no tiene escapatoria, así que se libera de su miedo paralizante y corre hacia el lobo. No tiene armas, ni un plan, pero tiene la decisión necesaria como para saltar sobre el morro del animal y arañarle los ojos, tratando de cegarlo. Wurf se aleja, meneando la cabeza al no ver nada, y golpea su hocico contra la pared duramente, aplastando a León, que cae al suelo gritando de dolor. Cuando la enorme bestia abre sus fauces, tratando de devorarlo, Harry se convierte en una gigantes mola de pelaje oscuro y mirada asesina.
El gigantesco lobo negro embiste a Wurf, empujándolo contra el barandal de la terrada con suficiente fuerza como para romperlo y hacer que caigan ambos juntos al patio de entrenamiento, donde León solía observarlo pelear contra Kajat. Ahora es el momento de ponerse a prueba, piensa León. Se arrastra hacia el borde de mármol, ahora roto, y se asoma para ver como ambos lobos también se recomponen del golpe, dispuestos a pelear. Harry quizá lo intenta disimular, pero León puede ver perfectamente como se apoya solo en la punta de su pata trasera derecha; quizá es porque lleva demasiado tiempo viéndolo luchar y eso le ha hecho memorizar su forma de moverse y descansar, pero sea como sea, espera que Wurf no note que tiene una pata herida.
León mira a su derecha, el destello de la espada de la antigua reina lo deslumbra un segundo, lo llama. No lo piensa dos veces antes de agarrar el arma y bajar corriendo por las escaleras. Una parte de él lo engaña, haciéndole pensar por un segundo que la única razón por la que corre espada en mano es porque llegará tarde al entrenamiento de Kajat, que toda esa locura no está pasando. Pero la realidad es ineludible, la realidad es el rastro de pasitos rojos que León deja mientras corre sobre los cadáveres de los guardias rubios, la realidad es esa horrible sensación de que cuando León llegue al patios, Harry ya podría estar muerto.
Mientras corre, varios lobos rubios le prestan atención y sospechan de él, siguiéndolo, pero afortunadamente para León los soldados de pelaje rojo y los de pelaje azabache se interponen, luchando para lograr que León se abra paso entre los árboles y llegue hasta que Harry. Cuando parpadea el bosque no desaparece: se transforma. Ya no está en Seth, sino en el bosque virgen, ya no tiene una espada, sino el cuchillo de su madre ya no va a salvar a Harry, sino abandonar a su familia.
León llora, abriendo los ojos con decisión, corriendo tanto como puede, corriendo hacia el enemigo, no lejos de él. Cuando entra en la zona arenosa se queda paralizando unos segundos: Harry y Wurf lanzan poderosos mordiscos el uno contra el otro, hiriéndose de forma horrible cada poco. Harry tiene el pelaje negro brillando por la sangre, chorreando sobre el cuelo y Wurf tiene el oro de su cuerpo manchado de rojo y lleno de profundas hendiduras que el otro ha hecho con sus dientes. Harry cojea de una pata de atrás, ahora de forma evidente, y la bestia áurea no le da tregua, queriendo hacerlo caer. León se entromete con la espada alzada y cuando Wurf lo encara, listo para morder la hoja cuando ataque, el chico se tira al suelo, rueda bajo su cuerpo, deslizándose en el punto ciego que el lobo tiene bajo su cuello y corta, saliendo por el lado opuesto, una de las patas delanteras de Wurf.
El lobo aúlla y recula unos pasos, renqueando, pero dejando a León vulnerable y al descubierto y Harry corre, empujando al omega lejos cuando el alfa dorado planea atacarlo; el animal lanza un zarpazo y Harry no esquiva, pasa por debajo de él, dejando que las afiladas uñas le raspen la espada, y muerde allí donde León a cortado, tratando de romper el hueso de Wurf. El enemigo ruge cuando nota los dientes de Harry clavándose en su pata y ataca demasiado rápido, demasiado feroz, para que el otro se defienda.
En un segundo Harry está perdido, su cuello atrapando entre las mandíbulas poderosas de Wurf y sus dientes contra su pata, incapaz de defenderse mejor. Harry aprieta su mandíbula, esperando que al romper el hueso el alfa rubio lo libere en vez de romperle el cuello, pero este lo imita y clava sus colmillos más hondo, haciendo un goteo de sangre alarme a León.
El omega corre hacia ambos y Wurf lo observa con absoluto terror: si suelta a Harry para parar a León el alfa le romperá la pata y luego lo degollará, pero si se centra en Harry León podría herirlo de gravedad. El animal se pone serio, dándose cuenta de que necesita darse prisa si no quiere perder. Aprieta más y más y Harry está tan débil y asustado que suelta su pata, retorciéndose en el suelo lastimeramente, soltando sonidos agudos y moviendo torpemente sus patas en un intento de no morir degollado. Wurf se tranquiliza, no necesita mucho más para matar a Harry y León todavía está lejos, para cuando llegue y ataque él tendrá las mandíbulas libres y podrá partirlo en dos de un bocado. Confianzudo, vuelve su vista hacia el lobo agonizante en el suelo, luego un destello extraño lo hace volverse hacia León.
