Recuerdos de Ángel: 5

 Hoy es un día feo, un día horrible ¡El peor de los días!

Aprieto el papelito en mi mano, arrugándolo un poco y haciendo desaparecer el feo cinco escrito en fea tinta roja entre los dobleces. Odio a esta maestra, incluso le dije a Tyler que era la peor de todas. Tyler... mi corazón se calma un poco cuando pienso que al llegar a casa estará él esperándome y no mis padres. Pero luego sucederá lo de siempre: sonará ese estúpido pitido en su reloj de muñeca, me dirá que es hora de irse y luego me quedaré solo hasta que ellos lleguen.

Me gustaría que Tyler se pudiese quedar a dormir cada día, como la semana pasada ¡Fue tan genial! Me mintió con haberse descargado una película de miedo, pero la de dibujos que puso fue super entretenida al final y además me enseñó a hacer palomitas, es más fácil de lo que creía. Fue tan genial poder saltarme un poco mi hora de irme a dormir para pasarme el rato lanzando palomitas a la boca de Tyler como si fuese una canasta. Fue divertido incluso lavarme los dientes con él porque hizo mucha espuma para fingir ser un zombi y perseguirme por la casa.

Cuando me fui a la cama me moría de ganas de destaparme e ir correteando al sofá del salón para hablar con él. No quería que se quedase dormido ni quedarme dormido yo, porque eso significaba que nuestro día juntos se iba a acabar.

Y se acabó: a la mañana siguiente me preparó un desayuno que sabía a despedida y me llevó a la escuela. Las horas de clase se sintieron más largas que nunca y un montón de niños y niñas me preguntaban si el era mi hermano secreto o un primo o un amigo de mis papás. Yo le dije a todo el mundo que era un niñero ¡Mi niñero y solo mío! Y era el mejor de todos, y aunque a nadie le sorprendió demasiado yo me sentí orgulloso.

Pero hoy ya no me siento orgulloso. Siento que no me merezco a mi niñero, ni sus meriendas coloridas o sus sopas sabrosas, que no merezco ese pequeño dolor en las mejillas cuando tira de ellas y la sensación de revoloteo en mi estómago.

Hoy subo por las escaleras, en vez de por el ascensor, porque aunque tengo ganas de verle no tengo ganas de llegar. Pero llego y le veo y aunque pienso que me va a odiar y a decir que está decepcionar y que no quiere volver a verme más no lo hace. Pero lo hará.

—Buenos días, campeón —me dice amable, revolviéndome el pelo.

Yo siento mi estómago revuelto. Ya no más maripositas en él, solo ganas de vomitar.

No me querrá revolver el pelo más cuando lo sepa. No me llamará más campeón. No soy ningún campeón, no soy capaz ni de obtener una nota decente ¿Cómo iba a ganar nada?

Abre la puerta y me pone la mano suavemente en la espalda, ayudándome a pasar hoy que mi cuerpo pesa tanto. Arrastro los pies, cruzando el umbral y escuchando como él hecha la llave a mis espaldas y las deja luego en el cuenco de la entrada.

—¿Cómo ha ido tu día en el cole? —me pregunta, como hace siempre, y aunque esas palabras suelen despertar en mí alegría y siempre me pongo a parlotear mucho al oírlas, hoy solo bajo la cabeza y digo:

—Bueno... —no quiero hablar mucho más, pero me siento un terrible mentiroso. Tonto y mentiroso.

Tyler se acerca a mí, frunciendo un poco el ceño y agachándose más a mi altura.

—¿Ha sucedido algo? ¿Te sientes bien? —y acto seguido coloca la palma de su mano bajo mi flequillo, tocando mi frente sudorosa. Seguro que le da asco. —No parece que tengas fiebre... —dice en un susurro y luego retira sus dedos.

Dedos amables y cálidos que ya no me revolverán más el pelo, ni me tirarán de las mejillas ni me pincharán el costado derecho porque ese es mi punto débil de cosquillas.

Sorbo mi nariz, porque soy un niño tonto y débil y no sé aguantarme las lágrimas, aunque papá siempre me dice que solo las chicas hacen eso. Tyler me mira sorprendido y la vergüenza calienta mi rostro, no quiero que me vea así.

