9

 Esta historia está a la venta en Amazon en todos los países, así que si queréis apoyarme o no esperar a las actualizaciones podéis comprar este libro en físico o en ebook, que es mucho más barato (menos de 5 dólares). Además, si compráis el libro en él tendréis varios capítulos especiales (están al final del libro) que no estarán disponibles en wattpad y que son muy interesantes ;)

Yo me quedo en la cama sin dar señales de vida hasta que oigo la puerta de la calle cerrarse. ¿De veras se ha ido? ¿Me ha dejado solo? Me levanto de la cama de repente y abro la puerta de la habitación, hallando el pasillo totalmente vacío. Vislumbro el comedor y la cocina, iluminados por la tenue luz que viene de las farolas de la calle. Todo está aterradoramente tranquilo. Ha cerrado la puerta con llave y yo no tengo copias, pero puedo salir por la ventana de la cocina, será difícil abrirla y saltar por ella con las manos atadas, pero no imposible. Salgo al pasillo y nada más dar el primer paso me inundan las dudas. ¿Y si pasa como cuando intenté salir por la puerta? ¿Y si no llego a tiempo? ¿Y si no ha ido a ningún lado y me espera fuera, delante de casa, para comprobar si soy obediente o no? Oh, Dios ¿Y si me espera escondido en cualquier rincón de la casa y me ha visto ya? Estoy perdido, estoy perdido... Todo oscurece un poco y mi respiración suena aguda e irregular. Un terrible dolor en el pecho me hace doblarme, cayendo arrodillado y realmente siento que me moriré.

Me quedo tirado en el pasillo un rato que se siente eterno y poco a poco la quietud de la noche me hace recobrar el aliento. Él no está aquí, no me va a pegar. Me alzo, con las piernas temblorosas y la cabeza hecha un lío. Suena el pestillo de la puerta principal.

Ha vuelto.

Corro hacia la cama y me tumbo en ella antes de que logre abrir. Aliviado, suspiro y cierro los ojos, fingiendo dormir. Hoy no he podido escapar, pero si hace salidas como estas constantemente puedo esperar un tiempo, quizá hasta días, memorizar cuando las hace y cuanto duran y crear un plan de escape a partir de ahí. Esta es mi casa, así que ya sé perfectamente cuando tardaría en llegar a la ventana y cuanto en atravesar el jardín.

Cuando entra anda un poco por la casa, recorre el pasillo, cuelga su chaqueta y va a la cocina. Luego la puerta de la habitación se abre con un chirrío y yo trato de lucir profundamente dormido. Oigo la puerta cerrarse y luego noto su peso en la cama. Gatea sobre mí, respirando con cierta pesadez y me hace voltearme con la cara contra la almohada. Trato de relajarme, de decirme a mí mismo que no pasará nada si me hago el dormido, que me dejará en paz. Entonces noto su mano en mi espalda y algo frío. Frío y largo.

Es un cuchillo.

Me ha oído, me ha oído andar por el pasillo y me va a matar. Y yo estoy demasiado bloqueado como para hacer algo que no sea cerrar fuerte los ojos y quedarme inmóvil. El cuchillo se separa de mi piel y la incerteza es absoluta. No sé si lo está alzando para apuñalarme, si lo está acercando por el lado para degollarme o si juguetea con él entre sus manos, debatiéndose. Entonces lo noto en mis muñecas, me muerdo el labio y abro grande los ojos cuando lo escucho cortar y la presión de las cuerdas desaparece.

Me volteo hacia él, sorprendido, frotándome las muñecas en carne viva y lo veo observarme con una frialdad aterradora.

—Ponte de pie. Andando. —me dice con prisas. Yo lo miro confundido.

—¿Q-qué? —pregunto levantándome de la cama, pero me responde tirándome unos pantalones que me pongo al instante, para no hacerle enfadar, pero todavía estoy desorientado.

