Hola chicos, aún no he podido averiguar quién fue la persona que creó el pdf donde está este libro pirateado, pero bueno, he logrado que lo borren de un grupo muy grande donde la mayoría de la gente que lo pirateó lo había sacado, así que algo es algo uwu Por eso he decidido actualizar :3
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Rara vez Tyler está feliz en su casa, pero hoy es un día especial. Hoy su habitación se siente como un palacio y la casa entera como un fuerte impenetrable donde sus mayores deseos se hacen realidad.
—Estoy tan feliz de verte —susurra el niñero entre risas, atrayendo al pequeño niño bajo las sábanas con él para darle un enorme achuchón.
Tyler nota que el corazoncito de Ángel va rápido, como el de un colibrí.
—Les dije a papá y mamá que iba a ir a casa un amigo de clase —confiesa el muchacho jugando con sus dedos. —, luego me preguntaron su nombre y me puse super nervioso. Les dije que se llamaba Mario, porque tú y yo siempre jugamos a Mario Bross, y me han creído.
—Muy bien hecho —halaga Tyler, pasando sus dedos por el cabello cortito y claro del menor. Sus dedos hacen que se relaje y que empuje su cabeza hacia la mano que lo mima —, estoy orgulloso de ti. Te echaba tanto de menos...
Suspira, recordando la última vez que vio a su pequeño chico. Ángel era un lío de lágrimas y mocos ese día, el único niño capaz de hacer un berrinche por el inicio del verano. Y aunque han pasado tres semanas, ha logrado verlo de nuevo, un poco antes de irse de vacaciones a esa odiosa casa donde no tiene a su niñero como vecino.
—Y yo a ti... —añade el otro, sorbiendo un poco su nariz —, tenía muchas ganas de verte, pero mis papás apenas me dejaban salir de casa por si me volvía a poner malito o porque seguía sin poder dormir... a veces creo que les enfada que me pase eso, que me odian por ello.
Tyler hace un puchero tristón y toma uno de los mofletes de niño en su mano, atrayéndolo hacia él.
—Pero yo te quiero —susurra dulcemente, mirándole los labios.
Ángel sonríe, un poco sonrojado por la cercanía con su niñero.
—Mientras tú me quieras todo está bien...
Tyler le sonríe de vuelta, acariciando sus mejillas y luego dejando un beso en su frente. Ángel suspira, relajado porque ese es de los pocos lugares donde no le angustia recibir besos.
—¿Cuánto rato tienes hasta que tus papás te quieras de vuelta en casa? —pregunta Tyler, irguiéndose en la cama y sentándose en ella mientras rodea a al pequeño por detrás, dándole un cálido abrazo con manta incluida.
Ángel se lleva un dedo a los labios, pensativo.
—Hasta las ocho... uno, dos... cuatro horas —concluye alegremente, pero luego hace un mohín —, me gustaría poder pasar más rato contigo...
Tyler le pincha la mejilla con un dedo, sonriendo de forma juguetona.
—No pasa nada, has hecho lo que has podido —lo consuela Tyler, mimándole el cabello. —, mi madre también estará fuera hasta esa hora más o menos —le informa, bajando para susurrar en su oído. Ángel se estremece y siente un repentino calor, trata de separarse un poco del abrazo de su niñero, pero este lo atrae más cerca todavía —, si tenemos tan poco tiempo, más nos vale aprovecharlo ¿No?
Y Tyler sonríe mientras sus palabras se ven acompañadas por una mano que desciende. No una que abraza, sino una que acaricia lascivamente, que explora bajo la ropa, baja cremalleras, agarra, araña...
—Uhm... sí... —responde Ángel con un hilillo de voz, temblando cuando las manos de Tyler pasan por lugares donde ya han estado antes, lugares que Tyler le asegura que se sienten bien cuando son tocados, pero que siempre le dejan triste y con un puchero en los labios y lágrimas en las mejillas. —Tyler... los besos y... y cuando me tocas... ¿Podemos dejar eso para otro día? ¿Podemos ver una peli o...?
—No tengo televisión —responde el otro rápidamente en su oído, antes de morder el lóbulo demasiado fuerte.
