Tyler: 10 años

 Muchas gracias por leerme a todos y disculpad la tardanza uwu <3 Aquí tenéis el nuevo cap y ojalá os guste mucho, os sorprenda u os intrigue aún más.

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El niño mira al suelo fijamente, le pecho encogido y su último respiro atrapado en los pulmones. La noche es increíblemente oscura afuera y solo una tenue luz entra por las ventanas iluminando la cocina: el contorno de la nevera, el mango de una sartén sucia en la pica y un vaso roto en el suelo.

Los ojos de Tyler se abren grande, sus manos se agarrotan. No puede mover ni un centímetro de su cuerpo mientras observa el agua extenderse por los tablones de madera y el cristal reluciendo solo un poco. Piensa que quizá no lo han oído, que tal vez el sonido de un vaso haciéndose añicos no es suficiente para romper un sueño profundo.

Pero su padre jamás tuvo el sueño profundo.

Escucha gruñidos en la habitación, muy a lo lejos, al final de ese pasillo oscuro que luce como la boca de una cueva. Su papá ha llegado hoy enfadado y torpe, como siempre, con un cuerpo grande que se apoya en el de su madre y lo aplasta con el colchón. Su mamá le ha dicho que vaya a dormir, que cierra la puerta, que se tape los oídos. Pero aunque ella ha sollozado bajito, el sonido siempre termina filtrándose por las gritas de las paredes hasta el corazón de Ty, un sonido blando, pero doloroso como un disparo. Junto a él, los insultos que su padre jadeaba entre golpe y golpe.

Ty no entiende muy bien qué sucede, pero cuando su padre llega en noches como esa oye como si martilleasen la pared un buen raro y después la noche se queda tranquila: el hombre ronca, la mujer solloza y al final Tyler logra quedarse dormido dentro de la pequeña burbuja bajo su manta.

Solo que esta noche tenía sed y ¿Qué daño puede hacer un vaso de agua? Ha recorrido el pasillo de puntillas, encendido el grifo a mínima potencia y ha dado sorbos pequeños, pero es tan torpe. Tan inútil.

Escucha la voz de su madre elevarse, el rehén de una bestia al fondo de la cueva. Le dice algo al monstruo rugiente. Tyler solo escucha palabras entrecortadas como ''tontería'' y ''cama'', pero la desesperación bajo cada letra de esas palabras es tan cruda y horrible que lo sacude.

Reacciona de repente y se agacha hacia el suelo, tomando a puñados los cristales. Si logra tirarlos todos a la basura y volver a su burbuja de mantas será como si nada hubiese pasado. Su padre terminará por pensar que ha sido un ruido de la calle ¡Sí! Un gato merodeando la zona que ha roto un tarro o algo así, quizá hasta un...

Pero Tyler conoce muy bien los pasos de su padre y cuantos hacen falta para que recorra el pasillo y ya ha dado la mitad. Sus pies pequeñitos jamás serán demasiado rápidos como para ocultar las evidencias y huir.

El niño se voltea cuando oye la madera crujir. La figura de su padre se apoya en el marco de la puerta, observando la escena con escrutinio. El hombre luce de todo menos humano, una de esas manchas en un papel blanco que uno debe decir qué son y que aunque no tienen forma siempre cobran la de un monstruo, una pila de ropa sucia que al atardecer parece lucir hambrienta, una sombra bajo la cama que podrías jurar que se sonríe con dientes afilados. Su padre luce como todo eso, una amalgama de pesadillas bajo capaz de piel humana.

­—¡Son las putas tres de la mañana! —le grita el hombre, su voz retumba, profunda y llena de ira, dentro de la cabeza del pequeño.

Tyler ni siquiera entiende las palabras, solo oye el grito y se pone a llorar al instante, poniéndose a recoger más rápido los trozos de cristal.

Más pasos de gigante, más gritos, más lloros.

—¡Encima lo estás llenando todo de sangre! ¿Eres un jodido retrasado o qué? —chilla el monstruo, se oyen pasitos bajos y acelerados en el pasillo, como de ratón.