—Vamos a salir unos minutos. Es de noche, si gritas la gente tardará más de lo normal en llamar a la policía o quizá pensará que eres un borracho y ni llamará. En cualquier caso, si gritas voy a abrir tu cuello y te desangrarás antes de poder recibir ayuda. Así que ahora actúa tranquilo y no lo arruines todo ¿De acuerdo?

Asiento notando la rigidez de mi cuello. Abro y cierro la boca, la saliva está pastosa y en la garganta tengo una enorme bola de nervios que me hunde. Yo me quedo de pie, un poco encogido, mientras él va de un lado para otro, y mete algunas cosas en los bolsillos de su chaqueta. No me da tiempo a ver qué ha cogido exactamente, pero sé que en ningún momento suelta el cuchillo. Sigue con lo suyo, atareado y centrado en examinar todo en su alrededor, menos a mí. Me siento invisible hasta que me mira y noto mi cuerpo pesar horriblemente.

—¿A dónde iremos? —pregunto en voz muy baja. De pronto mi propia casa, un lugar sin personalidad ni recuerdos excesivamente felices me parece el único lugar del mundo que no me aterra. Al fin y al cabo, es lo único que conozco.

Él se limita a hacer un gesto con su dedo sobre los labios, indicando que me calle, y me agarra del brazo para llevarme hacia la puerta de salida.

—A-ah —me quejo inevitablemente, tengo el hombro hinchado de nuevo y ahora, además, el brazo entero está entumecido por llevar horas atado. —¿Puedo coger mi cabestrillo? Me duele mucho. —digo, reuniendo el valor que me queda. Él tira más fuerte de mí, haciendo que me arrepienta.

—No. Ahora avanza, vamos. —exige, dándome más bruscos tirones.

Recuerdo mi travesía por el pasillo de este atardecer: como di los pasos, silenciosos, mientras él silbaba en la cocina. Fue hace unas horas, pero un abismo me separa de ese momento. Ahora el pasillo es terriblemente corto y la puerta de entrada se abre cuando él gira el pomo. El exterior me da náuseas ¿Cómo el mundo entero puede sentirse tan opresivo?

Quiero quedarme aquí, en mi tranquila casita. Quiero morir aquí, aunque sea, apretando mis sábanas suaves antes de desangrarme, o tirado en el mismo suelo de siempre, mirando muebles que me son familiares. Quiero quedarme aquí, no ir a donde quiera que él me va a llevar, un lugar desconocido, frío, lejano. Un lugar húmedo, oscuro. El resto del mundo es una enorme boca de lobo y cuando él me empuja fuera de mi casa siento los dientes clavándoseme en el corazón.

Ángel me abraza por detrás como haría una pareja cariñosa, los brazos se me afirman al cuerpo reptando, trayendo consigo el frío filo del cuchillo. Él se inclina y me susurra al oído:

—Deja de llorar y anda. Como hagas algo sospechoso sabes lo que te espera.

Yo asiento, sorbiendo con la nariz y mirando a mi alrededor. Todo está solitario, apenas hay unas siluetas distantes de personas, manchurrones negros que no ven como sufro, lloro y posiblemente muero. Ellos ven también solo una mancha negra y distante. Ángel empieza a andar, empujándome, y yo le imito con inseguridad. La noche es increíblemente fría y silenciosa, siendo que si gritase rompería una fina capa de hielo y mi alarido atravesaría todo el vecindario, pero, aunque tengo el poder de pedir auxilio, de chillar y chillar y tener la certeza de que la policía llegaría en diez minutos, sé que ya sería demasiado tarde para mí.

Noto sus pasos empujando mis corvas, su fuerte pecho en mi espalda, como un recordatorio constante de lo miserablemente pequeño que soy, los brazos firmes rodeándome en lo que sería un inofensivo y prieto abrazo de no ser porque con una mano se agarra la otra, tapando así el cuchillo, y luego está su aliento, cayendo sobre mi cabeza y, cuando suspira, llegando a mi cuello y causando escalofríos. Es increíble como después de lo que me ha hecho en la ducha la cercanía de su cuerpo cobra un nuevo significado. Su carne habla: me susurra una amenaza; una amenaza no de muerte, como lo es el cuchillo, sino una ostentación de poder que me recuerda que en cualquier momento él podría quitarme el mío.

