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Mierda, mierda, mierda ¿Acaso no pasé ya hace mucho tiempo la etapa de ser un adolescente calenturiento? Aprieto mis piernas con incomodidad mientras veo como el camino de tierra se termina y la casa de Ángel aparece.

Necesito un poco más de tiempo para disimular esto, pero... pero no parece que vaya a irse. La mano de Ángel aprieta un poco mi muslo, empeorando la situación: el calor de todo mi cuerpo sale disparado hacia mi entrepierna, haciendo que el notorio bulto endurezca aún más.

Luzco tan patético teniendo una erección solo por un par de halagos y una mano en mi pierna. No puedo dejar que Ángel me vea así.

Cuando entramos en el garaje siento que me congelo. Miro hacia abajo con los labios apretados y el rostro pálido: su mano está tan... tan cerca. Y mi excitación se alza sin un poco de disimulo. Maldita sea.

—Estás temblando —dice Ángel un poco por encima del ronroneo del motor. —¿sucede algo?

Se inclina hacia mí y gracias a Dios no mira hacia mi entrepierna, sino que se enfoca en mi rostro sudoroso y mis ojos apenas abiertos. Veo su ceño fruncirse con preocupación y su mano me aprieta más el muslo. Joder.

—Uhm, t-tengo frío —miento, acurrucándome más en mi asiento y juntando las piernas con la esperanza de cubrir lo que se erige entre ellas. —¿Podemos quedarnos un poco más en el coche con la calefacción?

Ángel tuerce la boca y yo hago ojos de cachorrito porque necesito unos minutos para calmarme y solucionar este jodido asunto. Los necesito o si no explotaré de la vergüenza.

—Pero solo 5 minutos ¿Si? —dice, apuntándome con el dedo índice. Yo respiro totalmente aliviado y cierro los ojos, intentando pensar en cualquier cosa que no sea su voz o su mano ardiente casi tocándome la entrepierna— Ni un segundo más. —me alecciona, pero yo apenas estoy escuchando, solo me centro en bajar mi maldita calentura —Tener el coche parado y con el motor encendido en un garaje es muy peligroso. El motor expulsa monóxido de carbono y si se acumula mucho en un sitio cerrado como este la gente lo inhala, se duerme y muere intoxicada. Es una muerte muy boba, sería demasiado ridículo que te murieses así después de todo lo que he luchado por tenerte, así que si digo cinco minutos son cinco y ni uno más.

Por fortuna, la extraña charla de Ángel sobre los peligros de dejar el motor encendido en un garaje me viene bien y me ayuda a distraerme. Miro hacia abajo un poco más calmado y noto que mi excitación no es tan prominente ahora. Bien.

Aun así, me quedo en el coche con Ángel y él intenta aliviar mi malestar acariciándome la cabeza y besuqueándome las mejillas.

Al cabo de un rato mi pequeño cielo personal se rompe y Ángel se aleja de mí para apagar el motor.

—Cinco minutos —dice duramente. —, ahora sal.

Se acerca un poco a mí para desabrocharme el cinturón y luego rodea el coche y me abre la puerta. Yo, que tengo el cuerpo hecho de hormigueos y gotas de sudor, no sé si podré tenerme de pie, así que me levanto apoyándome en la maneta de la puerta. El recuerdo de cuando Ángel me jodió el tobillo cerrándola sobre él me punza y trato de evitarlo. No quiero pensar en esas cosas, no ahora.

—¿Mejor? —me pregunta, tomándome entre sus brazos al ver que estoy extrañamente soñoliento.

Me apoyo en su pecho y asiento con la cara pegada a la camiseta. Me gusta su aroma, querría tenerlo pegado a mí todo el tiempo.

—Bien, vamos a darnos un baño relajante ¿Si?

Oh.

Oh.

Quiero decir que sí, pero de mi garganta solo sale un extraño maullido. Maldita sea, muero por verlo desnudarse, por desnudarlo y desnudarme. Desanudar su cinturón, descender por su abdomen y deleitarme. No puedo parar de pensar en ello, en nosotros, en cómo me ha apretado la pierna, en como soy tan suyo, tan suyo... que incluso con esos policías delante solo podía ver la forma en que su sonrisa se curvaba.