El muchacho da un repullo, acallando un sonido de dolor, y no objeta nada más. Tyler, sin embargo, susurra un par de cosas más en su lastimado oído:
—Había pensado... los besos ya no son suficiente para mí tampoco —Ángel tiembla en sus manos y sorbe su nariz, Tyler sonríe, porque él hace lo mismo cuando es amado, así que debe estar haciendo lo correcto. Su mano baja más y más y se escucha el roce de la ropa contra la piel, aunque Ángel aprieta mucho sus piernas y el niñero no logra bajarle los pantalones del todo. —, te quiero tanto, mi niño, tantísimo... ¿Recuerdas cuando me preguntaste sobre los besos?
—Mhm... —responde el muchacho son voz apenas, mirando fijamente como la mano grande tira de los pantalones hacia abajo mientras sus rodillas aprietan, no queriendo dejar ir la tela.
—¿Has oído hablar del sexo?
El muchacho niega despacio. Abre su boca un poco, como si fuese a decir algo, pero después la cierra.
—¿Quieres probarlo?
Y se forma un silencio. No uno cómodo o cómplice, sino extraño. Uno de esos silencios llenos de tensión que vienen después de un jadeo.
La mano de Tyler tiembla cuando pasan unos segundos en que ambos contienen la respiración. Se pregunta si el chico exhalará un no, si romperá su corazón. Al fin y al cabo, eso es el sexo ¿No? Una forma de decir te quiero, una forma de entregar tu corazón y tomar el del otro ¿No? Tyler se dice que el sexo nunca está mal. Nunca.
—Supongo que... que está bien...
Y Tyler se relaja enormemente, porque él ha aprendido que solo un no es no. Que las dudas, que las voces que tiemblan, que los quizá y los tal vez llenos de miedo son solo un sí disfrazado. Al fin y al cabo, si Ángel realmente no quisiera no se quedarían tan quiero y callado, no se dejaría hacer, gritaría, patalearía, lucharía con todas sus fuerzas y diría bien algo y claro no ¿Verdad? ¿Por qué iba a quedarse sino? ¿Por qué iba a decir que supone que está bien si no fuese porque desea eso tanto como Tyler? El niñero lo ve claro: su amado acepta su amor.
Cuidadosamente, las manos de Tyler lo desvisten, porque él ha aprendido que así es el amor: cuidadoso, de esa clase de toques que no dejan moratones. Mientras no hiera a Ángel, todo estará bien, incluso si el muchacho cierra muy fuerte sus piernas o hace un puchero o le aparta la mirada como si estuviese a punto de llorar. Incluso si no lo parece, se dice Tyler, todo estará bien. Lo que hace está bien.
Tyler planea su bonito futuro con el niño mientras lo acaricia y besa, distrayéndose así de las malas caras, de la forma en la que Ángel hace el amago de apartarlo y de un par de lágrimas que el pobre logra limpiar antes de que sean vistas. En su futuro ideal, Tyler y Ángel viven juntos y felices, ambos en una casita solo para ellos dos, en una casita con una habitación dedicada a los besos, las caricias y el sexo. Su nido de amor.
Y le hace tremendamente feliz, porque ya no queda tanto. Tyler cumplirá los dieciocho en apenas dos meses y podrá sacar a Ángel de casa de sus padres. Será su niñero a tiempo completo y para siempre.
Tyler sonríe, acariciando la carita de Ángel, pero su mueca feliz se rompe al ver que el otro está llorando inconteniblemente. Intenta besarlo, pero le gira la cara, sollozando, y en vez de sentir lástima, solo puede sentir ira, porque Ángel lo está rechazando, lo está traicionando.
Después de todo lo que he dado por él...
Tyler se aleja del niño y le lanza una manta, cubriéndolo como si no soportase verlo.
—¿Por qué siempre actúas así —escupe con rabia, apretando sus puños, mirando a sus ojos llorosos con desdén —como... —aprieta los dientes —como si te diese asco? ¿Como si no quisieras mi amor? ¡Joder! —grita, dando un puñetazo a la pared, haciendo al crío esconderse bajo la manta por el susto —Si no me quieres solo lárgate, no te estoy obligando a hacer nada, pero no me confundas así.
Tyler se queda de pie, apoyado en la pared que acaba de golpear hasta dejar un rastro de sangre y sus nudillos rojos y heridos. Mira al niño en la cama, tan aterrado y temblando, apenas un bulto bajo las sábanas y un par de ojillos temerosos que se asoman por el borde. Se siente asqueado, avergonzado de sí mismo por gritar y comportarse como un animal y de pronto toda su ira se vuelve tristeza.