Y es aterrador, es tan aterrador.

Cualquiera puede asesinar, convertir el cuerpo del otro en territorio de nadie, pero pensar en que alguien puede hacer de tu cuerpo su conquista es... es escalofriante. Tan horrible, que incluso si ahora mismo quisiese gritar y pedir ayuda a todo el vecindario no podría. Noto la voz atrapada en mi garganta, el llanto histérico me duele como una arcada sostenida, pero no soy capaz de hacer un solo sonido porque si mi cuerpo desobedece ahora, perderé el derecho de desobedecer en el futuro y no quiero.

Mientras andamos se inclina de nuevo sobre mi cuello descubierto y sus dientes, en una sonrisa maliciosa, lucen como el cuchillo. Me pregunto qué he hecho mal, qué me dirá.

—¿No es bonito? —pregunta con una pequeña risa, besando mi hombro encima de la ropa, sobre una herida horrible que me ha hecho en la ducha. — Seguro que parecemos una parejita acaramelada dando un paseo nocturno. Ah... ese es el futuro que siempre quise para nosotros. —dice, suspirando melancólicamente, deteniéndose. Pasamos unos segundos así, él sobre mí, apoyándose, hundiendo su rostro en mi cuello como si hallase algo tranquilizados en mi piel, y yo temblando, aguantando por no romper en un ataque de pánico.

Despega su rostro, mirándome con una sonrisa sin burla. Tiene un brillo genuinamente triste en los ojos. No lo entiendo ¿Acaso sus sentimientos brotan sin más, sin causa, sin sentido? ¿Acaso tengo que aprender a adaptarme a ello, a sus arranques de ira incontrolables, a sus momentos dulces, casi vulnerables?

Su expresión se endurece un poco y niega.

—No me malinterpretes, no soy la clase de loco que no entiende la realidad, te estoy secuestrando y tú, ahora mismo, podrías morir si intentas pedir ayuda, pero algo en la idea que la gente se piense que somos una pareja normal me hace feliz. Me hace pensar en que las cosas podrían haber salido bien ¿No crees?

No respondo, pero él se queda fijo en mí. Su mirada me incomoda, haciéndome bajar la mía, pero todavía la noto. Asiento, aunque no sé siquiera de lo que habla. Él sonríe y baja para besarme la nuca. Sus labios me hacen flaquear.

—Adorable... si solo te portases así de bien siempre.

Dicho eso, vuelve a reanudar la marcha. No entiendo por qué nos hemos parado, quizá quiere disfrutar de sus últimos minutos conmigo antes de matarme, quizá se está burlando de cuan vasto es este espacio abierto y cuan poco libre soy yo, quizá solo desea sentir la adrenalina que le causa el saber que podrían pillarlo en cualquier momento, secuestrando a alguien despacio, en medio de la jodida calle.

Entonces, tras unos minutos más, nos detenemos de nuevo delante de un vehículo que conozco bien. Verlo me transporta de nuevo al viaje en el hospital y no paro de pensar en que nada de esto habría pasado y simplemente fuese más avisado y hubiese esquivado el puto armario.

—¿A dónde iremos?

—Métete en el coche. —me responde cortante, abriéndome la puerta. Yo me resigno y obedezco, no sacaré nada de enfadarle.

Él entra y hecha el seguro a las puertas. Hasta ahora no se me había ocurrido saltar del coche en marcha. Él va varios pasos por delante de mí. Entonces solo se me ocurre una cosa: causar un accidente cuando el coche vaya en marcha. Podría morir yo también o incluso solo yo. Sea lo que sea lo que me espera cuando el motor deje de rugir es mejor que morir ¿Verdad? No quiero hacer esto, no quiero suicidarme.

Arranca y el ronroneo del coche me sobresalta al principio.

—Ladéate y junta las manos a la espalda, te ataré de nuevo.