—¡Ty! Déjalo cariño, vuelve a la cama, volved a la cama, ya lo recojo yo, cariño, ves a la cama mañana tienes que trabajar y necesitas desc-

—¡Podría descansar si no tuviese que mantener a dos jodidos inútiles! —ruge de vuelta y Tyler no entiende lo que dice pero duele. Duele en el corazón y en sus manos pequeñas, que aprietan mucho, pero no pueden evitar que algunos cristales se resbalen. Solo quite acabar rápido, recoger y que su padre vuelve a roncar y su madre a sollozar hasta dormirse. Quiere paz. —¡Una que no me toca ni aunque le parta la cara y el otro que me despierta a las tres de la puta mañana!

—Lo siento... —murmura Tyler. Piensa que no debería haberse levantado para beber, que todo sería más fácil si se fuese a la cama y no saliese de ahí nunca jamás.

—¡Lo siento! —lo imita su padre, poniendo una voz extraña y desentonada que Tyler opina que no se parece nada a la suya y le hace querer llorar. —¡Hablas como tu puta madre! Todo el día ¡Lo siento, lo siento y lo siento! Pero luego nunca haces nada bien.

—Cariño, por favor, ves a la cama, yo me oc-

Tyler ha escuchado muchas veces golpes, pero es la primera vez que ve uno. Piensa que la mano grande su padre luce como una zarpa y que la cara dolorida de su madre es una gran cicatriz. La mejilla roja, el ojo lloroso y las piernas que tiemblan como ramitas en el viento. Odia a su padre, lo odia tanto como puede. Odia que no le lleve a ver carreras, que no bese a su mamá en la mejilla y que no le vaya a buscar a la escuela, como hacen los otros papás. Odia que huela siempre raro y que no sepa andar derecho, que tenga las manos tan grandes y tan sucias, que martilleé la pared cada noche y haga a su esposa llorar incluso cuando no está.

—¿Me vas a decir tú a mí que hacer? ¿Eh? Puta de mierda ¡¿Me vas a decir tú a mí qué hacer?! ¡Cuando yo mantengo a esta puta familia! ¡Sin mí os moriríais de hambre! Debería largarme ahora, debería largarme y dejaros en la puta calle ¡Ahí que volveríais agradecidos y no ibais a romper un jodido vaso en vuestras vidas!

Tyler quiere decirle a su padre que él puede acompañarle al trabajo y ayudarle hasta obtener dinero para otro vaso o que el otro día un chico de la escuela hizo unos dobleces muy chulos en un papel y ¡Tarán! Al siguiente minuto parecía un vaso. Él no sabe hacer eso, pero puede intentarlo y quiere decírselo, pero su padre no le deja.

El hombre le agarra por el pelo y su mano grande se siente tan mal como imaginó. Le duele la cabeza de pronto y su cuerpo se paraliza, como si ya no fuese suyo.

—¡Déjale, déjale! —su madre grita, la desesperación estridente de su voz mezclándose con una extraña fuerza. Por primera vez, no suena tan dulce.

La mujer agarra uno de los brazos de su esposo, suficientemente grande y fuerte para hacer un movimiento brusco y librarse de ella, lanzándola contra la mesa.

—¡Cierra la boca! ¿¡Es que no te callas nunca?! —gruñe el hombre, su hijo berrea y solloza, quieto bajo su agarre —¡Cierra la boca tú también! Puta de mierda, no sabes ni engendrar un hijo normal ¡Cállate!

Las venas del cuello y la mano se le hinchan, su rostro está rojo como prendido en fuego y Tyler siente náuseas cada vez que los gritos de su padre vienen acompañados de espumarajos.

El niño quiere ser bueno. Quiere obedecer. Quiere silencio. Quiere paz. Pero grita más fuerte y llora y no puede evitarlo, porque la cabeza le duele realmente mucho.

—¡Cállate! —su padre ordena, golpeando la frente del muchacho contra el mármol de la encimera. —¡Cállate! ¡Cállate! —y con cada golpe de voz, le martillea más y más la cabeza contra la dura superficie. —¿Tan difícil es dejarme dormir? ¡Solo cierra la jodida boca!