No me resisto más y empiezo a besarlo, prácticamente me lanzo sobre él, cerrando el peso de nuestros cuerpos la puerta del garaje. Miro a mi alrededor, la cocina, la trampilla, el sofá a lo lejos. Me da igual todo, quiero tenerlo ya, aunque sea en la encimera, en el suelo o en ese jodido sótano de mis pesadillas.

Él no me corresponde al beso al principio, solo se queda sorprendido, con la boca entreabierta mientras mi lengua aprovecha la oportunidad y su cabeza procesa lo que sucede. Luego él me devuelve la misma voracidad con la que yo le como la boca. Me agarra fuerte de las caderas y me empuja para que deje de apretarlo contra la puerta y frotarme, me prensa fuerte conta el mármol, invirtiendo las posiciones y acorralándome, mordiéndome los labios tan fuerte que no sé si lo que escurre por ellos es saliva o sangre.

Y no me importa.

Jadeo y araño, mis dedos se deslizan por el centro de su camisa deseando rasgar la maldita ropa que hay en medio de ambos. Él ríe en mi boca, divirtiéndose por mi frustración, y hace que el beso sea un poco más dulce. Para mis manos cuando le agarro de la camisa para quitársela y me besuquea la mejilla con afecto.

—Quiero salir más veces contigo. —sus labios se prensan lentos y calientes en mi pómulo —Quiero intentarlo —ahora en mi mejilla, descendiendo lentamente —, tener una vida normal —su lengua en mi comisura. Oh, dios... —, tener una vida a tu lado. —susurra sobre mi boca. Y yo le robo el beso con el que él me tienta.

Mis pies despegan del suelo y siento su amplio pecho prensándose contra mí junto a brazos fuertes que me rodean. Él anda y yo mientras le beso la barbilla y lamo su cuello como un animal hambriento, muerdo bajo su oreja, en ese punto blando y dulce que sé que se siente bien y activa escalofríos. Recorro su nuez con mi lengua, sube y baja contra esta y la sensación es tan genial.

—No puedes aguantar hasta que lleguemos a la ducha ¿No es así? —pregunta burlón, parado frente al sofá.

Yo me revuelvo entre sus brazos, tan harto de que juegue conmigo y me tiente. Bajo de ellos y lo empujo bruscamente al sofá. Cae, no por mi débil fuerza en comparación a la suya, sino por la sorpresa de verme actuar tan fiero. Me mira con ojos de cachorro desde ahí sentado y no puedo sentir más que fuego.

Oh, Ángel ¿Qué esperas si sigues molestando a un perro que te enseña los dientes?

Ni siquiera me detengo a quitar su camisa, mis manos van directas a su bragueta, desabrochando, bajando y obteniendo su erección libre de estúpida ropa en pocos segundos. Me relamo al verla, mi asqueroso cerebro haciendo que todo el temor que me ha hecho pasar se torne en recuerdos eróticos: la recuerdo en mi boca, en mí. Y joder, mi interior late pidiendo por ella.

Ángel jadea, tan duro y excitado como yo, pero extrañamente quieto mientras me mira con las mejillas arreboladas, los ojos bien abiertos y las piernas juntas y apretadas. No entiendo el porqué de actitud, pero tampoco me importa. Dejo caer desde mi lengua un hilo de saliva sobre la dura virilidad y la masajeo unos segundos, extendiendo por todo el intimidante grosor el que será mi único lubricante.

Después me pongo de pie, mi sobre cerniéndose sobre la de Ángel, haciéndole lucir pequeño, paciente. Me quito los pantalones y la ropa interior de un solo tirón y me siento sobre los amplios muslos, moliendo mi trasero contra su durísimo eje.

Ángel jadea y aparta el rostro, se muerde el labio como queriendo acallar el sonido y, joder, la rabia me invade ¿Callarse? ¿Cómo se cree con derecho a eso? Quiero que hable, que me diga cuan bueno he sido, he jadee mi nombre. Que sea el hijo de puta desvergonzado que me hizo todas esas cosas horribles.