Se gira hacia la pared ensangrentada, ocultando su rostro lloroso y bajando la cabeza. Pero no puede esconder su primer sollozo.
—Lo intentaré —dice una vocecilla tímida y de repente una mano toma la suya herida. Ángel habla con sus ojos rojos de tanto llorar y la nariz del mismo bonito color que sus mejillas, rosas, como una bonita flor.
Y Tyler solo puede pensar que arrancarle los pétalos es un gesto de amor.
El niño acaricia los nudillos ensangrentados.
—Lo siento, e-es mi culpa, yo... —y un sollozo lo corta, pero Tyler le mima la mejilla con la mano herida, una caricia suave, comprensiva, alentadora. Y halla en ella la fuerza para hablar y decir: —intentaré hacerlo contigo. Yo solo quiero hacerte feliz...
Tras esa afirmación, sus labios dejan ir un suspiro desalentado y su mano suelta la manta a la que tanto se aferraba. La tela cae, mostrando su cuerpo desnudo, entregándoselo al otro.
Tyler le sonríe lleno de alegría y se lanza a abrazarlo. Está tan aliviado de saber que su amor es correspondido que siente que el corazón se le desborda. Nunca imaginó nada más feliz que una vida con Ángel y nada más infeliz que los amargos instante en que lo ha rechazado. Los odia, los odia tanto que necesita beber y beber de la dulzura del chico para quitarse esa horrible sensación de la boca.
Y es así como el abrazo se vuelve beso y como el beso se vuelve caricia y la caricia se vuelve pecado.
Tyler avanza, instruyendo a su boca, manos y cuerpo que hagan cosas que él ya ha visto antes, calmando a Ángel, diciéndole que simplemente se quede quieto, que le enseñará como amar y ser amado. Y Ángel lo mira todo el rato con su mirada de cachorrito y el cuerpo tenso, sus piernas separándose con dificultad, el pecho subiendo y bajando cada vez más rápido.
Tyler ama eso, ama su carita de preocupación, sus puños cerrados, las lágrimas en la línea de agua, porque Ángel está soportando por él y eso es el amor ¿No?
Un amor puro, incluso si el otro parece sentirse sucio al tener saliva donde jamás la había tenido, al tener manos tocando, rebuscando, ahondando, donde dice que nada debería ser profanado, al tener algo que no se atreve ni a nombrar en lugares que no se atreve a mirar. Ángel se tapa los ojos, llorando, y Tyler se inclina para besar sus manitas mientras se siente acogido, completo.
—Me ahogo —dice el niño rápidamente, su voz sale con urgencia y terror —, T-tyler, me ahogo —dice más fuerte, agarrándolo de los brazos, mirándolo con los ojos exorbitados.
—¿Tan bien se siente? —pregunta Tyler, porque él, definitivamente, se siente en el cielo.
Pero el otro se echa a llorar sin poder evitarlo.
—Me siento raro —le intenta decir entre sollozos e hipeos —, me cuesta respirar, me siento muy raro —dice rápido, jadeando, tensándose y mirando a todos lados, con sus débiles manos empujando el pecho de Tyler.
El más mayor se detiene, mirándolo con una ceja alzada, curioso ¿Está Ángel rechazando su amor de nuevo?
Tiene el rostro contorsionado en un visaje de dolor, los ojos inyectados en sangre por el llanto y no para de temblar violentamente y llevar sus manos a su cuello.
—¡Me ahogo, T-Tyler, por favor! —suplica, pero el otro tuerce la cabeza.
Claramente no se está ahogando ¿Verdad? Si no, no podría hablar. Solo está exagerando.
—¿P-podemos parar? Por favor... l-luego seguiré, lo prometo, pero no puedo respirar...
Tyler continúa, acunando el rostro lloroso en su mano y dice:
—No te preocupes, es placer, significa que terminarás pronto.
Pero el chico niega frenéticamente y empieza a empujar a su niñero de nuevo. Las manos en su pecho y luego en el cuello, como si tuviese que escupir algo que tiene atrapado en la garganta.
—No, no, no es eso —dice con desespero, su voz haciéndose cada vez más chiquitita mientas examina la mirada del otro, llena de lujuria, pero sin una gota de preocupación. —, me late muy fuerte el corazón ¡C-creo que se me cierra la garganta! ¡A-ayúdame!