Tyler podría jurar que se rompe entero, como el vaso que ahora está pisando descalzo. Y todo pincha y duele y se expande, gotas cálidas le caen por la frente, un frío raro colándosele por debajo de los dedos. Su cabeza se siente como un cascarón de huevo, todos los pensamientos viscosos derramándose por sus sienes.

—¡Para! ¡PARA! —la voz de su madre es tan afilada, una hoja que se le clava en el cerebro. Suena tan llena de ira, tan rugiente como su padre.

Y entonces los golpes paran y solo se oye uno más: un cuerpo grande y blando cayendo al suelo.

Tyler se voltea con su cabeza abierta dándole vueltas. Mira la escena despacio, casi adormilado, sin entender muy bien por qué su padre tiene una sartén en la mano si no es hora de comer o por qué tiene la cara manchada. Tampoco entiende por qué su papá se ha dormido de repente, pero está contento, oh, tan contento. Ya no les pegará, no hasta mañana al menos.

Aunque sigue habiendo fragmentos en el suelo y líquido derramarse y debe limpiarlo antes de irse a dormir. Se acerca al estropicio y empieza a recogerlo, los trozos de vaso se sienten raros, tan blandos y peludos, y el agua es espesa y caliente. Tyler quiere entender, pero le duele demasiado la cabeza como para pensar ahora mismo.

—¡No toques eso! —chilla su madre, dejando caer la sartén al suelo y manoteando suavemente las palmas de Tyler. —No toques eso. —repite, su voz más baja, pero no más calmada, sosteniendo con demasiada fuerza los deditos de su hijo.

—Tengo que recoger, mamá —le responde un Tyler soñoliento que no para de frotarse los ojos porque todo está borroso y porque la sangre de su frente no para de caerle en los párpados.

—Ya recoge mamá, tú vete a dormir, mi amor, tú vete...

El niño niega, haciendo un puchero. Mira a su padre durmiendo en el suelo y recuerda que el hombre no tiene un sueño ligero.

—Te ayudo a recoger —aserta —, si no irás lenta y papá se enfada.

La madre abre la boca, pero la cierra de inmediato. Sonríe con mucha dulzura y ahueca la cara de su hijo en su mejilla. Tiene la mano caliente y húmeda y Tyler se acurruca en ella pese al olor metálico. No le importa demasiado, es mejor que el hedor a sudor y alcohol.

El niño sigue encontrándose mal y su cabeza no deja de martillear ni un solo segundo, pero se siente feliz de ayudar. Su mamá toma un cuchillo y Tyler sostiene las bolsas de basura abiertas y luego les hace no uno, ni dos, sino ¡Tres nudos! Y su mamá le besa la frente y le felicita por cada uno, porque los hace igual que ella le enseño cuando empezó a compararse zapatos sin velcro y necesitó atarse los cordones para no tropezarse.

Tyler no entiende mucho qué pasa, pero se siente un poco incómodo al ver a su papá haciéndome pequeñito. Le recuerda a una clase que dieron de biología, donde una célula se rompía por la mitad y se convertía en dos. Él no quiere tener dos papás y mucho menos tantos papás como bolsas de basura, porque definitivamente hay demasiadas ¡Un papá ya era demasiado! De repente tiene muchas ganas de llorar, pero no quiere hacerlo porque entonces su padre se despertará y volverán a haber gritos y golpes.

—Ya está mi amor —dice su madre agachándose para besarle la frente. Lleva una cola medio deshecha y los cabellos se le pegan a la cara por el sudor y el agua roja, pero Tyler cree que su madre es bonita y brillante como el sol —, ahora necesito que me ayudes un poco más ¿Eso está bien?

Tyler asiente rápido y fuerte, aunque se arrepiente un segundo después, cuando se cabeza duele mucho más por el repentino movimiento.

—Vamos a salir al bosque mágico ¿Si? Y vamos a jugar a un juego nuevo.

