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Damián siente que tendrá un orgasmo sin siquiera tocarse, solo le basta con ver al pequeño omega cubierto en sudor y semen sobre las sábanas, batallando por respirar ese aire endulzado por su éxtasis y pareciendo tan débil como adorable. Damián desabrocha su propio cinturón y baja sus pantalones de golpe, necesitado.

Cuando se deshace también de su ropa interior sopla con alivio, su erección está totalmente liberada y se siente demasiado bien. Lame los ledos empapados de lubricante de Lucas y siente el aroma recorrer sus fosas nasales así como el sabor explota en su lengua. Tan dulce... ya sé porque todos los lobos quieren comerte, pequeño. Dirige la mano húmeda a su propia entrepierna, cerrando los ojos al rodear su gruesa polla. Entonces se sorprende al sentir deditos finos junto a los suyos, tratando torpe y temblorosamente de rodear su eje. Abre los ojos de golpe, viendo a un Lucas medio incorporado, de mirada brillosa y mejillas rojas como cerezas. El chico desvía la mirada y cuando Damián deja de tocarse, él sigue tratando de abarcar la enorme erección con su mano.

—Omega... no me provoques... —Damián toma la barbilla del chico con la mano, alzándole el rostro para obligarlo a mirarlo. El omega gime de forma sumisa y ladea la cabeza dócilmente, cosa que solo hacen cuando están con sus alfas.

Damián puede sentir su corazón derretirse y su erección arder al mismo tiempo, siente tantas cosas maravillosas que quiere morir ahora mismo y que su último recuerdo sea Lucas confiando tanto en él como para dejar a su omega tomar el control de sus acciones.

—Alfa, quiero hacerlo... por favor... —dice, masturbando lenta y tortuosamente el miembro del hombre y lamiéndose los labios. El aludido solo quiere dejarse de rodeos y hundirse en la garganta de Lucas para correrse en su boca y que él lo trague todo. Oh, Dios, ya puedo imaginarlo lamiendo la leche de sus labios como un buen gatito sumiso, mirándome con lágrimas en los ojos y las mejillas ruborizadas, teniendo esa maldita osadía de avergonzarse cuando realmente él es la tentación más sucia que nadie podría tener jamás.

Damián trata de sosegarse tomando una sosegada bocanada de aire, el omega no se lo pone fácil al gimotear y masturbarlo mientras ruega por ser usado. Ojalá las cosas fueran tan fáciles... El alfa ya puede imaginarse a Lucas llorando, sintiéndose como un objeto, arrepintiéndose. Casi puede oír el portazo con el que se irá o sentir la frialdad de su tono de voz; Damián solo quiere no estropear todo lo que ha conseguido con él.

—¿Estás seg-

Oh, omega...

Damián da un ronco rugido de placer cuando el pequeño se atreve a usar su boca para algo que no es responder. Los labios cálidos y delgados se prensan contra la cabeza de su miembro y lo besan tiernamente; Lucas no sabe lo que hace, pero cuando el alfa le agarra del pelo y lo sostiene con demasiada rudeza mientras le besa la polla, piensa que sea lo que sea que hace, está bien. Puede sentir la viril voz colmada de placer, dejando ir ruidos roncos y apenas inapreciables que vibran en el aire hasta llegar a sus orejas, haciéndolo temblar a él también.

El omega ha visto pornografía un par de veces desde que el alfa le enseñó ese video, pero no recuerda en ellos ninguna escena que le sirva para saber cómo dar una mamada. En uno de los videos simplemente abordaban a un omega en la calle, bajaban sus pantalones y lo follaban brutalmente, en otro el omega no parecía estar haciendo una felación, parecía solo ahogarse mientras su dominante le follaba la boca. Lucas no está en ninguna de esas situaciones ahora, así que solo hace lo que sabe hacer: besar; es lo único que Damián le ha enseñado y, afortunadamente, los besos no le gustan solo en los labios al alfa.

Damián mira desde arriba con gusto y un poco de diversión al notar que el omega solo masturba un poco su miembro y besa la húmeda punta, sin llegar más lejos. ¿Cómo no voy a querer ser malo contigo si eres tan bueno que hasta resulta divertido? Omega tierno, omega inocente... El alfa tira un poco de sus cabellos, haciéndolo alzar la cabeza con una queja entre sus labios por la punzada de dolor.

—¿Es todo lo que sabes hacer? —se burla aviesamente, relamiéndose al ver al chico sonrojarse y asentir. —¿Quieres que te ayude, pequeño? —pregunta a continuación, recreándose en lo muy avergonzado que está el chico.

—S-Solo dime que hacer... —responde haciendo un mohín y desviando la vista. Omega orgulloso, es tan divertido molestarte...

—Tienes que chuparla, bobo. —se burla el alfa, viendo como Lucas frunce el ceño en respuesta.

—Si me llamas bobo no lo haré.

—Lo que tú digas, gruñón. —responde con una sonrisa socarrona y una mirada perezosa. Lucas enrojece todavía más.

—Tampoco me llam¡Agh! —Damián corta su grito afirmando su agarre en los cabellos del chico y empujando la punta de su miembro dentro de su cavidad. Los labios de Lucas se sienten cálidos y dentro de su boca la humedad y la temperatura hacen que una flechazo de dolor recorra la polla de Damián, dejando que el presemen se escurra por su punta, dándole a Lucas un probada del salado cuerpo del otro.