—Mi niño ¿Qué ha pasado? —pregunta, pero noto un nudo en la garganta y sé que si abro la boca solo me pondré a sollozar e hipear como papá dice que las niñas hacen. —¿Quieres un abrazo? —pregunta con una sonrisa amable, acariciándome un poco el pelo. Y no me lo merezco, pero asiento. —Ven aquí, pobrecito.

Tendría que sentirme culpable, pero solo me siento bien. Bien y querido y seguro, como cuando me envuelvo en mantas por la noche y sé que ningún monstruo puede hacerme daño. Sus brazos son pequeños y me rodean flojito, pero siento que podrían protegerme de todo lo malo. Que paran el tiempo y me dan una pequeña burbuja solo para mí, para que respire hondo y me relaje. Tyler apoya su cabeza en mi hombro cuando ya llevamos un rato y yo me tenso y me pongo tan increíblemente rojo. El corazón me va a mil y los dedos de mi mano hormiguean. Quiero acariciarle el pelo como él hace conmigo, pero... pero...

—¿Mejor? —pregunta cerca de mi oído.

Mi estómago se siente como cuando papá conduce por una curva peligrosa y no puedo responder. Asiento con la garganta seca y él se separa de mí. Tengo ganas de tirarme al suelo y llorar, golpear cosas solo porque Tyler ya no me está abrazando.

—¿Me dejas ver que traes ahí?

Mi primer instinto es llevar el papel arrugado de mi mano a mi pecho y protegerlo. No quiero que vea mi feo examen con esa nota más fea aún marcada en tinta roja arriba de todo, pero Tyler me lo está pidiendo amable y tiene los ojos tan bonitos...

Le entrego el vergonzoso papel, mirando a un lado y cerrando los ojos porque me va a gritar y no quiero ponerme a llorar de nuevo.

—Cariño —dice con voz dulce, no como cuando mamá usa esa palabra —¿Es por esto que llorabas?

Asiento, un poco desconcertado ¿Y los gritos? ¿Y el ceño fruncido? En lugar de eso Tyler vuelve a rodearme con los brazos y me da un pequeño apretujón.

No entiendo nada, pero tengo la cara caliente y muchas mariposas revoloteando en mi estómago.

—¿No estás... enfadado? —pregunto tentativamente, realmente se siente como uno de esos sueños de los que me voy a despertar en cualquier momento.

—Claro que no, no pasa nada, veremos qué has hecho mal y estudiaremos más eso ¿Si? No tienes que ponerte triste por una nota baja, no estoy enfadado, nadie está enfadado contigo por eso. —frunzo un poco el ceño, porque Tyler me está mintiendo y lo sé ¡Y nunca pensé que Ty me mentiría! Hoy es el peor de los peores días.

Lloro con todas mis fuerzas, furiosos, porque de repente me duele la barriguita y ya no hay mariposas graciosas en ella, ni cosquillas, ni una merienda bonita. Alejo a Tyler, agitando mis brazos en un intento de parecerme a los señores de las películas de acción, y él me mira desde arriba con una cara extraña.

—Ey, ey ¿Pero qué sucede? —pregunta, cruzándose de brazos y enarcando una ceja —Ángel, ya eres muy mayor como para tener pataletas así, podrías haberme hecho daño ¿Eso es lo que quieres?

Mi cara arde de repente. No, no quería hacerle daño y me siento fatal por eso, ni siquiera lo había pensado, pero él... ¡Me ha dicho esa mentira!

—Sí se van a enfadar... —murmuro, tan bajito que ni yo me escucho.

No quiero mirar a Tyler porque seguro que me está viendo todo enojado y decepcionado, sus ojos bonitos rodando y su boca rosa haciendo una forma fea que le dé arrugas parecidas a las de papá. Juego con mis dedos, rascando mis uñas entre sí, y me centro en eso.

—¿Qué? ¿Quién se va a enfadar? —pregunta él, como sorprendido.