Solo mira al omega un segundo: el tiempo suficiente como para ver al chico con sus manos vacías y la espada volando hacia él, clavándose en el medio de su cráneo y matándolo al instante. Harry se libera del opresivo mordisco, ahora holgado, y vuelve a su forma humana para recibir a León y asegurarse de que está bien.
El alfa rubio cae muerto sobre un charco de sangre que le empapa el pelaje y Harry se voltea hacia él mirándolo con el verde extinguido en el negro animal de su mirada. Su hermoso verde apenas reconocible, un anillo que contiene a la bestia negra, delgado, como el hilo que los une, pero irrompible. León se aleja un paso, aterrorizado de que sus sentidos le engañen, de que Harry sea solo una ilusión, pero luce heridas nuevas que su cerebro no puede recordar y su presencia se siente tan real, pero a la vez imposible. Estaba tan convencido de que Harry había muerto, de que iba a morir ahí mismo, que apenas puede creerlo cuando lo ve en pie, mirándolo fieramente, frotándose heridas sangrantes. León no sabe a quién creer, hasta que Harry se inclina sobre él, lo besa, y habla el corazón.
La certeza que siente es similar a una fe: sin pruebas, sin sentido, sin fin. Una certeza infinita como su amor, luminosa, hermosa, que le hace llorar de alegría por primera vez en la vida. El omega le rodea el cuello al alfa y siente como este lo levanta del suelo. Si está muerto, pide que el ángel de hoyuelos no lo suelte jamás, porque el cielo se halla entre sus brazos y el bosque del Edén está todo en su verde mirada.
León se separa notando el picor del beso en sus labios, como si los de Harry dejasen un rastro imborrable de besos invisibles sobre ellos, y lo mira a los ojos con los suyos llorosos, el basto azul de su océano desbordándose en sus mejillas y brillando de alegría con una luz que cegaría al mismo sol.
—Harry... —murmura, sosteniendo el nombre con delicadeza en sus labios, pronunciándolo como si se tratase del nombre de un fantasma. Creyó que jamás volverá a llamarlo y obtener respuesta.
—León, mi amor... —murmura el alfa besando su frente, acariciando sus largos cabellos blancos y tintándolos de rojo. —siento haber cortado el lazo, pensaba que moriría, que sufriría hasta el final y no quería que lo vivieses, mi niño, no quería que pasases por eso y cuando vi a los lobos rubios supe que algo andaba mal, supe que vendrían aquí, que intentarían algo, que te usarían para llegar hasta mí. Oh, León, prefería que creyeses que había muerto a verte sufrir por mi culpa en sus manos. Lo siento tantísimo, siento tanto haberte hecho creer algo tan, tan cruel...
León asiente, sorbiendo, y se golpea el pecho con una mano. Balbucea algo, rompe en llanto de nuevo, sollozando, gritando, sacando de sí tantísimo dolor que siente que se desgarra la garganta.
—Pensé que habías m-muerto, pero no dejé... Harry, yo no dejé de luchar.
El alfa asiente, orgulloso, y lo carga más cómodamente entre sus brazos, dejando que se acurruque en su pecho, dándole el merecido descanso que tanto anhela. León siente que sus ojos arden de tanto llorar, que parpadea despacio, buscando el alivio de no ver nada, de no sentir nada, y pronto es presa del agotamiento, que lo deja inmóvil en brazos de Harry y con los ojillos entrecerrados.
—Lo sé, mi amor. —suspira lleno de dulzura —Gerard me lo ha dicho, también me ha dicho lo que él ha hecho. Pero eso son cosas que luego solucionaremos, ahora descansa, mi amor. Kajat ha ido a liberar a todos los prisioneros y los lobos rubios se han rendido después de que los mate a casi todos ¿No te lo dije, amor? Que por ti mataría a miles y miles de lobos. ¿No te lo dije? Que se guerrear tan apasionadamente como se amar, que sé matar tan apasionadamente como sé proteger y ahora, León, ambas cosas se han juntado y he luchado como nunca porque te amo como a nadie y tú, mi amor, has luchado más duro que yo, más fuerte... esta victoria es tuya, León. Has luchado con tantísimo amor por mí que me arrodillo ante ti, rey de los lobos negros.
Fin del cap ¿Qué os ha parecido? :D
El próximo ya es el final y aunque me hace muy feliz cuando completo mis historias también me da mucha pena despedirme de ellas y sobre todo de vuestros comentarios, teorías locas y de vuestros MDs desesperados preguntándome qué pasará a continuación.
Estoy muy emocionada por acabar esta historia y espero que para vosotros haya sido un viaje muy hermoso <3
También quiero que sepáis que no voy a dejar Wattpad aunque esté un tiempo inactiva cuando acabe esta historia y "El niñero" (aunque a esa le queda mucho para terminar aún).
Estoy trabajando en muchos proyectos a la vez y tengo ganas de que puedan ver la luz pronto, pero quizá transcurren unos meses sin historias nuevas porque esos proyectos son muy largos y porque hubo una época de un año en que apenas escribí (por temas de salud mental) y ahora, con dos trabajos, no tengo tampoco mucho tiempo. Pero quiero que sepáis que no me voy de la plataforma y que os aprecio muchísimo<3
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