Le beso para arrancarle esos sonidos que merezco oír. No, no le beso, le muerdo, le chupo, le lamo... no sé qué nombre tendrá esto, pero tengo claro que semejante violencia no cabe en una palabra tan suave como beso. Y es que siento un deseo tan primitivo, tan brusco... solo quiero saciarlo, como sea, con quien sea. Y Ángel es la única cosa que tengo a mi disposición. Esto es su culpa, su responsabilidad.

Estoy harto de esperar a que sea él quien me pone las manos encima, de no tener ni un ápice de control. Lo has logrado, Ángel, soy tan tuyo que mi cuerpo siente que morirá sin tu calor en sus entrañas, así que ayúdame a calmar mi desespero.

—Vamos —susurro sobre su oído, dejando un mordisco en él después. Me agarro a sus hombros con las uñas enterradas en su piel y la virilidad de hombre deslizándose arriba y abajo entre mis nalgas, tentándome —joder, vamos ¿No quieres follarme?

Pero no me responde. Solo está ahí, sentado, con sus ojos cerrados y el labio entre los dientes, sudor recorriéndole el cuello y el pecho subiendo y bajando tan rápido... como si sufriese, pero yo sé que no es así. Que es solo un mentiroso, como lo era cuando ligaba tímidamente conmigo en la tienda. Él solo quiere una jodida cosa de mí y, por una vez, yo quiero lo mismo ¿Por qué no aprovecha? ¿Acaso solo es divertido cuando lucho y tiemblo?

Bajo a su cuello, enfadado o impaciente o yo qué sé. No sé lo que siento, solo que sea lo que sea burbujea en mi interior como si fuese a explotar. Le muerdo el cuello. Fuerte. Y chupo hasta que le arranco un sonido tan sucio como su jodida boca, con la que me ha dicho las peores cosas del mundo. Me vuelvo a verlo, contemplando con orgullo el chupetón que le he hecho en la garganta. 

El hijo de puta está sonrojado. Él.

Cómo si un gemido fuese demasiado para su pura boca. Pero sus putos labios no tienen nada de virgen ni de bueno, no son belfos de ángel. Es un jodido demonio. Mierda, mierda, mierda. Quiero ir al infierno.

Llevo mi mano hacia mi trasero.

—Ty... —me dice entre quejidos cuando le agarro de la polla y la empiezo a alinear con mi agujero —Esto es... Estás tan agresivo, oh, Tyler, estás...

Pero no escucho sus palabras. Mis sentidos están embotados, llenos de la maravillosa sensación de ser tomado por él, entrando lentamente y aun así partiéndome por la jodida mitad. Oh, duele de una forma tan dulce. Me siento tan lleno, tan complacido. Su palpitante, larga erección abriéndose camino y mi cuerpo deslizándose despacio para tomarla toda incluso si mis adentros se sienten empapados de fuego.

Amo como late en mi angosto agujero, como crece cuanto más desciendo, como me hace arquear la espalda. Salto sobre él, mi boca moviéndose, sobre aire o sobre carne, gritando su nombre, mordiéndolo, saboreándolo.

Abro mis ojos, extrañado. Siento su deliciosa erección dentro de mí, pero ¿Y si mano? ¿Y su lengua? ¿Y sus ojos sobre mi cuerpo?

Ángel tiene las manos enterradas en el asiento del sofá. Sus ojos clavados en una esquina lejana, llenos de lágrimas; el labio rojo de tantos mordiscos ¿He sido yo? No recuerdo haberle besado así, no recuerdo haberle besado. Él tampoco me ha besado, ni ha terminado, ni siquiera me ha tocado.

Sus dedos enterrados en el sillón del sofá, su cuerpo rígido y esa mirada... esa maldita mirada...

Suda, su pecho sube y baja y me mira con esa... esa mirada ¿Dónde la he visto antes?

Ojitos verdes llenos de lágrimas. Los recuerdo. Recuerdo también dedos enterrados en el sofá, un cuerpo rígido, labios rojos como la sangre.

Hacía tanto que no tomaba el control con Ángel que me había olvidado.

Me había olvidado.



Fin del cap ¿Qué os ha parecido?

¿Qué pensáis de la actitud de Ty en ese capítulo?

¿Qué pensáis que es lo que había olvidado?

¿Creéis que algún día tendrán una relación normal?


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