Los ojos de Tyler se iluminan. Casi nunca pueden salir al bosque mágico y él lo ama. Ama las flores y los hierbajos, ama las orugas blanditas que encuentra bajo las piedras y quedarse horas acuclillado viendo a las hormiguitas entrar y salir de un hoyo llevando migas de pan gigantescas. Le gusta imaginar un nombre y una vida para cada bichito, así cuando sale al bosque mágico de nuevo puede saludarlas y no olvidarse; él tampoco quiere que los habitantes del bosque se olviden de él, porque aunque los niños de su clase dicen que los bichos dan asco, a él le parecen muy bonitos. Incluso los que pican.

Tyler ayuda a su madre a llevar las bolsas de basura afuera, salen por la puerta trasera, dirigiéndose al bosque mágico. Tyler lo llama así porque aunque es solo una parcelita de malas hierbas que hay detrás su casa, él solo sale a jugar ahí cuando su padre está de muy, muy buen humor. Y esos días son como la magia: tan escasos, pero tan brillantes.

Tyler lleva las bolsas menos llenas y se alegra por ello, en esas bolsas está su papá más pequeñito, así que si le intentase golpear quizá podría defenderse. Opina que su madre es valiente, porque carga bolsas muy grandes y varias a la vez. Él quiere ser como ella cuando sea mayor, no como su padre.

—Cariño ¿Te acuerdas del juego de señalar? —pregunta su madre cuando ya están todas las bolsas en el bosque.

El chico se mordisquea los dedos. No le gusta que papá esté ahí porque es su lugar especial, como la burbuja de debajo de las mantas. Es su lugar seguro y ese hombre no le hace sentir seguro. Él pisa fuerte y es torpe, podría pisar a los habitantes del jardín, como Robert la oruga verde o la hormiguita regordeta María. Tyler quiere llorar de nuevo.

—Cariño —su madre insiste, acunándole la cara con la palma cálida y húmeda. Cuando ella le toca siente que todo está bien, así que ahora se relaja inmediatamente. —¿Te acuerdas?

El chico asiente.

—Yo no mucho —dice ella y hace un puchero después. Tyler sonríe porque piensa que su madre es graciosa y bonita ¡Y ha puesto a dormir a papá! Es como una super heroína con super poderes. —¿Me lo vuelves a explicar?

Tyler se muerde el labio porque no es bueno con las palabras, pero realmente quiere hacer su mejor intento. Su madre siempre hace sacrificios por él, así que quiere devolverle el favor.

—Me subes a la vaya —dice el chico señalando con su índice señalado el denso ballado de madera que tapa su jardín de la vista de los demás —y si veo un gato lo señalo y digo ¡Gato! Y si veo a un perro lo señalo y digo ¡Perro! Y los saludo y a veces vienen y los acaricio si me dejan.

—¡Muy bien mi amor! —su madre aplaude suavemente, haciendo el corazón de Tyler agitarse de alegría. —Hoy hacemos algo distinto, hoy solo dirás ¡Persona! Si ves a una persona cerca del jardín ¿Vale? Y en vez de gritar y saludar vendrás corriendo corriendo y me lo dirás a mí ¿Si?

Tyler asiente. Suena más divertida la versión original del juego, pero está feliz de jugar con su mamá, así que no importa. Su madre lo aúpa y el niño se sube a la balla como un monito, alzando su cabeza sobre las aristas de madera. El juego dura mucho rato y termina siendo aburrido porque no aparece nadie por la calle debido a la hora.

La cabeza del pequeño niño todavía duele y lo hace más y más cada vez que su madre entierra la pala del cobertizo en el suelo y suena desagradable.

—Mamá... —le dice el chico sollozando —mamá —insiste; ella sube la vista con total atención y lo mira fijamente. —, el ruido duele... —se queja el muchachito señalando la pala con un dedo acusador.

—¿Quieres que cante bebé? Así es un ruido bonito.

Tyler asiente y sonríe grande. Su madre le sonríe también y luego tapa el sonido de la pala con la canción que siempre le canta cuando Tyler no puede dormir o tiene dolor de tripa.

—Oh, gavina voladora, que volteges sobre el mar... i al pas del vent mar enfora, vas voltant fins arribar...

La canción se repite muchas veces y el tiempo parece pasar más suave, más amable.

Le arrulla mientras huele a metal.