Y tengo ganas de ponerme a llorar de la frustración de nuevo ¿Cómo no va a saberlo? ¡Todo el mundo! Incluso él se ha enfadado por mi mala nota, lo sé.

—Angelito ¿Quién se va a enfadar? —pregunta en un tono más bajo y más suave, ese que me hace sentir cosas raras y me levanta los pelitos de la nuca. Yo hago un ruidito incómodo, porque mi barriga se siente divertida ahora y mis manos tiemblan.

Él se agacha a mi altura y me coge de los dedos, acariciándolos con su pulgar.

—Los profes... —digo mirando a un lado, hablando cada vez más y más bajito porque realmente no quiero hablar, solo irme a sentar porque mis piernas se sienten de gelatina —y papá y mamá...

—No, Ángel... —dice, acercándose un poco más, poniendo esa cara de cachorrito que hace que me quemen las mejillas y las orejas. ¿Me va a dar un abrazo? —Ángel ¿Ellos se han enfadado antes por una nota no tan buena?

Yo asiento, queriendo ponerme a llorar ahí mismo. Tengo las lágrimas empañándome los ojos y en cualquier momento se me van a caer y no quiero parpadear para que no se caigan porque a papá no le gusta, pero cada vez hay más y más y más y... y...

—Se enfadaron por un seis y esto mucho peor que un seis —murmuro, pero mi voz sale rara y aguda, la odio. La odio tanto que al final me pongo a llorar. Me odio. —¡Se van a enfadar tanto! ¡Me van a odiar! ¡Todo el mundo me va a odiar porque soy tonto! ¡Tonto, tonto, tonto!

—¡Eh, eh, eh! —Tyler advierte, atrapando mis brazos en sus manos pequeñas pero muy fuertes. Y me doy cuenta, porque me duele la cabeza y tengo los nudillos rojos, que me estaba golpeando. —No, hagas eso —dice entristecido —, no lo harás ¿De acuerdo? —y asiento, más avergonzado aún. Soy tan tonto que me he golpeado a mí mismo, Ty debe odiarme.

Sorbo mi nariz y cuando mi niñero me deja ir me la limpio con el dorso de la mano. Me duelen los ojos, además de la cabeza y solo quiero dormir. Dormir tan profundo que cuando papá de un grito al ver mi examen en la mesa de la cocina yo no lo oiga porque esté soñando cosas bonitas y ruidosas, como música.

—Ven aquí...

Me abraza. Ty me abraza y es el mejor momento del mundo. Ya no quiero mi cama, ni dormir, ni sacar una buena nota en mi próximo examen, ni que papá me diga que está orgulloso. Yo solo quiero que me abrace más. Y fuerte. Y para siempre.

Me hundo en el hueco de su hombro y yo lo abrazo de vuelta, sollozando. Porque Tyler parece no oírme llorar, porque no me dice que parezco una chica o un bebé o cualquier otra cosa que papá considera tonta e indeseable.

—No te va a odiar todo el mundo, no es verdad —me dice, estrechándome cerca. Me gusta la forma en que sus brazos delgados aprietan, como un cinturón de seguridad que me mantiene calmado. —. Yo te quiero mucho ¿No es así? Y te quiero saques la nota que saques, porque eres mucho más que un número estúpido. No llores, pobrecito, no pasa nada.

No puedo respirar por unos segundos. No puedo siquiera pensar. Solo sé que algo tórrido y dulce se derrama sobre mi corazón y que me pongo a llorar todavía más fuerte, pero que esta vez son lágrimas bonitas.

—¡Yo también te quiero! ¡Te quiero pase lo que pase! —berreo contra su pecho, pareciendo una nena o un bebé o lo que sea. No me importa, porque Tyler no me llama esas cosas, solo ríe suave y me suena los mocos con un pañuelo de papel que huele a él y que querría guardar si no estuviese todo sucio.

—¿Para siempre? —me pregunta risueño, tirándome de la mejilla mientras uno de sus brazos aún me rodea.

—¡Para siempre! ¡Nunca te dejaré de querer! ¡Nunca, nunca, nunca! —grito, el pecho se me oprime por la pregunta. Quiero que Tyler no pueda preguntarme nunca más eso, que lo sepa, que se le quede grabado, que no pueda dudar, igual que yo no dudo.