Tyler se aleja un poco, sorprendido por el grito del otro, y mira a su alrededor. Su madre no ha llegado y no hay nadie cerca, pero las paredes del edificio son de papel y la voz fina como un alfiler de Ángel es capaz de atravesarlas.
Empezando también a entrar en pánico, Tyler coloca una mano sobre su boca y dice:
—¡Ángel! Ángel, no puedes gritar o nos pillarán, iré más despacio ¿Vale? Pero no puedes hacer ruid-
—¡NO! —chilla el muchacho con todas sus fuerzas, negando frenéticamente hasta lograr apartar la mano del niñero de su boca —¡PARA, PARA, PARA YA! —jadea, pateando y golpeando tanto como puede —¡NO PUEDO RESPIRAR, PARA, PARA, POR FAVOR PARA!
Tyler entra en pánico también, así que rápidamente sale y se aleja de él. Se da cuenta del aspecto horrible del muchacho cuando toma un poco de distancia: está llorando y moqueando, gritando, moviendo sus miembros espasmódicamente y llevando sus manos al cuello y al corazón como si realmente fuese a morir.
No puede entenderlo ¿Por qué Ángel está así si él no le ha hecho nada malo?
—Mierda, mierda, mierda —masculla, andando de un lado para otro, lanzándole la ropa al menor con prisas para intentar tranquilizarlo. Se la pone de mala manera para intentar que calle, pero sigue berreando y pateando incluso cuando ya tiene los pantalones a mitad de las piernas —, ya he parado ¡ya he parado! —reclama Tyler hecho un lío, llevándose las manos a la cabeza —¿Qué sucede amor? Háblame, deja de gritar y háblame, todo estará bien pero tienes que dejar de gritar...
Tyler suplica, su voz rompiéndose por la histeria y lágrimas corriendo por sus mejillas. No comprende por qué Ángel le rechaza, por qué está gritando, arruinando todo.
—Nos va a oír alguien, por favor, deja ya de gritar... —susurra y se lanza a abrazar al chico en un intento desesperado por calmarlo, recibiendo solo un empujón y un arañazo. Tyler lo mira incrédulo, con un terrible dolor de cabeza y la sensación de que si el otro sigue chillando le reventarán los oídos— ¿Es que no te callas nunca? —pregunta Tyler, con los nervios totalmente crispados.
Y entonces levanta su mano.
El niño enmudece de golpe, totalmente pálido, mirando la mano alzada de Tyler con terror.
Y entonces un terrible golpe suena en la puerta de entrada.
—¡¿Qué hace mi hijo ahí?! ¡¿Qué le estás haciendo?! ¡Vamos a llamar a la policía! —chilla una voz histérica, una voz tan rota y rabiosa que Tyler no la reconoce hasta que ve a Ángel voltearse y susurrar:
—Mamá...
—Hijo de puta, voy a matarte ¡Abre! ¡Voy a tirar la puta puerta si no abres! —esa es la voz del padre.
Es ronca y agresiva y eso le trae suficientes recuerdos a Tyler como para que se quede congelado mientras el niño que viste solo pantalones y un pecho desnudo lleno de marcas que él llama de amor, corra hacia la puerta de entrada sin siquiera despedirse de él.
Tyler oye como Ángel cierra de un portazo, como al cabo de un rato el bullicio de afuera se calma, como se aleja. Se aleja de él.
Y entonces rompe a llorar, porque se siente demasiado destrozado.
No entiende qué ha hecho mal, no entiende por qué las personas que deberían amarle le abandonan, no entiende por qué el amor duele, pero solo él debe soportarlo. Él no cree haberle hecho nada malo a Ángel, él solo lo ha amado de la forma en que sabe amar.
No entiende por qué lo traiciona, por qué no es capaz de sacrificarse y soportar, como él.
—Egoísta —masculla, reteniendo las lágrimas y apretando los dientes.
Fin del cap ¿Qué os ha parecido?
¿Esperábais que la historia de Ty y Ángel chikito desembocase en este final?
¿Qué creéis que sucedió después?
¿Qué pensáis ahora de Tyler y de Ángel en la actualidad?
¿Os está gustando el rumbo que toma la historia?
Gracias por leer <3
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