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 El alfa, totalmente recuperado y sediento ahora de venganza, se pone de pie frente a Lucas. Él ya solo puede temblar y esperar a que todo pase rápido y, sea lo que sea lo que suceda, agradece en cierto modo que Damián esté tratando de luchar contra sí mismo para evitarlo. Pero es inútil... Sucederá.

El alfa lo toma de los cabellos y tira cruelmente, puede ver en su rostro sombrío la ira, los ojos gatunos lo miran con hambre y los labios gruesos están prensados con seriedad, dejando ocasionalmente un espacio para que la lengua los repase al contemplar el manjar que es Lucas. Traga saliva, su cabeza está frente a la entrepierna del hombre, controlada por la mano que le jalonea el pelo, y sus rodillas están hincadas, raspándose contra el suelo. Llora cuando sabe que ese hombre va a violar su boca primero, tomándose su tiempo, y después lo violará a él. Es tan aterrador.

Damián se lleva una mano a la cabeza, como si una migraña horrible le punzara el cerebro. Entonces mira a Lucas con fuego en los ojos y habla.

Omega... —inmediatamente Lucas reconoce la voz del alfa siendo usada en él. Todo su cuerpo se estremece repentinamente y el horror llega a él.

Lagrimas brotan de sus ojos, sabiendo que ahora está a su merced total y completamente. No hay esperanza y lo siente en cada centímetro de su ser cuando la voz gruesa del hombre lo atraviesa, dejándolo congelado, sumiso.

Enciérrate en el baño.

Lucas no puede creerlo cuando lo oye, pero su cuerpo responde perfectamente. Ya no le pesan los huesos, ni le quema la piel ni siente que le arrancan el alma, es como si flotase, como si fuese una marioneta y el peso de sus acciones estuviese en el otro extremo de los hilos. Hecha el pestillo del baño y el efecto de la voz se va, dejándolo en el suelo tirado como un muñeco de trapo. Lucas nunca se ha sentido tan frágil, pero protegido a la vez. Él es consciente de que el alfa podría fácilmente haberle ordenado cualquier cosa por dolorosa o horrible que fuera, cualquier otro habría usado su voz para tenerlo listo para recibir su polla, pero Damián... Oh, Lucas no sabe ni cómo Damián ha podido hacer eso.

Lo escucha apoyarse en la pared y andar hasta terminar contra el otro lado de la puerta del baño. Siente la pesada respiración y después las palabras.

—Mierda, omega, como salgas de ahí voy a hacerte jodidamente mío.

Por la mañana Lucas apenas sabe qué ha pasado. Al despertar solo siente el dolor articular y lo frío que está el suelo. Recuerda todo de golpe, las manos sobre su cuerpo, la voz de Damián salvándolo. Pero el recuerdo es más extenso: Damián poniéndole pornografía para calentarlo, tocándolo suave, diciéndole cosas insinuantes aún cuando tenía el control.

Lucas sabe entonces que si Damián no lo folló la noche anterior es porque estaba llorando y rogándole por no ser violado, pero sabe que de haber accedido, de haberse rendido a sus instintos incluso ambos sabiendo que eso no era en el fondo lo que el omega quería, el alfa habría hecho de todo con él. Solo soy un trofeo para él, si no me violó es por no cargar con la culpa del trauma a sus espaldas. Él lo planeó, él quería despertar mis instintos con esa estúpida película, emborracharme en feromonas y aprovecharse de mí. Solo es un alfa más, quizá menos cínico, lo suficiente como para sentir remordimientos por abusar de alguien, pero no como para usar a alguien como objeto sexual.

Él es solo un alfa más ¿y yo? Yo solo soy un omega más en su lista.

—Lucas... —su voz es lo primero que escucha al salir del baño y el cuerpo se le tensa con terror.

El omega lora controlar sus emociones y únicamente le lanza una mirada furiosa con su característico ceño fruncido.

—¿Quieres ir a la cafetería a tomar algo antes de clase? —pregunta, demasiado tímido como para tratarse de Damián, pero el alfa se siente nervioso al hablarle cuando recuerda lo de anoche.

—Alfa, no quiero ir contigo a ningún sitio. Nunca más. Ayer, aunque tuviste le mínimo de sentido común como para no hacer algo en contra de mi voluntad, me quedó clara una cosa. Solo me quieres para tener sexo. No eres un violador, enhorabuena, pero eres un mentiroso que se hace pasar por mi primer amigo alfa solo para llevarme a la cama. —el alfa se queda sin aire al oír eso. Él realmente no quiere eso, al menos no solo eso.