Tengo ganas de rechistar. Mi hombro todavía duele y estaba empezando a recuperarse de la horrible hinchazón y el dolor palpitoso que me había causado antes su amarre. Hago lo que me dice, me siento de lado, encarando la puerta cerrada, y le ofrezco mis manos tras de mí. Me duele ponerlas en esa pose y me duele mucho más cuando él vuelve a dar tirones y deslizar la áspera cuerda sobre mis muñecas descarnadas, pero me muerdo la lengua y lloro en silencio. Es lo único que puedo hacer ahora. Incluso si duele, es mejor que estar muerto.

Cuando ha terminado de atarme pienso que me sentaré de nuevo y que él me llevará a un lugar horrible para matarme y cortarme en pedazos, pero cuando intento recolocarme Ángel me agarra del pelo y tira de mi cabeza hacia atrás, poniendo el cuchillo en mi cuello.

¿Es así como pasará? ¿Me va a cortar el cuello en su puto coche? Podría haberlo hecho de camino al hospital, podría simplemente haberme apuñalado y luego dejado, a medio desangrar, delante de urgencias. Al menos me habría ahorrado este horrible infierno. Lágrimas furiosas se forman en mis ojos. He luchado tanto, tantísimo durante estas horas, que siento que llevo toda una vida de torturas a mi espalda. No aguanto más.

No soporto la idea de que me he esforzado tantísimo para que todo salga mal, para acabar desangrado en el coche de este loco.

—No lo hagas, Á-ángel, por favor... —le suplico con un hilillo de voz. Me retuerzo, ni siquiera intentando escapar, solo deseando tener mis manos para abrazarme a mí mismo y calmarme aunque sea un poco.

—¿Sabes? Verte llorar así, hipear, suplicar... Ahora entiendo muchas cosas, Tyler, muchísimas, pero sigo enfadado también. —dice con un tono reflexivo. Yo no entiendo nada, solo quiero vivir, vivir tranquilo. Todo estaba normal hace unas horas ¿Qué ha pasado? ¿Qué diantres ha pasado para que todo se vaya a la mierda tan rápido? —Mírate, eres tan patético, con toda tu cara llena de lágrimas y mocos y sin siquiera poder mantenerte quiero con tanto temblor, esos balbuceos estúpidos, realmente suenas estúpido... Estás tan desesperado que luces realmente estúpido. Y yo ni siquiera estoy teniendo que esforzarme para tenerte así. Es divertido en parte, saber que harías cualquier cosa solo para tenerme contento y que no apriete más el cuchillo. La harías ¿Verdad?

Recuerdo la ducha. No. No. Mil veces no. Una arcada me dobla, voy a vomitar una enorme negación. Creo que preferiría morir a volver a dejar que sus manos me toquen de ese modo.

Pero ahora no estoy en la ducha ni sus manos recorren mi cuerpo desnudo. Estoy en el coche, con su mano en mi pelo, el cuchillo frío en la garganta y la nariz llena del olor a metal que sale de mis muñecas. Ahora estoy pensando solo en vivir.

—Sí. —le digo en un corto golpe de voz.

Él me suelta sobre su asiento como si fuese alguna clase de animal salvaje y pone el coche en marcha. Yo apenas puedo ponerme bien, ya no digamos el cinturón de seguridad, así que simplemente me acurruco en una esquina, contra la puerta, e intento parar de llorar. No puedo. Él pone la radio.

Él tararea junto a la música. Yo, sin embargo, solo me pregunto cuántas canciones más quedan hasta que pare el coche y descubra cuál es mi destino. Lloro más fuerte aún y cuando mi cabeza ya no puede más y siento sangre en la garganta, me quedo dormido.

Fin del cap owo ¿Qué os ha parecido?

¿Qué pensáis de Ángel? ¿Os parece un personaje bien construido?

¿A donde creéis que lleva Ángel a Tyler?

¿Cómo os parece que avanzará la historia?

Gracias por leer <3 Si os gusta la historia no olvidéis votar y seguirme, que son solo dos clicks hehe y comentad si tenéis tiempo y ganas :D Nos leemos <3


Comentarios