Después de un rato largo, en el que Tyler se siente como en el mar, mecido por las oleadas de voz de su madre, esta le pica el hombro y lo toma por las axilas para bajarlo de la verja.

Tyler observa el bosque mágico, hay algunos trozos de tierra húmeda y revuelta en las esquinas, donde el musgo suele crecer muy rápido, pero pese a eso todo sigue igual. Su madre respira rápido y tiene la piel brillante y mojada y su padre no está por ningún lado, quizá se ha ido a la habitación.

—Duele... —murmura el chico, señalándose la cabeza de nuevo. —duele dentro.

—Hm... te daré un tran... una cosa para hacerte sentir mejor.

Tyler asiente y se abraza a su madre. Murmura un inaudible ''gracias'' contra la ropa sucia de su pecho y respira profundo. Su madre lo lleva adentro y el chico, agarrado como lo está a su cuerpo, nota sus pequeños huesos, sus temblores y las respiraciones casi espasmódicas que uno jamás podría adivinar solo con ver su cara sonriente y amable.

El chico se sienta en la mesa de la cocina, somnoliento, y su madre deja un vaso de agua a su lado y una pequeña píldora.

—Te hará sentir mejor y dormir más rápido, tómatela mientras mamá limpia ¿Si? Y luego nos daremos un baño relajante.

Tyler asiente, ama los baños largos, se agua caliente y pompas de jabón. También son mágicos, como el jardín, porque pocas veces puede visitarlos. Normalmente debe darse una ducha rápida fría porque su padre dice que el agua caliente vale dinero, aunque Tyler no entiende muy bien por qué el agua sería cara si el mar está lleno de ella.

Su madre frota con ansiedad el suelo, dejándose las uñas en ello y salpicándose sin querer los dedos de lejía. Frota hasta en las gritas de las baldosas y examina cada pata de las sillas, cada centímetro de pared, en busca de una gotita minúscula para poder frotarla por más de diez minutos. Suena extraña, porque no para de hablar en voz baja y con un tono molesto al que Tyler no está acostumbrado.

Tyler la ve frotar, quiere ayudarla, pero ahora la cabeza le duele tantísimo que su mente no puede formar ni un solo pensamiento. Se encuentra confundido, es tarde ¿Por qué no está en la cama? Recuerda tener sed, luego a mamá cantando, luego, luego... oh, la pastilla. La mira y se la pone en la boca, luego intenta bajarla con un trago de agua, pero la escupe.

Esa pequeña piedrita parece convertirse en una roca capaz de obstruirle la garganta cuando le roza el final de la lengua. La mira con recelo, no quiere intentarlo de nuevo, ha sido muy desagradable.

—Mamá —lloriquea —duele.

—Cariño, la pastilla —dice ella con voz acelerada, frotando más rápido y más fuerte una vadosa por la que la mujer murmura una palabra fea.

El niño niega, haciendo un mohín.

—Cariño... —insiste ella, pero su voz dulce suena demasiado alto, todo suena muy alto, y el chico se pone a llorar más fuerte.

—¡No! —chilla —¡Duele!

La mujer se levanta de golpe, los abiertos de par en par y pisando esa baldosa que tan bruñida quería dejar.

—No, no, no —dice ella acercándose rápido —no grites, Tyler, por el amor de Dios.

—¡Duele! ¡Duele! —lloriquea él, golpeando la mesa al agitar sus manos y pies.

La mujer le agarra los brazos y trata de mantenérselos quietos, mientras insiste.

—No, Ty, no, no grites, Ty, joder, no para, t-

—¡Duele!

Y cuando el niño abre grande la boca dedos adultos empujan la capsulita entre sus labios, seguidos de un buche de agua tan grande que tiene que tragar para no asfixiarse; el medicamento, aun así, no pasa desapercibido: cruza su garganta ásperamente a pesar del agua.

El niño, pese al mal trago, termina sollozando e hipeando, pero no gritando.

—Ya está —dice su madre, con notorio alivio en su voz y estrechando a su hijo cerca —, ya pasó mi amor. Lo siento, pero era para que no te pusieses mal. Ahora te sentirás bien, lo prometo.