Tyler es el mejor. Mi mejor amigo y el mejor niñero ¡La mejor persona! Mejor que los profesores que me ponen notas malas en tinta roja, mejor que papá y mamá, que gritan y me hablan mal y no están la mitad del tiempo, mejor que los compañeros de clase, que me tiran de la mejilla y las orejas y el pelo, pero de una forma muy, muy desagradable, no como él, mejor que todo el mundo entero.

—Pues yo tampoco te dejaré nunca, yo te voy a cuidar siempre y tú me vas a querer siempre ¿Trato? Y ninguno de los dos se sentirá solo más. —sus palabras son tan bonitas, su voz... me pego a su pecho e inhalo fuerte, porque cuando estoy soñando nunca huele a nada, pero él siempre huele a perfume de chica y jabón.

Y hoy también, porque esto no es un sueño.

—¿Somos como... amigos? —pregunto bajito, como si le contase secretos a una hormiguita, y él asiente.

Lo miro con miedo ¿Y si me está gastando una broma como los chicos de clase? Pero él no es como ellos, él es mejor. Mejor que nadie. El mejor niñero.

—Claro, tonto. —mi estómago se revuelve un poco por esa palabra fea, pero luego no se siente tan mal. Cuando la dice Ty suena incluso bonita y me da ganas de llorar de felicidad.

—Eres mi primer amigo... —le confieso, con mis mejillas muy rojas y la cara caliente como después de tomar el sol.

—Y tú el mío. —me responde, haciéndome abrir los ojos grande. Él también está rojo y su cara se ve tan bonita así que quiero ser yo quien le tire de la mejilla y le revuelva el pelo.

Él es tan, tan hermoso y bueno. Solo quiero que estemos siempre así, abrazados y con lágrimas bonitas en las mejillas, con su cara rosita y esa sonrisa pequeña en sus labios. Quiero hacerle feliz, que ría siempre, que no se arrepienta de ser mi amigo.

—Haría cualquier cosa por ti... —añado, notando que me ahogo con mis palabras. Quiero decir mucho más, pero mi cabeza se siente pesada y llena de nudos.

—Adorable. —dice riendo un poco. Una risa suave y brillante, tan agradable como una tarde de verano.

Tyler es tan genial.

Él es como un papá y una mamá que no gritan, como el hermano mayor de ese chico de clase que siempre viene a buscarlo y le trae chuches, como el profesor que siempre me pone caras felices en los exámenes aunque no me vayan muy bien. Es así ¡Pero mucho más!

—Desde que tú viniste la casa se siente bien, antes solo era fría, como de metal. Daba miedo. Gracias. —quiero cerrarme los labios con pegamento, porque se abren solos y dicen cosas bochornosas, pero luego, cuando veo la expresión que hace Tyler, querría estar todo el día entero diciendo más tonterías.

—Entonces me necesitas para que este sea un lugar bonito. —responde suavemente, separándose un poco para ir a la cocina. Y cuando lo hace arruga el papel que le he dado en su mano, hasta hacer una pequeña bola.

Luego lo veo bolar y aterrizar de lleno en la papelera. Tyler ríe victorioso y yo me siento como si me hubiesen quitado una mochila cargada de libros de encima.

—Ty... —llamo su atención tirando de su camiseta. Él se voltea mirándome con los ojos más bonitos del mundo y esa sonrisa de verano. Quiero ver su cara cada día de mi vida. —no podría vivir sin ti. 


Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

¿Qué os parece Ángel chikito? ¿Y la relación que tenía con Tyler cuando era su niñero?

¿Cómo pensáis que las cosas llegaron a torcerse tanto?

¿Qué creéis que opina el Tyler del pasado del hecho de que Ángel le esté cogiendo tanto apego tan rápido? ¿Qué pensaríais vosotros?

Gracias por leer <3 No olvidéis dejar una estrellita si os ha gustado y un corazoncito si amáis mucho a Ángel chiquitín uwu Nos leemos la semana que viene <3


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