Cada parte de su ser reclama la piel de Lucas, su sudor, su sabor, su orgasmo más poderoso y el suspiro después de él. Todo Damián quiere tener sexo con Lucas, pero algo en su pecho, algo pequeño pero poderoso, quiere también conocerlo, acariciarlo y llevarlo la cama únicamente para abrazarlo y hacer que sonría. Que siempre sonría. Pero ¿Qué le va a decir a Lucas? ¿Qué no solo busca sexo, que le quiere a él también? Después de haberle puesto cachondo a propósito para intentar algo más, no es creíble en absoluto y lo sabe y ahora se arrepiente de haber puesto esa dichosa película. Damián solo se queda callado, sabe que no hay nada que decir en su defensa.

—Bueno, al menos ya puedo decir otra vez que odio a todos los alfas. —Lucas exhala una risa sarcástica, pero debe irse antes de que se le salten las lágrimas.

Cuando está en el pasillo solo llama a la puerta de al lado. No quiere hablar de los sucedido, pero aún está en pijama y necesita alegrarse con la extravagante presencia de Marcel.

El día pasa lento y Lucas odia como las horas se amontonan en el reloj, en el lado de la aguja que promete y no cumple. Suspira en cada clase por cada dos palabras de un profesor y en todo el día no dice ni una sola grosería a los alfas que le molestan, solo los ignora y eso, de algún modo, lo hace lucir menos agresivo y provoca que le molesten más. Desea defenderse, alzarse y gritar que les arrancará las pelotas y hará albóndigas con ellas para que se las puedan tragar junto con sus asquerosas proposiciones, pero Lucas no tiene ánimos ni para decirle un simple adiós a Marcel cuando este se va al gimnasio. Él se limita a alzar la mano y moverla levemente en el aire para despedirse. Su amigo ni insiste mucho, pero lo dice una única vez antes de irse. Alto y claro:

—Sea lo que sea. Háblame cuando lo necesites, si no lo necesitas no digas nada, pero si lo necesitas y en vez de eso permaneces callado todo será peor, estarás peor. Y nadie quiere que estés peor, al menos nadie que importe.

Lucas casi sonríe al oír eso. Es por esas cosas que ama tanto a Marcel, habla frío y le consuela con tono de narrador de película de miedo, pero sabe que es todo lo que puede hacer y más que suficiente.

—Lucas... —de nuevo ese tono, ese aroma familiar, esas ganas de rendirme, de caer de nuevo. De creer sus mentiras.

—Tengo prisa. —respondió el nombrado, esquivo y sin atreverse a voltear. No sabía qué haría si volvía a ver esa sonrisa ¿sincera?

—Yo también voy a casa ya, vamos juntos. —le dijo con tono amable. Lucas se congeló al saber eso y pensó rápido.

—N-No voy ahí. —mintió con la lengua trastabillándole en la boca; ahora deberá quedarse en la biblioteca o por cualquier lugar del campus solo para no ver a ese tipo.

—Ah... —Damián suena vencido, Lucas empieza a andar, pero le sigue. Con tono tristón añade: —Igualmente, solo quería disculparme por perder el control, pero no quiero que pienses que solo estoy interesado en ti solo para follar.

—Sí, lo que sea, adiós. —Lucas dice, sin prestarle demasiada atención.

El hombrecito es detenido cuando Damián rodea su muñeca y tira de él en su dirección. Lucas se para, pero ni aun así le mira a los ojos de nuevo.

—Lucas, te digo en serio que lo siento. ¿Qué tengo que hacer para que me perdones? —pregunta, desesperado, sus dedos apretándose alrededor de la muñeca del omega y el lobo en el interior de este gimoteando por la presión.

—A lo mejor simplemente no puedes hacer nada. A lo mejor tienes que empezar a aceptar que la vida no es tan jodidamente fácil y que no siempre vas a conseguir lo que quieres. —masculla Lucas mordiendo la cara interna de su mejilla. Entonces alza la vista y sus ojos azules chisporrotean, amenazantes. —Ese el puto problema de los alfas, creéis que podéis tenerlo todo, aunque sea a costa de los demás. —dicho eso, sacude su mano aprovechando que Damián ha bajado la guardia y se libera.

El alfa se queda clavado en su sitio. Siempre ha tenido todo lo que pueda desear y más, ahora daría demasiado solo por tener a Lucas a su lado.

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