El niño asiente, aunque no se siente mejor. Bebe un poco más de agua y se remueve en su silla, inquiero pero callado. Y después de un rato que se siente demasiado largo su madre dice que ha terminado de limpiar.

—¿Quieres darte un baño calentito? —Tyler asiente y nota que la voz de su madre ya no le duele en la cabeza. Se siente feliz por ello, ama la voz de su mamá.

También nota que no para de cabecear y que su cabeza se siente llena de niebla. Muchas cosas están borrosas, como por qué está despierto a las cinco de la mañana o por qué su mamá y él están tan sucios. Recuerda que pasó algo con un vaso ¿Se lo derramó encima? No le importa, no puede centrarse en que nada le importe ahora.

Sus ojitos se cierran poco a poco y todo lo que siente es que flota en una nube, una nube que huele a jabón y que se siente como su madre lentamente quitándole su ropa acartonada. Abre los ojos cuando se nota sumergido en agua calenté y ve que está sobre su madre. La piel rosada y desnuda de la mujer, bajo el agua, se distorsiona tanto que apenas se le notan las cicatrices.

Su mamá le frota el cabello y le da muchos besitos en la mejilla, hace pompas de jabón, canta y chapotea en el agua con él hasta que están los dos riendo. Tyler se siente más feliz que nunca, pero entonces su madre empieza a llorar.

Se pregunta su papá está cerca, porque ella siempre llora por papá.

—¿Qué pasa mami? —la voz de Tyler se escucha tan tímida.

—Nada, mi amor. —responde temblando y entonces estrecha más fuerte a su hijo, ambos ocupando solo la mitad de la bañera. —Te pareces mucho a tu papá —dice, apartándole unos mechones húmedos de la frente y mirándolo con ojos brillosos. Tyler arruga la nariz, no le gusta esa frase —, su nariz, su sonrisa, cuando aún sonreía, esa peca en su cuello —la mujer suspira, solloza y se pasa las manos por la cara. Luego las lleva hacia la cara de su pequeño hijo —, te pareces a él cuando aún era bueno, sin todo lo malo, tan bonito, tan puro, mi amor... ¿Sabes que mamá te quiere mucho?

—Yo quiero mucho a mamá —se apresura él a decir, casi gritando —, quiero hacer que mamá deje de llorar. —termina tímidamente, con otro puchero.

—Mamá llora porque se siente sola —dice ella, una sonrisa tristona le atraviesa el rostro y el corazón de Tyler se encoge —, porque papá nos ha abandonado, pero mamá no está pensando bien. No estoy sola, te tengo a ti ¿Verdad? —el muchacho asiente vigorosamente, con orgullo. Y su cabeza ya no duele, pero se siente mareado, tan mareado. —Y tú eres tan bueno, mejor que él, el hombrecito de la casa.

—El hombrecito —repite el chico con una sonrisilla, le gusta como suena. Él quiere ser como papá debería ser, él quiere darle besos a mamá en la coronilla, como hacen los papás de los otros chicos de clase.

—Cariño ¿Quieres ayudar a mamá a no sentirse sola?

Y Tyler dice que sí, porque quiere hacer cosas buenas por mamá.

Aunque no entiende por qué las cosas buenas se sienten tan mal esa noche.

Por qué le duelen tanto que mamá debe darle una segunda pastilla.

Por qué tiene tantas ganas de meterse en una pompa de jabón e irse flotando lejos.

Por qué cuando su madre le dice donde frotar su voz ya no le provoca mariposas sino arcadas.

Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

¿Os esperábais esa historia tras la "desaparición" del padre de Tyler? ¿Realmente creáis que lo había abandonado?

¿Pensabais en la madre de Tyler como alguien capaz de herir a su hijo?

¿Qué opináis del personaje de la madre de Tyler?

¿Qué creéis que hará Tyler con Ángel ahora que ha recordado esto?

¿Qué pasará ahora que ha llamado a su madre?

¿Le contará a Ángel qué ha recordado?

Gracias por leer <3 No olvidéis dejar una estrellita si os ha gustado el cap y un emoji enfadado si queréis darle un puñetazo atómico a alguno de los padres de Tyler xd


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