—Eso está mejor. —se burla, empujando más de venosa erección dentro de la boca de Lucas; el chico gime asustado y abre lo máximo que puede tratando de tomar ese enorme pedazo de carne que no está ni a la mitad dentro de él. —¿Lo pasas bien, omge... —el alfa deja de hablar cuando ve a Lucas tan deseoso, tan desesperado.

El omega está lloriqueando mientras se empuja todo lo que puede tratando de tomar la polla del alfa, cuando las arcadas lo golpean el retrocede quejándose, pero aun así se esmera en succionar la mitad de ese falo y en mover la cabeza en pequeñas embestidas. Sus ojos están llorosos y Damián puede ver como una de las manos del chico se dirige a la diminuta polla entre sus piernas, masturbando una erección que antes no estaba ahí. Joder, se ha puesto duro con solo chuparme la polla ¿Puede ser más adorable?

Lucas saca la polla del alfa de su boca y sostiene su eje con la zurda; lo masturba torpemente mientras trata de recuperar la respiración y cree que le será imposible cuando el alfa le habla, dejándolo sin aliento.

—¿Te gusta darme placer? —pregunta, conociendo la respuesta de antemano, pero amando verla en los labios del menor, que apenas habla con un hilo de voz y baja la mirada al contestar. —¿Quiere tomar toda mi polla? —Lucas asiente, pero se muerde el labio con angustia.

—L-Lo siento, es muy grande... Quiero, pero no puedo hacerlo... eres tan grande... —Damián se siente grandioso al escuchar la asustada vocecita el omega halagarlo de ese modo, así que sonríe sin poder evitarlo. Después agarra su cabello con más firmeza.

—Iré despacio, omega, y llegarás hasta donde puedas ¿Si? —Lucas asiente frenéticamente, él quiere ser un buen chico y hacer que su alfa exclame y le diga lo bien que lo hace. —Que buen omega... —sonríe, acariciándolo. —Ahora abre la boca.

Cuando la polla se desliza entre sus labios y deja un camino cosquilleante por su lengua hasta llegar a la garganta, Lucas no resiste más y suelta su erección, sintiendo como el semen sale disparado manchando el suelo y su vientre de nuevo. El alfa siente el suspiro cálido que abraza su polla y aprovechando lo relajado que el omega está, da un embate y se entierra hasta la garganta. Lucas profiere un leve grito de temor y después se halla a sí mismo temblando, con la polla del alfa abultando en su garganta y una mano dándole mimos en el cabello.

—Tan bueno, bebé... sigue, hazlo tú omega. —le ordena, sabiendo que si el chico se queda sumiso ahora él va a joderle demasiado fuerte la boca; realmente no puede controlarse, así que va a dejar que Lucas maneje la situación por su propio bien.

El pequeño omega asiente, sacando la erección de dentro su cálida cavidad hasta que solo quedan los labios besando castamente el glande, entonces vuelve a devorar al hombre cerniendo los labios sobre la venosa superficie y aguantándose las arcadas hasta que su nariz se hunde el velludo publis del hombre y el omega respira el fuerte y tranquilizador omega del alfa. Entonces empieza de nuevo, haciendo el vaivén más rápido y estable, sintiendo al alfa gemir de placer. Oh, joder, Damián está haciendo esos ruidos, esos ruidos fascinantes por mí, estoy... causando esto. Es tan genial, es genial. Nunca pensé que hacer algo por un alfa podía sentirse tan bien. Me hace sentir bien, no quiero que Damián se vaya, no me podré sentir así con nadie más, lo sé.

—Lo haces tan bien, tu boca es tan buena... solo para mí, omega, eres tan maravilloso... —lo hágala, haciendo que sus mejillas se tiñan de rojo y que el chico piense que si vomita por las arcadas, solo echará mariposas. Porque jura que eso es lo único que siente en el estómago. —Voy a correrme, bonito ¿Vas a tragarlo todo como un buen chico?

Lucas gime cuando el pene de Damián sale de su boca de golpe; el hombre sostiene el rostro del chico por el cabello, masturbándose a poco centímetros de su cara, dándole a Lucas la primera fila en un espectáculo que no puede parar de contemplar; se muerde el labio cuando el hombre ruge varonilmente y al advertir que se va a correr abre la boca y saca la lengua, notando tiras de semen caer en su boca y labios.

El hombre lo mira lleno de lujuria, acariciando con el pulgar los belfos del chico y arrastrando los restos de su semilla dentro de la boca del muchacho; el omega chupa con avidez la blanca crema de los dedos de su alfa y la traga sin miramientos, sintiendo su increíble sabor marcarlo.

Lo mira desde el suelo, arrodillado. Su cuerpo no soporta más y ambos advierten que mientras el chico tomaba el esperma del alfa, se ha corrido de nuevo por la excitación.

Damián lo toma con cuidado entre sus brazos al notar lo somnoliento que está y apenas lo carga hacia su cama, el chico ya está roncando.

—Dulces sueños. —le susurra, dando un beso en su frente.


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